Domingo, 24 de noviembre de 2024

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A diversidad de uniones, ganancia de pescadores. Catecismo

A diversidad de uniones, ganancia de pescadores. Catecismo

por La divina proporción

Cuando lo que hacemos pierde su sentido nos acaba pareciendo que todo es igual, todo vale. Una vez perdido el sentido nos preguntamos ¿Por qué no? Y decidimos andar el camino más sencillo: el de la indiferencia hacia nuestros hermanos. A  veces, incluso, podemos llegar a sentirnos orgullosos de la indiferencia que transmitimos a casi todo y todos.


Digo casi, porque la indiferencia se vuelve violenta denuncia, cuando les muestras la trampa que hay detrás la indiferencia que promocionan como misericordia. Te colocan la etiqueta de rigorista y fundamentalista en segundos. Después serás indigno y despreciable toda la vida.
 

Se nota que el Sínodo de la Familia anda cerca y cada vez hay más opiniones sobre determinados puntos, como sobre las uniones de hecho, uniones homosexuales o divorciados vueltos a casar por lo civil. Opiniones que son confesiones de lo que ya es práctica habitual dentro de nuestra amada Iglesia. He leído dos referencias que me hace pensar en todo esto. 

La primera son las declaraciones del Obispo Franz-Josef Bode de Osnabruck (Alemania). En ellas se habla sobre las uniones homosexuales y las parejas que conviven sin casarse sacramentalmente. Nos dice que con “una oración y una bendición privada, puedes acompañarlos en su camino”. Personalmente conozco algún sitio donde ya se está haciendo de esta manera. 

La segunda lectura profundiza un poco más en la opción de las bendiciones. Son las declaraciones del teólogo suizo Markus Arnold sobre el mismo tipo de uniones. “Yo mismo como coordinador (lider) laico de la Parroquia en Oberrieden, he celebrado servicios de alabanza con personas vueltas a casar (divorciados). No es una boda, pero se puede entender de forma análoga. Los homosexuales o divorciados que desean casarse siempre encuentran a alguien que les haga la celebración en la Iglesia”. Después critica a un sacerdote que publicitó en una hoja parroquial estas bendiciones y fue amonestado por su obispo: “Se hacen muchas cosas que están prohibidas por la jerarquía. Simplemente, no deberías de irlas proclamando 

Seguro que podríamos rasgarnos las vestiduras en este momento, pero espere un momento. Tranquilidad. Vamos a analizar qué es una bendición y donde está el problema de estas pseudo-liturgias y pseudo-sacramentos, que nos venden como una solución. Veamos lo que dice catecismo: 

1671. «Entre los sacramentales figuran en primer lugar las bendiciones (de personas, de la mesa, de objetos, de lugares). Toda bendición es alabanza de Dios [ascendente] y oración para obtener sus dones [descendente]. En Cristo, los cristianos son bendecidos por Dios Padre “con toda clase de bendiciones espirituales” (Ef 1,3). Por eso la Iglesia da la bendición invocando el nombre de Jesús y haciendo habitualmente la señal santa de la cruz de Cristo». 

1672. «Ciertas bendiciones tienen un alcance permanente: su efecto es consagrar a Dios personas y reservar para el uso litúrgico objetos y lugares. Entre las que están destinadas a personas –que no se han de confundir con la ordenación sacramental– figuran la bendición del abad o de la abadesa de un monasterio, la consagración de vírgenes y de viudas, el rito de la profesión religiosa y las bendiciones para ciertos ministerios de la Iglesia (lectores, acólitos, catequistas, etc.)… 

2626 La bendición expresa el movimiento de fondo de la oración cristiana: es encuentro de Dios con el hombre; en ella, el don de Dios y la acogida del hombre se convocan y se unen. La oración de bendición es la respuesta del hombre a los dones de Dios: porque Dios bendice, el corazón del hombre puede bendecir a su vez a Aquel que es la fuente de toda bendición. 

Las primera pregunta es ¿Podemos bendecir algo que no se ajusta al plan de Dios? Seguro que ante esta pregunta alguna persona pensará en la conceptos como “proporcionalidad” y en el “mal menor”. No es lógico solicitar para un mal, la bendición de Dios. No es lógico pedir al Señor que acepte y llene de dones, algo que sabemos que no está en sus planes. ¿Qué pasa si lo hacemos? Estamos mostrando incoherencia y actuando con falsedad. Es posible que algunas personas piensen que hacer esto sí es parte de los planes de Dios. Entonces el problema verdadero es a nivel de fe. No compartimos la misma fe aunque nos queramos llamar católicos. 

Por otra parte, ¿no es un engaño hacer creer a una pareja de personas que están casados por la Iglesia por asistir a una para-liturgia carente de sentido? Desde mi humilde punto de vista, se causa un gran daño realizando bendiciones improcedentes. Daña a las personas que son aparentemente bendecidas, ya que creen en algo que no han recibido. Esto daña a la Iglesia, que pierde su sentido y coherencia. Daña a la sociedad, ya que se da a entender que se acepta algo que no es aceptable. También es posible que quien realice y desee esta bendición no entienda los sacramentos como nosotros. Esto vuelve a ser un problema de fe. 

En cualquier caso, creo que es bueno que denunciemos estas prácticas con templanza, prudencia y humildad. Hay que ser consciente que gritar no sirve para mucho en una sociedad saturada de ruido. Para muchas personas la Verdad se adecua a las apariencias que nos interesen, por lo que nos echarán en cara que tomamos una postura poco caritativa. En una sociedad que vive de simulacros, la Verdad es lo menos importante. Nos conformamos con poco o nada. Nos sentimos felices comprando mentiras envueltas en papel timbrado de misericordia. No podemos esperar mucho más de la sociedad donde vivimos. 

Lo que sí podemos y debemos, es orar por la Iglesia y por los Padres Sinodales. Que el Espíritu Santo les ilumine.

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