Los 86 mártires de Florida
Ahora que estamos a la greña por los nombres de las calles, quizás sea hora de mirar a nuestra historia con menos espíritu sectario; de buen seguro que descubriremos hechos interesantes. Como por ejemplo, que el proceso de beatificación de 86 mártires de Florida, muchos de ellos españoles, va avanzando a buen ritmo. Una noticia importante desde el punto de vista católico y también desde el mero punto de vista histórico, pues pone de relieve y revaloriza nuestro papel en América del Norte, que sorprendentemente no ha recibido apenas atención en los medios de comunicación de nuestro país.
Y es que el 12 de octubre pasado, mientras aquí optábamos por autoflagelarnos, en una celebración eucarística presidida por el obispo de Pensacola-Tallahassee, Mons. Gregory Parkes, acompañado para la ocasión por el obispo de St. Augustine, Mons. Felipe Estévez, dio comienzo la fase diocesana del proceso de beatificación de 86 mártires de Florida. La santa misa tuvo lugar en un terreno en el que los promotores de la causa se proponen construir un nuevo santuario dedicado a “María Reina de los Mártires”, nombre que pasaría a “María Reina de los Mártires de Florida” en el momento en que se produzca la canonización.
¿Qué tienen en común los 86 mártires de Florida? Aunque abarcan un periodo extenso de tiempo, de siglo y medio, entre 1549 y 1706, todos fueron martirizados en el territorio de “La Florida” en los tiempos en que aquel territorio formaba parte de la Corona española. Hay de todo: los más antiguos, el dominico Luis Cáncer y dos compañeros, se pueden considerar los tres primeros mártires de lo que hoy son los Estados Unidos de América. Encontramos españoles, americanos de origen español e indios, laicos y religiosos, todos ardientes de celo por su fe. En el siglo XV y principios del XVII, los lugares de martirio son localidades como Tampa, donde mueren los dominicos antes citados, o Suwannee River, donde en 1611 mataron al franciscano Vicente Ferrer de Andrade y sus 17 compañeros indios. Luego, la misión, y con ella el martirio, se extiende a través del Camino Real que atraviesa Florida.
La mayoría de los mártires murieron a manos de los indios apalaches, en esa época aún no convertidos, aunque también en algún caso son los ingleses quienes asesinaron a los mártires. Es el caso del franciscano Agustín Ponce de León y sus compañeros, muertos por soldados ingleses al norte de St. Augustine en 1705. La historia de Ponce de León, primer mártir nacido en Florida, merece que nos detengamos brevemente: al saber que sus dos jóvenes monaguillos indios habían sido capturados por los ingleses, se ofreció como prisionero a cambio de ellos. En lugar de aceptar el trato, son martirizados todos. También llama la atención la historia de Baltasar Francisco, viejo soldado que fue crucificado junto con algunos compañeros blancos e indios en Tallahassee, en julio de 1704, cuando había intentado recuperar la parroquia de San Pedro y San Pablo de Patale. En este caso el martirio va unido a la resistencia contra la invasión inglesa, que era vista como una amenaza muy real a la práctica de la fe católica en aquellas tierras.
Los testimonios sobre los mártires de Florida comenzaron a reunirse en 1705, cuando el Comisario general de Indias Lucas Álvarez de Toledo, a petición del Papa Clemente XI, elabora un primer informe. Pronto se extendió por toda la región la devoción por los mártires, que nunca ha desaparecido. Monseñor Augustin Verot, el primer obispo católico de St. Augustine, tuvo un papel importante, en el siglo XIX, para reforzar esta devoción, aunque le cabe el honor al arzobispo de Erie, Mons. John Mark Gannon, de haber sido el primero que intentó iniciar la causa de beatificación, durante la década de los 40 del siglo pasado. En los años 80 Mons. René Henry Gracida, primer obispo de Pensacola-Tallahassee, retoma la causa junto con los obispos de otras diócesis de Florida, designándose postulador. La causa se desdibujó por el traslado del obispo Gracida a la diócesis de Corpus Christi, situación que el actual obispo Parkes parece decidido a remediar.
A pocos meses de la canonización de san Junípero Serra, el proceso de beatificación de los 86 mártires de Florida nos recuerdan el papel evangelizador que tuvo España y el pasado martirial de la Iglesia católica en los actuales Estados Unidos, al tiempo que nos ofrece como modelos de vida a unos hombres que entregaron todo, hasta la muerte, por llevar su fe a quienes aún no la había recibido.
Paolo Valvo recordaba recientemente un texto, escrito por el arzobispo de Los Ángeles, Mons. José Gómez, y publicado en el Osservatore Romano hace unos años, en el que se podían leer estas palabras, que vienen como anillo al dedo para estos mártires de Florida: “La historia de los Padres Fundadores y las verdades que consideraban obvias no es toda la historia de Estados Unidos. El resto de la historia comienza más de un siglo antes que la de los peregrinos. Comienza en los años veinte del siglo XVI en Florida y una veintena de años más tarde en California. No es la historia de un asentamiento colonial y de una oportunidad política y económica. Es una historia de exploración y de evangelización. Esta historia no es anglo-protestante, sino hispano-católica. No tiene como centro a Nueva Inglaterra, sino a Nueva España, en los ángulos opuestos del continente. De esta historia aprendemos que mucho antes que esta tierra tuviese un nombre, sus habitantes eran bautizados en el nombre de Jesucristo. Los habitantes de esta tierra fueron llamados cristianos mucho antes que estadounidenses”.