Rezar por las victimas de París y por nosotros
Rezar por las victimas de París y por nosotros
Para pecar, tú solo te bastas; para obrar rectamente necesitas Quien te ayude [Dios]... (San Agustin, Sermón 265D, 7)
¿Qué razón puede llevar al ser humano a asesinar a otras personas inocentes e indefensas? Nos horrorizamos por las victimas de los atentados de París, pero esta barbarie forma parte de la vida cotidiana en muchas partes del mundo. Los terroristas han traído lo que conocen y saben hacer, hasta el centro de la cultura occidental. Nos parece intolerable que haya pasado en París, pero no que esté sucediendo en África u Oriente Próximo. Nuestra sociedad está enferma, llena de traumas que le impiden reaccionar y defenderse del mal que está esperando la ocasión más propicia para manifestarse.
Para hacer el mal nos bastamos nosotros mismos. Nuestra voluntad es capaz de ser utilizada por fanáticos sin escrúpulos cuando perdemos la capacidad de autocrítica y sobre todo, la comunicación con Dios. Dios es el bien absoluto, si lo despreciamos, somos rehenes del maligno. Esto es lo que el fanatismo islámico está utilizando para producir sufrimiento y desesperación en todos nosotros. Simplemente, nos separa de Dios porque no entendemos cómo puede permitir que estas cosas sucedan.
En las redes sociales es fácil encontrar mensajes que piden que dejemos de rezar por las víctimas. La razón de esta petición es que la religión tiene la culpa de lo que ha sucedido. La estrategia del maligno está muy bien tejida. Nos desespera y nos impide encontrar consuelo en Dios. El resultado es un ser humano que pierde el sentido de sí mismo y termina por mutilarse espiritualmente. ¿Es eso lo que queremos? A veces parece que sí.
Para hacer el bien necesitamos de Dios y por ello tendríamos que rezar por las víctimas de París y también por nosotros mismos. No podemos dejar de confiar en Dios. Sólo Cristo tiene palabras de Vida Eterna. Sólo Él es Camino, Verdad y Vida. Una sola palabra de Cristo es suficiente para sanarnos. Pero para que Dios se haga presente entre nosotros, tenemos que estar unidos en su Nombre, sabiendo que nada podemos sin Él.
Oremos mucho, que cada día lo necesitamos más.