Todo lo torcido se enderezará. Isaac el Sirio. Orígenes de Alejandría
Todo lo torcido se enderezará. Isaac el Sirio. Orígenes de Alejandría
No lo niego, Jerusalén fue destruida a causa de su ceguera, pero me pregunto: este llanto ¿no se refería a nuestra Jerusalén, a nosotros? Porque somos nosotros la Jerusalén sobre la cual Jesús lloró, nosotros que pensamos tener una mirada tan penetrante. Si después de haber sido instruido sobre los misterios de la verdad, después de haber recibido la palabra del Evangelio y la enseñanza de la Iglesia… uno de nosotros peca, provocará lamentaciones y llantos, porque nadie llora por ningún pagano, sino por aquel que después de formar parte de Jerusalén, deja de serlo… Ahí tienes, pues, la Jerusalén sobre la cual Jesús lloró. (Isaac el Sirio)
¿Por qué desesperamos? ¿No hemos recibido el mismo mensaje que los Magos de Oriente. Un Niño va a nacer. Un Niño que transformará a todo aquel que le deje entrar en su corazón. ¿Dónde se dará ese prodigio? Sigue la Estrella con paciencia y esperanza. Cuando se detenga, ese será el lugar. Si andamos el camino que nos indica el Espíritu, llegaremos justo donde el Señor está naciendo y podremos adorarle. Sin duda tenemos remedio.
Pero veamos si la profecía siguiente que se refiere a la venida de Cristo, se ha cumplido. De hecho, el texto prosigue: «todo lo torcido se enderezará». Cada uno de nosotros estaba torcido –por lo menos si se trata de lo que era en otro tiempo y no de lo que todavía hoy somos- y la venida de Cristo, que se ha realizado en nuestras almas, ha enderezado todo lo que estaba torcido... Oremos para que cada día se cumpla su venida en nosotros y podamos decir: «Vivo, pero ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí» (Gal 2,20) (Orígenes. Homilías sobre San Lucas, nº 22, 1-3)
El Adviento es un tiempo lleno de luz, pero no siempre estamos dispuestos a esforzarnos por llegar hasta final de camino. Las sombras de nuestra pereza y soberbia nos hacen perder la orientación. San Juan Bautista es el mejor ejemplo posible. San Juan Bautista fue predicando la Buena Noticia antes que nadie. Fue la voz que clama en el desierto, pero que consiguió que muchos llegaran hasta el Señor preparados y dispuestos. Varios de los Apóstoles fueron seguidores del Bautista.