La eterna batalla espiritual. Orígenes
La eterna batalla espiritual. Orígenes
Pablo sabe muy bien que ya no tenemos que ganar batallas materiales sino que hay que luchar con gran esfuerzo en nuestra alma contra nuestros adversarios espirituales. Como un jefe de ejército, nos da este precepto a los soldados de Cristo: “Revestíos de las armas que Dios os ofrece para que podáis resistir a las asechanzas del diablo.” (Ef 6,11) Y para poder aprovecharnos de los ejemplos de nuestros antepasados en las guerras espirituales, quiso que sea leído en la asamblea el relato de sus hazañas. Así, si somos hombres espirituales, nosotros que sabemos que la ley es “espiritual” (Rm 7,14) nos acercamos en estas lecturas a las realidades espirituales en términos espirituales. (1Cor 2,13) Así contemplamos a través de estas naciones que atacaron materialmente al pueblo de Israel, el poder de las “naciones espirituales” enemigas interiores, los espíritus malos que están en el aire (Ef 6,12) que levantan las guerras contra la Iglesia del Señor, el nuevo Israel. (Orígenes. Homilías sobre Josué 15, 1-4)
La Cuaresma es un tiempo litúrgico muy adecuado para darnos cuenta de estas batallas y poner algo de nuestra parte para empezar a lucharlas. Ya sabemos que nuestra voluntad es poca, inconstante y aparente. Nuestra voluntad es como el motor de un automóvil. Si no le echamos gasolina, da lo mismo la potencia que pueda tener el motor, nada se moverá y no nos llevará donde deseamos. La gasolina es la Gracia de Dios, que tenemos que buscar en los “lugares” donde Dios la ofrece. ¿Cuáles son estos “lugares”?
Los sacramentos son los principales “lugares” donde la Gracia está presente y nosotros podemos aceptarla. Pero hay más “espacios” como la oración, la lectura de la Biblia, los Primeros Padres de la Iglesia, Santos y Doctores. También podemos encontrarla por medio de los sacramentales, pero hay que tener cuidado, ya que los sacramentales no son nada mágico que podamos controlar y utilizar a nuestro gusto. Tan sólo nos ayudan a aceptar la Gracia que proviene de Dios. Pero Dios también puede ofrecernos su Gracia en cualquier momento, igual que podemos utilizar botellas llenas gasolina para llenar el depósito cuando es necesario y urgente. Dios esta presente en la tentación y nos ofrece su Gracia para sacarnos del sufrimiento que vamos a aceptar al pecar.
No es fácil darnos cuenta de todo esto, dentro del mundo de apariencias, ruido y prisas en el que vivimos. Por ello es aconsejable acercarnos con frecuencia a los sacramentos y cultivas la oración y reflexión. No hace falta pasarnos 3 horas al día orando y no tenemos tiempo, pero utilizar los breves momentos que disponemos para ello, nos conducirá a la bendición del Señor.