La moda de ser "espiritual" pero no religioso
En tiempos de Twitter y de la generación Y (millennials), ha surgido un nuevo slogan que pretende responder al eterno anhelo del ser humano por trascender. Sin embargo, esto de ser “espiritual pero no religioso” lejos de dar una repuesta concreta, tan sólo aumenta la demanda de la sección de “autoayuda” de las librerías.
Habría de complicarme innecesariamente en definiciones académicas sobre lo religioso y lo espiritual, así que me limitaré a hacer uso de ambos términos en un sentido específico. No sin antes aclarar que somos seres espirituales (porque trascendemos a la materia, es decir, aunque nuestro cuerpo muere, nuestra alma no agota en él su existencia) y también religiosos (dado que el hombre es un ser religioso por naturaleza, puesto que tiende a religar su vida a un Absoluto), y siendo así, podríamos decir que somos religiosos y espirituales, sin embargo, este artículo se refiere a un uso mucho más común.
Cuando la gente dice “soy espiritual, no religioso”, normalmente se refieren a que no practican una religión específica, pero que, a pesar de eso, reconocen que existe en el mundo algo más que sólo materia, es decir, una dimensión espiritual, y esto está muy bien, sin embargo, ¿en qué consiste esa dimensión espiritual? Dado que no se adhieren a un cuerpo doctrinal específico, la respuesta a esta pregunta tiende a responderse por sí sola de muchas formas. Las más comunes son la práctica de la meditación (tipo budismo o cualquier otra práctica oriental de relajación y meditación) y las lecturas de gurúes de lo espiritual/reflexión/no-religioso tipo Paulo Coelho o Deepak Chopra.
Jesucristo como un “gurú” más
Una de las características que diferencian radicalmente al cristianismo (comprendido como la plenitud del judaísmo) de cualquier otra religión, es del hecho de que, no es el hombre quien busca a Dios, sino que es Dios quien se ha revelado al hombre, de manera total y absoluta en Jesucristo. Si esto es verdad, si Dios existe y se nos ha revelado en Su Hijo, entonces esa dimensión espiritual no es etérea y abstracta, o personal y subjetiva, sino que tiene una existencia concreta.
“Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables”[1]
Luego, también dejó evidencia en el corazón humano:
“Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad y la voz de su consciencia, con su aspiración al infinito y a la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios. En estas aperturas, percibe signos de su alma espiritual. La semilla de eternidad que llevan en sí, al ser irreductible a la sola materia, su alma, no puede tener origen más que en Dios”[2]
Finalmente, Dios ha irrumpido en la historia, comunicándonos sus designios por medio de los profetas del Antiguo Testamento y más importante aún, por medio de Su Hijo, Jesús.
Siendo así, Dios verdaderamente se ha comunicado con nosotros para revelarnos el camino de la plena felicidad para el hombre, de manera que, la intención de considerar a Jesucristo sólo como un ejemplo de normas morales, como un iluminado o una especie de gurú espiritual que estaría al mismo nivel de Buda o Gandhi, implicaría desmerecer el designio salvador de Dios, la revelación divina de miles de años, desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo, la encarnación, Pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, y en fin, toda la Historia de la Salvación. La sabiduría eterna del Espíritu Santo que ha inspirado a los escritores sagrados de las Escrituras, la santidad de los mártires que han derramado su sangre por la fe, los testigos oculares del Resucitado, los santos Padres de la Iglesia de los primeros siglos y toda la Revelación, serían tan sólo una especie de camino alterno – muy estrecho –, frente a tantas otras ofertas de espiritualidad alternativa.
Dios es una Persona, no un vacío etéreo o un Absoluto sin-nombre que se pierde en el cosmos. Dios nos ama de forma personal y quiere de nosotros mucho más, que tan sólo el reconocimiento de que existe “algo más que sólo la materia”. Dios quiere entregarnos a manos llenas la riqueza de Su gracia en los Sacramentos que recibimos por medio de la Única Iglesia que ha fundado en Pedro.
En este tiempo de Pascua, recordemos a los discípulos de Emaús, que le reconocieron al partir el pan (Lc 24,35) y que nuestra alegría sea auténtica, porque ¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!
Dios los bendiga.
Habría de complicarme innecesariamente en definiciones académicas sobre lo religioso y lo espiritual, así que me limitaré a hacer uso de ambos términos en un sentido específico. No sin antes aclarar que somos seres espirituales (porque trascendemos a la materia, es decir, aunque nuestro cuerpo muere, nuestra alma no agota en él su existencia) y también religiosos (dado que el hombre es un ser religioso por naturaleza, puesto que tiende a religar su vida a un Absoluto), y siendo así, podríamos decir que somos religiosos y espirituales, sin embargo, este artículo se refiere a un uso mucho más común.
Cuando la gente dice “soy espiritual, no religioso”, normalmente se refieren a que no practican una religión específica, pero que, a pesar de eso, reconocen que existe en el mundo algo más que sólo materia, es decir, una dimensión espiritual, y esto está muy bien, sin embargo, ¿en qué consiste esa dimensión espiritual? Dado que no se adhieren a un cuerpo doctrinal específico, la respuesta a esta pregunta tiende a responderse por sí sola de muchas formas. Las más comunes son la práctica de la meditación (tipo budismo o cualquier otra práctica oriental de relajación y meditación) y las lecturas de gurúes de lo espiritual/reflexión/no-religioso tipo Paulo Coelho o Deepak Chopra.
Jesucristo como un “gurú” más
Una de las características que diferencian radicalmente al cristianismo (comprendido como la plenitud del judaísmo) de cualquier otra religión, es del hecho de que, no es el hombre quien busca a Dios, sino que es Dios quien se ha revelado al hombre, de manera total y absoluta en Jesucristo. Si esto es verdad, si Dios existe y se nos ha revelado en Su Hijo, entonces esa dimensión espiritual no es etérea y abstracta, o personal y subjetiva, sino que tiene una existencia concreta.
“Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables”[1]
Luego, también dejó evidencia en el corazón humano:
“Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad y la voz de su consciencia, con su aspiración al infinito y a la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios. En estas aperturas, percibe signos de su alma espiritual. La semilla de eternidad que llevan en sí, al ser irreductible a la sola materia, su alma, no puede tener origen más que en Dios”[2]
Finalmente, Dios ha irrumpido en la historia, comunicándonos sus designios por medio de los profetas del Antiguo Testamento y más importante aún, por medio de Su Hijo, Jesús.
Siendo así, Dios verdaderamente se ha comunicado con nosotros para revelarnos el camino de la plena felicidad para el hombre, de manera que, la intención de considerar a Jesucristo sólo como un ejemplo de normas morales, como un iluminado o una especie de gurú espiritual que estaría al mismo nivel de Buda o Gandhi, implicaría desmerecer el designio salvador de Dios, la revelación divina de miles de años, desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo, la encarnación, Pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, y en fin, toda la Historia de la Salvación. La sabiduría eterna del Espíritu Santo que ha inspirado a los escritores sagrados de las Escrituras, la santidad de los mártires que han derramado su sangre por la fe, los testigos oculares del Resucitado, los santos Padres de la Iglesia de los primeros siglos y toda la Revelación, serían tan sólo una especie de camino alterno – muy estrecho –, frente a tantas otras ofertas de espiritualidad alternativa.
Dios es una Persona, no un vacío etéreo o un Absoluto sin-nombre que se pierde en el cosmos. Dios nos ama de forma personal y quiere de nosotros mucho más, que tan sólo el reconocimiento de que existe “algo más que sólo la materia”. Dios quiere entregarnos a manos llenas la riqueza de Su gracia en los Sacramentos que recibimos por medio de la Única Iglesia que ha fundado en Pedro.
En este tiempo de Pascua, recordemos a los discípulos de Emaús, que le reconocieron al partir el pan (Lc 24,35) y que nuestra alegría sea auténtica, porque ¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!
Dios los bendiga.
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