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Toledo, 5 de agosto de 1936. En el Paseo del Tránsito

por Victor in vínculis

El siervo de Dios Ramiro Herrera Córdoba nació en Heras (Cantabria), el 13 de marzo de 1862. Ordenándose en el mes de mayo de 1885. Fue ecónomo de Artieta y Berrandúlez (pueblecitos de la provincia de Burgos) en 1884.

El 7 de diciembre de 1888 el obispo de Mondoñedo, monseñor José María Justo de Cos y Macho, es nombrado arzobispo de Santiago de Cuba, en la isla de Cuba. Monseñor Cos toma posesión de esta sede el 2 de enero de 1890 hasta agosto de 1892 (de aquí pasará a Madrid; en 1911. Finalmente, ocupando la sede de Valladolid, recibirá el nombramiento de cardenal).

Cuando el arzobispo Cos llegue a Cuba, se encontrará con don Ramiro Herrera, cántabro como él. Don Ramiro había sido nombrado racionero (prebendado con derecho a ración, o sea, que dispone de parte de las rentas de la catedral) de la catedral de Santiago de Cuba (bajo estas líneas), según publica la prensa el 20/21 de julio de 1889.



Durante el pontificado del arzobispo Cos recibe los siguientes cargos: en 1890, secretario del Cabildo Metropolitano de dicha Catedral; secretario de Cámara y Gobierno del Arzobispado de Santiago de Cuba.

En 1891, comisario de Cruzada y de los Santos Lugares. Ese mismo año nos informa La Dinastía, diario político, literario, mercantil y de avisos, editado en Barcelona, con fecha del jueves 15 de octubre que “ha sido nombrado para canónigo de merced de la santa iglesia metropolitana de Santiago de Cuba a don Ramiro Herrera y Córdoba”.

Finalmente, en 1892 recibe el nombramiento de secretario del Vicariato Capitular y segundo administrador del Arzobispado.

En la Guía Oficial de España de 1892, en el apartado del Estado Militar de Ultramar, recoge en la página 487, al hablar del Clero Castrense, recoge que para la diócesis de Santiago de Cuba, monseñor José María de Cos era el subdelegado y don Ramiro Herrera, era el secretario.
 
El 15 de mayo de 1892, el siervo de Dios bendecía el nuevo “Asilo San José de Ancianos Desamparados” en Santiago de Cuba. Fundado en 1869 por el beato Ciriaco Mª Sancha, había tenido que cambiar de ubicación por problemas de espacio. Tras la revolución de 1963, el hogar de ancianos pobres desaparecía; después de diversos avatares el edificio es ocupado hoy por la Facultad de enfermería Máximo Gómez Baez.

Tras la marcha del arzobispo Cos, el siervo de Dios siguió atendiendo sus tareas hasta la llegada del nuevo prelado.

Las circunstancias políticas por las cuales atravesó Cuba en ese período, transcurrieron en tiempos de guerra, por lo cual nada o muy poco pudo hacerse en el plano pastoral. El 5 de noviembre de 1894 llegaba el nuevo arzobispo, el franciscano Francisco Saénz de Urturi; de tal manera que casi cuatro meses después de su toma de posesión estalló la guerra de 1895. La guerra se inició el 24 de febrero de 1895 en un levantamiento simultáneo de 35 localidades cubanas y terminó el 12 de agosto de 1898 con la rendición del ejército colonial español ante el avance militar estadounidense, con la asistencia y el apoyo de los mambises (miembros del ejército independentista cubano).

En La Ilustración Española y Americana, del 22 de septiembre de 1896, aparece publicada la siguiente noticia, en la sección “Libros presentados a esta redacción por autores y editores”:

«Discurso pronunciado por don Ramiro Herrera y Córdoba, capellán del Escuadrón de Voluntarios de Caballería de Santiago de Cuba, con motivo de la bendición del banderín de la Compañía de Guías del General. Notable por su fondo y su forma es el breve y vigoroso discurso de que nos ocupamos, y si dignos de alabanza son los elevados y patrióticos sentimientos que en él demuestra su autor, no menos digna de encomio es la forma brillante y correcta con que los ha valorado. Al Sr. Herrera y Córdoba agradecemos de todas veras el envío de ejemplares con que nos ha favorecido».

El Arzobispo presentó su renuncia, regresando a España el 2 de abril de 1899. El 27 de abril de 1899, León XIII, nombró arzobispo de Santiago al primer cubano, se trataba de monseñor Francisco de Paula Alejandro Barnada.

Regresemos con nuestro protagonista.

En el diario de la tarde, La Época, del jueves 8 de septiembre de 1898, se informa de que “a las ocho de la mañana de ayer fondeó en La Coruña, procedente de Santiago de Cuba, el vapor Montevideo. Ha hecho la travesía en doce días y ocho horas y trae patente limpia. A bordo ha traído… un total de 2.417 hombres… El Montevideo pasó al lazareto de Oza, donde estará cinco días en cuarentena”.



En el listado de los que vuelven a España figura como capellán, don Ramiro Herrera. Al regresar a España, se incorpora como canónigo al clero de la Catedral Primada de Toledo.

El Castellano nos informa, el 19 de abril de 1910, que el Siervo de Dios ejerce el cargo de Presidente del Círculo Católico y Sindicato de obreros al Patriarca San José. El periódico titula que se ha celebrado una “Hermosa fiesta”.

«Fruto del Triduo de ejercicios fue la numerosa Comunión dada, a las ocho, por el Emmo. Sr. Cardenal (monseñor Gregorio Aguirre), y que duró hasta las nueve y media. La mayor parte de los obreros, multitud de caballeros de todas las clases de la sociedad, infinidad de señoras, se acercaron a recibir de manos del Prelado el pan de los fuertes. Y fue tal el número de las comuniones, que habiéndose agotado las sagradas formas, viéronse precisados a aprovechar la celebración de otra Misa para que pudieran consagrarse otras nuevas y en gran abundancia.

A las diez y media se celebró la fiesta principal, con orquesta y sermón. Ofició la Santa Misa el M. I. Sr. D. Ramiro Herrera, canónigo de la Santa Iglesia Primada y Presidente del Círculo. El sermón, a cargo del muy ilustre Sr. Valiente, quien hablando de San José y presentándole al auditorio como modelo de obrero cristiano, todo entusiasmado ante tan devoto y silencioso público, no sabía acabar ni los oyentes supieron cómo se les pasó el tiempo; tan absortos estaban escuchando al elocuente orador.

La bendición de la bandera fue la última ceremonia religiosa; se verificó después de la reserva, y como saben nuestros lectores, la hizo […]

Después el M. I. Sr. D. Ramiro Herrera, Director del Círculo, leyó en alta voz un telegrama recibió de Su Santidad el Papa, redactado en estos términos: “Santo Padre agradece homenaje Círculo Católico envía pedida bendición. Cardenal Merry del Val”».
 
El 1 de marzo de 1914, junto al obispo auxiliar de Toledo, monseñor Antonio Álvaro Ballano, “bendiciendo una gran fábrica de aceites, movida a vapor, que de nueva planta se estableció en el paseo de la Rosa, no muy lejos de la Estación”, según noticia de El Castellano (4 de marzo de 1914).

En 1920 es nombrado académico, por Toledo, de la Real Academia de Bellas Artes.

En La Época del 9 de julio de 1921, podemos leer que:
«…los turistas que han visitado Toledo últimamente muéstranse encantados de las obras de restauración que se realizan en el famoso santuario del Santo Cristo de la Vega, las cuales están muy adelantadas.

Con esas obras, que dirige el culto canónigo de la catedral, don Ramiro Herrera, puede decirse que Toledo recupera una joya artística.

Aquella pintoresca ermita (situada entre las frondosidades de la Vega baja toledana, a orillas del Tajo, centro de piadosas leyendas y tradiciones, y lugar donde la vida visigótica se manifestó intensamente en los Concilios en el perdido templo de Santa Leocadia), está siendo objeto de una verdadera transformación.

De puro estilo mudéjar, muestra al exterior su ábside formado por arcaturas superpuestas, que ya han sido restauradas. Su interior fue víctima de uno de tantos atentados como se cometieron en pasados tiempos, por manos profanas en el arte, que cubrían con yeso y cal tesoros inestimables.



La paciente y delicada labor del señor Herrera viene consiguiendo que arcos graciosos, polilobulados, ojivas túmidas y toda la tracería sin igual del primoroso estilo mudéjar, se conserven puros, se restauren en sus elementos perdidos y que se devuelva al artístico templo el prístino carácter.

A la restauración del edificio seguirá el embellecimiento del recinto que lo circunda con un jardín, y haciendo desaparecer alguna construcción adjunta, que además de ser antiestética, priva al turista de la contemplación de la ermita.

Las obras de restauración del Cristo de la Vega son objetos de merecidas alabanzas».
 
En El Castellano del 16 de diciembre de 1921 podemos leer que “su eminencia reverendísima el cardenal arzobispo de esta Archidiócesis (Enrique Almaraz Santos), teniendo en cuenta las circunstancias de laboriosidad, celo e ilustración que concurren en el muy ilustre señor D. Ramiro Herrera y Córdoba, canónigo de la S. I. P., se ha dignado nombrarle administrador diocesano de la Santa Cruzada, cargo que ha dejado vacante el virtuoso canónigo D. Antonio Ladreda Fernández (que en paz descanse). En el próximo número del “Boletín Eclesiástico” se dará noticia oficial del nombramiento”.

En 1922, ya informa El Castellano que “se halla bastante aliviado de su enfermedad, nuestro particular amigo, el canónigo de la Santa Iglesia Catedral Primada, D. Ramiro Herrera. Lo celebramos”.


Fotografía de José Villar Martelo. Canónigos de la Primada en un Corpus de finales de los años 20.

El Castellano del 27 de diciembre de 1929, titula en la primera página: “Galardón bien merecido”:

«Con gran complacencia llega hoy a nosotros la noticia de haberse concedido por la Santa Sede la jubilación al canónigo don Ramiro Herrera, después de cuarenta años de laudables servicios en las Catedrales de Toledo y Cuba, y aunque la modestia con que siempre rehúye todo encomio de sus méritos, nos veda el ocuparnos de su persona, no hemos de avenirnos al silencio en esta especial ocasión, dedicándole unas líneas que sean algo así como el refrendo de la gracia que tan merecidamente le otorga la Iglesia. Su expediente personal, de donde está tomado cuanto decimos, nos da hecho el relieve más acabado de nuestro particular amigo.

Tenemos aún muy presentes sus iniciativas y felices gestiones al frente del Círculo Católico, allá por los años 11 y 12, fecha en que atravesara Toledo días muy difíciles y azarosos, y por modo especial recordamos aquellas escuelas nocturnas que tan hermosos y abundantes frutos dieron. Tampoco hemos olvidado la excelente labor realizada en el Santo Cristo de la Vega, años más tarde, que fue objeto de unánimes elogios, hasta el punto de que muchos creyeron al señor Herrera profesional en arquitectura, pues tal era la técnica con que se hacía tan delicada y difícil restauración.

Y por lo que al presente toca, huelgan los encomios de su situación en la oficina que hoy regenta. Los que frecuentemente presenciamos la abrumadora labor que se realiza en Habilitación del Clero, podemos dar testimonio de que, con razón, ha merecido muchas veces el honroso dictado de Administración modelo entre todas las de su clase en España. A ello cooperan eficazmente los inteligentes oficiales, para los que toda alabanza será siempre poco.

Pero donde más se destaca su actuación, es en los diversos cargos, no todos consignados aquí, con que le distinguieron en Santiago de Cuba, ya el prelado al nombrarle secretario de Cámara y de la Subdelegación Castrense, canónigo de Cruzada y director de Moral en las escuelas públicas de la ciudad; ya también el Cabildo y el Vicario capitular, al vacar la Archidiócesis, designándole para el cargo de secretario capitular, ecónomo de la Mitra e interventor de Hacienda, el primero, y secretario del Gobierno Eclesiástico, Sede vacante, tesorero de la Junta de reparación de Templos y profesor de Historia, el segundo.

Hasta las mismas autoridades civiles y militares quisieron también hacer honor y utilizar las excelentes cualidades del citado canónigo, al nombrarle el ministro de Estado comisario de los Santos Lugares. El alcalde la ciudad para vocal de exámenes de las escuelas públicas y también de la Junta para la creación y construcción de un asilo, y el capitán general de la Isla, para capellán de voluntarios de la capital, mereciendo por su patriótico comportamiento durante el asedio de la ciudad, que el ministro de la Guerra, le concedió la cruz de primera clase del Mérito militar, con distintivo rojo, premio nada común para los no profesionales de la milicia.

Del señor Herrera, a quien por tantos títulos es justo presentar como sacerdote benemérito de la Iglesia y de la Patria, puede decirse con sobrados motivos, que la gracia con que hoy premia la Iglesia su larga vida capitular, es un galardón bien merecido. Por ello lo felicitamos muy efusivamente y pedimos a Dios le conceda largos años de vida para disfrutarla».
 
Los últimos años de su vida, acude en representación del Cabildo a diversos momentos de la vida de la archidiócesis: por ejemplo, el 22 de diciembre de 1922, acompañando al beato Narciso de Estenaga, deán de la Catedral Primada, para el traslado del cadáver del cardenal Enrique Almaraz, que falleció en Madrid. O, cuando el 11 de abril de 1934, acudió a la iglesia parroquial de Chamartín de la Rosa en Madrid para asistir al funeral de doña Juliana Sáenz Camarero, madre del Cardenal Pedro Segura, expulsado de España, desde 1931, por las autoridades republicanas.

Sabemos también de su afición a la fotografía por un comentario de El Castellano, del 19 de junio de 1935. “La fotografía de la custodia, que publicamos en este mismo número es original del muy ilustre señor don Ramiro Herrera, canónigo de la Primada”. La foto de la Custodia de Arfe aparecía en la primera página con motivo del día del Corpus que se celebraba, aquel año, al día siguiente.



En 1936, cuando estalla la guerra, el Siervo de Dios tiene ya cumplidos los 74 años. Seis veces han registrado ya su domicilio, en cada una de ellas, los propios milicianos han comprobado la situación del anciano, que está postrado en la cama por una enfermedad algo grave. Pero el último día, tras el registro se despiden diciéndole:
 
-Una de dos: o te mueres pronto o te pones bueno para "escabechearte"; puedes elegir lo que más te guste.
 
Don Ramiro, todavía conserva el puesto de representante del Arzobispado en la Comisión de Monumentos. Por lo visto, a los milicianos que han hecho el último registro les ha gustado la casa del canónigo y deciden volver para “darle el paseíllo”.
 
A las cuatro de la tarde del 5 de agosto, se presentan sus asesinos. Le obligan a levantarse de la cama, lo malvisten y lo llevan casi arrastras hasta el Paseo del Tránsito, donde lo fusilan. Días después instalaron un local de las milicias en la casa del siervo de Dios.
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