Oh, Pachamama, te adoramos
Zapatero, en una entrevista concedida en la CNN, ha propuesto el 0,7 contra el cambio climático. A paliar el hambre a través de la ayuda para el desarrollo sólo aportamos el 0,4 -y de eso, un pico se lo llevan Barceló & friends-, pero para paliar los desmanes a la Madre Tierra, no hay que reparar en gastos. Alabada sea Pachamama...
Feliz debe de estar Evo Morales al ver que su amigo Zapatero, mitad maestro, mitad condiscípulo, también adora a Pachamama, el Espíritu de la Madre Tierra, cuyos derechos, según el líder indigenista, están por encima de los derechos de las personas, y así han de ser respetados. Zapatero dice Amén, y propone a los países incrementar el gasto (¡qué raro!) para dedicarlo a combatir las profecías de Al Gore, que en verano, cuando se asa todo quisqui, se llaman Calentamiento Global, y en invierno, cuando nos pelamos de frío y humedad, se llaman Cambio Climático.
Parece lógico que para paliar el desgaste del planeta, sobre todo, lo que hace falta es reducir. Reducir emisiones de CO2, reducir el consumo de agua y de energía, reducir los contaminantes y utilizar energías más limpias y baratas... Pero lo que propone Zapatero es cubrir de oropeles a Pachamama, incensar con nuestros impuestos a la Madre Tierra y, de paso, extender su ideología al son de los tambores tribales.
La excusa es perfecta: Ya no se dominará la tierra, como dicen los caducos y trasnochados cristianos, sino que nos dejaremos dominar por ella. La alabaremos, honraremos y nos someteremos a sus dictados. Ergo si la tierra no puede producir más, no hay que mejorar las infraestructuras agrarias, ni optimizar las explotaciones, ni siquiera reducir el consumo desmedido. ¡Herejía! Lo que hay que hacer es procurar que haya menos personas que consuman, para que Pachamama (te alabamos) no tenga que sufrir tanto desgaste. La deidad ha ser satisfecha con sacrificios rituales, que en el siglo XXI no se hacen sobre altares públicos, ¡con lo que salpica la sangre! A Pachamama gracias, los abortorios se comprometen a limpiar los restos de las víctimas expiatorias, que ya no abrirán su boca demandando alimento, ni estirarán sus manos solicitando abrigo, ni robarán espacio al viento con sus viviendas.
En Cartago tocaban las trompetas para acallar el griterío de los niños que eran arrojados a las llamas, para mayor gloria de Baal-Haman. Aquí, los media ya se encargarán del trompeteo para cantar las bondades de Pachamama, proclamadas por sus augures Morales, Gore y Zapatero. A este último, por cierto, se le podría representar con dos brotes verdes en la mano... ¡Oh, Pachamama, te adoramos!
José Antonio Méndez