Viernes, 22 de noviembre de 2024

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Nuevo "Instrumentum Laboris", nueva polémica.

Nuevo "Instrumentum Laboris", nueva polémica.

por La divina proporción

Se acaba de publicar el “Instrumentum Laboris” para el nuevo Sínodo de la Familia. Este texto busca sentar las bases a partir de las que iniciará el diálogo, por lo que es importante que sea claro, definido y lo menos tendencioso posible. 

Es maravillosa la capacidad que tenemos los humanos de entrar en polémica y disputa. La Iglesia no es muy diferente a la sociedad, tendemos a polarizarnos y crear tribus, que luchan por imponer su estética y entendimiento a las demás. 

En general, lo realmente importante no es lo que ponga o no ponga el texto, sino la fidelidad a Cristo y el testimonio diario. La necesidad de leer la Palabra de Dios y encarnarla en nuestro día a día. Las discusiones del Sínodo podrán traer novedades y tal vez desencuentros, pero nuestra vida de fe no debería verse afectada por discusiones que, por desgracia, inciden poco o nada en la vida de las familias dentro de la Iglesia. La Roca es Cristo, no el “Instrumentum Laboris”, por muchos dolores de cabeza que nos produzca. 


Como cristianos y católicos, es necesario ser honestos, coherentes y sobre todo, dar testimonio sincero de nuestra fe en al vida real. Traigo un texto de Filomeno de Mabboug, obispo de Siria en el siglo VI, que es especialmente clarificador y que además, está en línea con el Evangelio de hoy jueves 25 de Junio. 

 “El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica, es como aquel hombre sensato que edificó su casa sobre roca.” (Mt 7,24) Según nos dice nuestro Maestro, debemos no sólo escuchar la palabra de Dios, sino conformar nuestra vida a ella... Escuchar la ley es cosa buena porque nos incita obrar la virtud. Hacemos bien en leer y meditar las Escrituras porque así nos purifica el fondo de nuestra alma de los pensamientos malos. 

Pero leer, escuchar y meditar asiduamente la palabra de Dios sin ponerla en práctica es una falta que el Espíritu de Dios ha condenado por adelantado... Incluso ha prohibido al que está en estas disposiciones tomar los libros santos en sus manos. Dios declara al impío: “¿Por qué recitas mis preceptos, y tienes siempre en tu boca mi alianza, tú que detestas la instrucción y no tienes en cuenta mis palabras?” (Sal 49,1617)... Aquel que lee asiduamente las Escrituras sin ponerlas en práctica encuentra su acusación en su lectura; merece una condena tanto más grave cuanto que desprecia y desdeña cada día lo que oye y lee diariamente. (Filomeno de Mabboug. Homilía 1, 4-8) 

¿Qué dones del Espíritu son necesarios para adentrarse en un texto como el “Instrumentum Laboris”. El primer don sería el conocimiento: saber entender y analizar lo que presenta ante nosotros. Otro don es el discernimiento de espíritus, que no tiene nada que ver el espiritismo o similares. Es necesario comprender la incidencia de las palabras en las personas que leerán en texto y dónde proceden estas incidencias: de Dios o del diablo. Si discernimos las suspicacias que se pueden producir, podremos acercarnos y acompañar a quienes temen algo que se dice o que no se dice. El tercer don sería el de sabiduría, que es la capacidad de llevar a cabo un diálogo constructivo que calme e ilumine, sin que esto conlleve tomar una postura pasiva o de indiferencia. Si hay peligros hay que abordarlos con actitud fraternal y caritativa. Actitud que podemos reclamar de nuestros interlocutores, si estos pierden los nervios en un momento dado. 

Dicho todo esto y volviendo a la actualidad, nos encontramos con la predecible realidad mediática que nos rodea. Unos tiran piedras a lo que todavía no se ha construido y otros dan por hecho “un palacio”, del que sólo tenemos algunos planos e ideas. Ambas posturas son peligrosas para nuestra salud espiritual. ¿Qué es lo que suscita estas posturas? 

Una vez revisado el texto en italiano, he encontrado algunas ambigüedades que pueden traernos problemas a medio o corto plazo, pero lo que más me llama la atención es siguen sin desarrollarse algunos temas centrales que nos importan a las familias. Lo más reseñable es los siguiente: 

·         La pastoral familiar, casi inexistente en muchas parroquias, necesitaría de más determinación en las formas de realizarse y cómo ponerse en marcha. Una pastoral que integre a las familias en la vida eclesial y parroquial requiere instrumentos y dinámicas que no sean fácilmente “relegadas” a segundo plano o simplemente, olvidadas.

·         La potencialidad educativa de la Iglesia debería aportar propuestas, que faciliten opciones de inserción laboral que les permitan, a los jóvenes, formar familias antes de los 30-40 años. Para ello las universidades y centros de formación profesional eclesiales, son el mejor instrumento que podemos ofrecer a la sociedad. Desgraciadamente, esto no se menciona ni se trata.

·         En otro nivel de cosas, se pone un fuerte énfasis en el acercamiento e integración de familias disfuncionales, divorciados vueltos a casar y personas con comportamiento homosexual. Perfecto, pero para integrar algo debe de haber algo previo en lo que se integren. Si no hay pastoral familiar ¿Cómo se van a integrar las familias con problemas diversos?

·         Se habla de la necesidad de una mayor formación antes del matrimonio. Perfecto. Si nuestros hijos se pasan 2-3 años de catequesis pre-sacramentales ¿Cómo se puede aceptar una formación Express de unas pocas sesiones? Haría falta concretar un itinerario, que después cada diócesis podrá adaptar a sus circunstancias. Sería estupendo que los Padres Sinodales dedicaran un tiempo adecuado a desarrollar este itinerario. 

No extraña que estos temas no se tratan, ni de pasada, en los medios. El tema estrella es el del acceso a los sacramentos de las personas divorciadas y vueltas a casar. Los medios amplifican y manipulan de forma consciente para crear una especie de “Espíritu del Sínodo” favorable a los cambios que algunos desean. ¿Qué ha de cierto en esto? 

En el texto nos encontramos con propuestas claras y responsables definidos. Se propone un “Itinerario Penitencial” supervisado por el Obispo y no aparece de forma explícita la reincorporación a los sacramentos: 

Para hacer frente a la cuestión anterior, hay un acuerdo común sobre la idea de un viaje de reconciliación o penitencia, bajo la autoridad del Obispo, a los fieles divorciados que se han vuelto a casar civilmente, que están en una situación de convivencia irreversible. Tomando como referencia la Familiaris Consortio, se sugiere un proceso de toma de conciencia del fracaso y las heridas producidas por el mismo, con el arrepentimiento, la verificación de la nulidad del matrimonio, el compromiso con la comunión espiritual y decisión de vivir en continencia.” (Instrumentum Laboris, 123) 

Pero, en un par de párrafos antes, se menciona la existencia de unas “exclusiones litúrgico-pastorales” indefinidas, que deberían ser repensadas: 

“… la necesidad de repensar las formas de exclusión que se practican actualmente en el litúrgico-pastoral, en la educación y la caridad. Desde el momento que estos fieles no están fuera de la Iglesia, se propone reflexionar sobre la oportunidad de derribar estas exclusiones. Además de promover una mayor integración en la comunidad cristiana” (Instrumentum Laboris, 121) 

La pregunta es ¿A qué exclusiones se refiere? Sobre todo cuando se señala lo “litúrgico-pastoral” como espacio donde existen estas exclusiones. ¿Incluye el los litúrgico-pastoral a los sacramentos? El texto deja un pequeña puerta abierta que algunos saben utilizar para generar ruido. 

Los medios “progresistas” utilizan las las ambigüedades como base para sus titulares, pero no llegan a profundizar en el texto. Por otra parte, quienes intentan deslegitimar el Sínodo, las utilizan para rechazar todo, sin excepción. En medio, hay posturas para todos los gustos y habrá más según los días trascurran. Estemos prevenidos. 

Oremos para que los Padres Sinodales se centren en la familia real, la que asiste a los sacramentos e intenta vivir en coherencia evangélica en el día a día. 
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