Jueves, 21 de noviembre de 2024

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Por qué en Filipinas no se habla español

Por qué en Filipinas no se habla español
Universidad Santo Tomás. La primera universidad de Asia. Fundada por el español Miguel de Benavides, arzobispo de Manila.

por En cuerpo y alma

 

            Seguro que se lo ha preguntado Vd. en alguna ocasión. Y la respuesta, si se conoce un poco la historia de la evangelización y colonización españolas en América, y sobre todo, la del proceso de emancipación de los virreinatos americanos frente a la Corona, no es tan difícil de encontrar.

             Contrariamente a lo que se suele pensar –y como tuvimos ocasión de ver ya, cuando leíamos las consecuencias que una derrota de Blas de Lezo habría tenido para América, pinche aquí si desea conocerlas- cuando España abandona el escenario continental americano, apenas un 20% de los indígenas hispanos es capaz de hablar español. Los españoles no impondrán la lengua española en el Nuevo Mundo. El mismísimo Felipe II había respondido a quienes le preguntaban sobre el tema, “no es conveniente que a los indígenas se les obligue a hablar el español”.

             La labor española en América más bien consistirá en promover las grandes lenguas americanas (náhuatl, quechua, aymara, guaraní, etc.) para su utilización como lenguas francas en un gigantesco territorio en el que había más de dos mil idiomas diferentes, hasta el punto de que, primero, todos los misioneros tenían la obligación de conocer la correspondiente al lugar en el que misionaban; segundo, los frailes españoles escribieron hasta seiscientas gramáticas de las lenguas locales; y tercero, en las muchas universidades fundadas por los españoles en América, -casi treinta-, había una cátedra de la lengua local mayoritaria en el lugar.

             Y es que para sorpresa de todos, la labor de universalización del español en América no había sido una labor de la Corona Española, sino que lo será, después de la emancipación, de los gobiernos que la sustituirán en las decenas de repúblicas que reemplazan a los cuatro virreinatos.

             Y bien, todo esto dicho, ¿por qué no pasó lo mismo en Filipinas? Por la muy sencilla razón de que al gobierno en el archipiélago de la Corona española no seguirá en él un gobierno criollo, -o por lo menos mestizo-, filipino, sino directamente yankee.

             Y es que, contrariamente a lo que se suele creer –cuántas son las veces en que la historia es distinta de “lo que se suele creer”- Estados Unidos no colaboró a la independencia de Filipinas frente a España, sino que simple y llanamente, arrebató las islas a ésta para establecer en ellas una colonia yankee, como así será durante casi medio siglo, desde que en 1898 las conquista –sí, la conquista, que al final los yankees tienen bastante menos aversión a la "conquista" de lo que nos suelen decir- hasta que en 1946, al terminar la Segunda Guerra Mundial, les concede, por fin, la independencia. Aunque sólo sea porque, a cambio de concedérsela ellos al archipiélago, le imponen a ingleses y franceses que hagan lo propio con todo su fabuloso imperio, sobre todo el inglés, como medio para poder abrir todos los mercados coloniales a los productos de la nueva economía hegemónica del planeta, la norteamericana.

             Pues bien, en lo acontecido en ese medio siglo en que Estados Unidos se convierte en la potencia colonial que somete a Filipinas debemos encontrar la clave de la desaparición del español en las islas, en lugar de verse alzado a la condición de lengua franca y oficial como había ocurrido en el resto de los antiguos territorios americanos de la Corona española. Los gobernantes yankees no se van a dedicar a otra cosa que a erradicar del archipiélago todo resto de lo que había sido la presencia española en él, y notablemente la lengua. También el patrimonio cultural, completamente destruido por el General McArthur, al final de la Segunda Guerra Mundial, en sus atroces bombardeos sobre Manila, en los que además de la aniquilación de todo el legado arquitectónico español, se produce la muerte de cien mil personas… ¡¡¡tantas como en Nagasaki, el triple que en todos los bombardeos nazis sobre Londres!!!

             Menos suerte tendrán los yankees con la religión, que no podrán erradicar -tal era la profundidad e intensidad de la evangelización española de América, por la que ahora tantos van pidiendo excusas y perdón-, como sí habían hecho, en cambio, en los estados occidentales de Norteamérica, cuando los conquistan –sí, ha oído Vd. bien, “los conquistan”, en este caso, a Méjico-. O antes, sus antecesores británicos en Jamaica, Trinidad y Tobago, y tantas pequeñas islas del Caribe. Pero no gracias a un proceso de conversión religiosa del catolicismo al protestantismo, no, sino, según el caso, mediante el exterminio y la expulsión -exterminio en el caso de los indígenas, expulsión en el de los españoles-, de las poblaciones católicas preexistentes.

             Que de no haber conquistado los yankees Filipinas, y de haber accedido ésta directamente a su independencia de España en 1898, la lengua franca del archipiélago en el que se hablan ciento setenta lenguas autóctonas habría sido el español no cabe dudar, y ello por tres razones por lo menos.

             Primero, por la experiencia de lo acontecido en América, donde, como hemos dicho, son los gobiernos criollos y mestizos republicanos que sustituyen a las autoridades virreinales los que universalizan el uso del español, algo que, en justicia, debemos agradecerles.

             Segundo, la buena disposición que en ese sentido tenían los filipinos que se levantan contra la madre patria, de lo que es buena prueba que la primera Constitución que llegan a elaborar antes de que Estados Unidos se haga con el control total y definitivo del archipiélago después de arrebatárselo a España, esté escrita, precisamente, en español.

             Y tercero, la realidad fáctica de un archipiélago en el que se hablan hasta 170 lenguas diferentes, absolutamente necesitado de una lengua franca, papel que al final terminará desempeñando el inglés, pero que habría desarrollado, sin duda alguna, el español, de no haber sido por la labor colonizadora de los que decían venir a liberar las islas de la colonización.

             Argumentos como éste y otros no menos novedosos, puede encontrar Vd. en mi último libro “Historia desconocida del Descubrimiento de América. En busca de la Nueva Ruta de la Seda”.

 

            Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.

 

            ©L.A.

            Si deseaponerse en contacto con el autor, puedehacerlo en encuerpoyalma@movistar.es. En Twitter  @LuisAntequeraB

 

 

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