Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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Sobre los abusos en Granada (con PostScriptum)

por Ni un pelo de tontos

Hay un caso de abusos sexuales en Granada que resulta de lo más nauseabundo se coja por donde se coja.
A los pederastas en la Iglesia (y fuera de ella) soy partidario de atarles una piedra de molino al cuello y echarlos al río, francamente. Y de quien toque a un niño, destrozándole la vida y la inocencia, espero que se pudra en la cárcel. En ocasiones, creer en el infierno viene a reforzar un poco más la creencia en la Justicia divina. Este chico, como todas las víctimas, merecen todo el apoyo de la Iglesia, todas nuestras peticiones de perdón, y toda nuestra oración.
Si llega a leer estas líneas, y dado que yo soy también Iglesia: querido hermano, te pido muy sinceramente perdón por lo que te hicieron esos bastardos que en lugar de mostrarte el amor de Dios, abonaron tu corazón con el dolor. Perdona, querido hermano. Perdónanos de todo corazón.

Hasta aquí lo más importante. No obstante, hay en esta investigación periodística un par de cosas que no quiero dejar de señalar.

* Los abusos ocurrieron en un colegio de religiosos. Dato que se omite en la mayoría de los artículos que han destapado el caso (y muy bien destapado) porque quienes lo han sacado a la luz tienen una especial querencia por blindar el buen nombre de algunas ordenes religiosas, especialmente de aquellas que suelen ser más díscolas con el Magisterio de la Iglesia. Se trata de dar cera a otras instancias eclesiales, obispos y ciertos movimientos, especialmente.

* Por ser en una orden religiosa, y sin que hubiese denuncia previa ante el arzobispado, el obispo de Granada no podía conocer los hechos (que yo sepa lo obispos no tienen el don del conocimiento omnipotente) porque además la víctima consideró mejor dirigirse directamente al Papa. Sin embargo, ahora parece que monseñor Martínez es un encubridor que maltrató al joven.

* La orden religiosa implicada hasta el tuétano se desconoce. Pero el movimiento al que pertenece el obispo (CL) se airea
, barnizándolo como ultra, aprovechado del poder eclesiástico y manipulador subterfugio. Otra vez: religiosos buenos vs. obispos y nuevos movimientos malos.

* Por cierto: quien quiera conocer a Comunión y Liberación, puede hacerlo, por ejemplo, yendo a la Cañada Real, en Madrid, los jueves por la noche, que si no me equivoco de día y de hora, es cuando van a repartir bocadillos a los pobres.

* El obispo puede ser más o menos hosco en el trato, pero el desarrollo cronológico de los hechos hace pensar que actuó con intención de diligencia. Pero si se leen ciertos artículos, vuelve a parecer que no: que actuó tarde, encubriendo, y maltratando aún más a la víctima. De hecho, parece que hasta el Papa quiere fulminarlo por mala gestión. Ajá.

* Y, como colofón, sale a relucir el nombre del cardenal Rouco, como no podía ser de otra manera. Ya se sabe: Papa bueno (que lo es, ojo) frente a Rouco y obispos amigos malos.

Esa es la independencia, la objetividad y el rigor con el que tratan los asuntos de Iglesia algunos periodistas españoles. Uno de los cuales (Jesús Bastante), todo sea dicho, tiene el mérito de haber sacado a la luz este repugnante caso, tras tiempo de investigación. Lo cortés no quita lo valiente.

José Antonio Méndez


PD: Otro ejemplo: quien lea ciertos medios eclesiales, no se habrá enterado de que el arzobispo de Valladolid y Presidente de la CEE, monseñor Ricardo Blázquez, ha animado a la gente a manifestarse el 22-N en Madrid, porque «un hijo no es un tumor». ¿Se imaginan que Rouco hubiera dicho eso, cómo habrían sido las críticas por meterse en política, usar palabras duras, ir de la mano de los lobbys provida neocon, etc.?

CODA P.S.
: Una vez publicado este artículo, recibí una llamada en un tono absolutamente cordial del periodista Jesús Bastante, sólo para decirme que poco después de publicar yo el post, él había respondido a las informaciones de varios medios que decían que los acusados eran religiosos y que se habían producido en un colegio. Bien, al parecer son sacerdotes incardinados en la diócesis, esto es, diocesanos, que estaban intentando formar una fraternidad religiosa que aún no había sido reconocida por la Iglesia, aunque vivían de facto casi como si lo estuviera. Es decir, en rigor NO son religiosos, sino sacerdotes de la diócesis que querían vivir como tales. Dicho queda.

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