Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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Desmontando la Teología de la Liberación

Desmontando la Teología de la Liberación

por El Patio de los Gentiles

Ciertamente muchos habremos escuchado el término “teología de la liberación” aquí y allá, ya sean comentarios a favor o en contra, y en muchos casos formando incluso discusiones acaloradas entre católicos, en donde el centro de la discusión es la opción preferencial por los pobres, que ha sido desde los tiempos de Cristo – y no desde que se acuñó el término de teología de la liberación – parte fundamental de la misión de la Iglesia. ¡Vamos a lo básico!

ORÍGENES

Los orígenes se remontan a Europa. Las ideas iniciales fueron lanzadas en 1917 por el teólogo alemán Walter Rauschembusch, con fuertes influencias marxistas[1]. Estas ideas fueron difundidas en su libro “Una teología para el Evangelio social”. Sin embargo, la teología de la liberación adquiere una fuerza impresionante al llegar a América Latina, ciertamente debido a la realidad de la pobreza que es un factor casi común de la mayoría de países latinoamericanos, gobernados además – y tómenlo como “coincidencia” – por dictaduras socialistas que, como veremos luego, son bastante amigables y compatibles con esta teología.

“Hoy parece claro que el propósito de la Iglesia no es salvar en el sentido de «garantizar el Cielo». La obra de la salvación es una realidad que ocurre en la historia…. la Iglesia debe ser «reconvertida» al servicio de los trabajadores en la lucha de clases. ”[2]

El padre Gustavo Gutierrez es un sacerdote peruano que puede ser considerado como el propulsor y fundador de la teología de la liberación en América Latina. Como podemos observar en este pequeño extracto de su obra, la lectura de la misión de la Iglesia parece tener una especie de adendum, en donde la expresión “lucha de clases” nos recuerda el materialismo histórico de Karl Marx. En pocas palabras, la Teología de la Liberación es una corriente de teólogos activistas, que tratan de transformar las estructuras de la Iglesia y de la sociedad, basada en una interpretación dialéctica[3] marxista de las Escrituras.

Si nos fijamos en el texto citado anteriormente, podemos descubrir que el enfoque de la Iglesia – propuesto por esta visión – ya no es la patria celestial que vino a anunciarnos el Señor, sino una especie de pseudo paraíso terrenal, en donde reine una visión igualitaria de la jerarquía eclesiástica (sin diferencias entre laicos, sacerdotes, obispos, etc), además de la tendencia a la anarquía, al buscar suprimir cualquier tipo de gobierno.

¿QUÉ DICE LA IGLESIA?

“La liberación es ante todo y principalmente liberación de la esclavitud radical del pecado. Su fin y su término es la libertad de los hijos de Dios, don de la gracia. Algunos se sienten tentados a poner el acento de modo unilateral sobre la liberación de las esclavitudes de orden terrenal y temporal, de tal manera que parecen hacer pasar a un segundo plano la liberación del pecado, y por ello no se le atribuye prácticamente la importancia primaria que le es propia.”[4]

 

La Iglesia ha tenido siempre dentro de su eje la opción preferencial por los pobres, desde Nuestro Señor que nos aclaraba el mandato del amor que se materializaba en las obras de misericordia, hasta el Papa Francisco que nos recuerda constantemente la importancia de “salir a las periferias” y acercarnos a los pobres. Sin embargo, no podemos perder jamás, la visión sobrenatural que caracteriza nuestro llamado a la santidad. La misión de la Iglesia es ante todo, la salvación de las almas. Es así, que todo el cuerpo de la Doctrina Social de la Iglesia, tiene como centro el anuncio del Evangelio de Jesucristo y la conversión del corazón, como herramienta eficaz para que las estructuras de pecado que ocasionan las injusticias sociales, puedan ser cambiadas, purificadas y transformadas, de manera que sirvan a la expansión del Reino de Dios.

No se trata pues, de una visión materialista de la historia, que reduce el anuncio del Evangelio a un activismo solidario con los pobres que están hambrientos de pan, cuando la Iglesia y su misión debe abarcar a aquellos que están hambrientos de Dios. Y así, la afirmación de Nuestro Señor de que “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”[5]ya no cae en saco roto, sino que encuentro su justo alcance, que son todos los estratos sociales y todas las realidades humanas, no solamente el campo de lo material.

Quisiera ser claro en esto, la Teología de la Liberación propone una reducción simplista del Evangelio de Cristo, a una praxis, un activismo que trata de afirmar el materialismo histórico, que nos dice que las causas de los acontecimientos de la historia, se deben solo y únicamente a realidades económicas y de injusticia social, enmarcada en la lucha de clases, negando así el papel fundamental – y no sólo importante – del pecado y sus consecuencias en la vida del hombre.

ERRORES FUNDAMENTALES DE LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN

1.      Utilizar la religión para llegar al socialismo

“Participar en la lucha de clases no sólo no se opone al amor universal; hoy en día, este compromiso es el medio necesario e ineludible para tornar este amor concreto, ya que esta participación es lo que conduce a una sociedad sin clases, una sociedad sin propietarios y desposeídos, sin opresores y oprimidos[6]

El padre Gutierrez está convencido de que la Iglesia, y por tanto los teólogos, deben comprometerse con esta lucha para “salvar” y “liberar” al hombre de las estructuras opresivas y establecer una sociedad socialista sin clases.

 

2.       La teología se convierte en la praxis revolucionaria

En este sentido, Benedicto XVI (en ese entonces Card. Ratzinger) fue bastante claro en denunciar la reducción de la teología a una mera praxis marxista, en donde la palabra redención era sustituida por liberación, que es vista en el contexto de la historia y de la lucha de clases[7]

No me parece necesario pues, clarificar el daño que han hecho y hacen constantemente las Revoluciones a la Iglesia, la Revolución Francesa, la Revolución protestante, y así, cualquier lenguaje de corte “revolucionario” que proponga un “nuevo método” de salvación distinto al que ya nos ha sido revelado en Jesucristo y en su Iglesia.

 

3.       La desacralización del Cristianismo

Es bastante común ver como consecuencia de esta teología equivocada, el daño que han causado en nuestros sacerdotes, que con un criterio de trasfondos marxistas, consideran que la vestimenta sacerdotal “les aleja” del pueblo, y por tanto es necesario ser más “cercano”, llevándoles a concluir erróneamente, que no debe existir diferenciación entre el sacerdote y el laico. Y así, los vemos por allí, vestidos como cualquier laico (en jean y camiseta remangada), llegando incluso a infectar la mismísima liturgia de estos criterios mundanos, cometiendo verdaderas barbaries litúrgicas, y mostrando por demás, una aversión a todo aquello que por ser sagrado, debe ser distinguido y elevado como tal, incluyéndose a sí mismo, puesto que el sacerdote es un consagrado para Dios. Más aún, la liturgia se convierte en una celebración de un pueblo en lucha, fomentando el odio y la desunión.

 

4.        Introduce en la Iglesia la lucha de clases y la herejía

Laicos contra sacerdotes; sacerdotes contra superiores y obispos; confrontación y desobediencia contra el Papa. Las virtudes teologales toman otros significados: La fe sería "fidelidad a la historia"; la esperanza vendría a ser "la confianza en el futuro" y la caridad es la "opción por los pobres". De esta manera, se priva a estas virtudes de su carácter teologal (su relación directa con Dios) y se convierten en supuestas virtudes meramente humanas. Es la herejía del "horizontalismo".

 

5.       Pérdida del sentido de la Iglesia

La bella definición del concilio Vaticano II de la Iglesia como "pueblo de Dios", se convierte en "Iglesia del pueblo" a secas, considerando al pueblo, obviamente, como la clase oprimida a la cual hay que concientizar e instruir para lanzarlos a la lucha libertadora.

Debo aclarar que el tema es mucho más complejo, sin embargo he tratado de tocar los puntos fundamentales, de manera que pueda ser entendido en su generalidad, y así también, para poder prevenir confusiones por parte de quienes promueven estas ideologías revolucionarias y dañinas al interior de la Iglesia.



[1] Sistema filosófico, político y económico basado en las ideas de Karl Marx y de Friedrich Engels, que rechaza el capitalismo y defiende la construcción de una sociedad sin clases y sin estado

[2] Gustavo Gutiérrez, Teología de la Liberación (Nueva York: Orbis Books, 1973), pp 255, 277.

[3] La dialéctica es propiamente “el arte de discutir” y su significado pertenece a los griegos. Sin embargo, si es aplicado al marxismo, designa el proceso con el que se desenvuelve la sociedad a lo largo de su propia historia, y a la vez, la forma en que se debe pensar para captar dicho proceso.

[4] Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Libertatis Nuntius. Introducción

[5] Mateo 4, 4

[6] Gustavo Gutiérrez, Teología de la Liberación (Nueva York: Orbis Books, 1973), página 276

[7] The Ratzinger Report: An Exclusive Interview on the State of the Church By Pope Benedict XVI, Vittorio Messori, Ignatius Press, 1985, pp. 183, 185

 
 
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