Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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La nueva condición humana

por Angel David Martín Rubio

En la Segunda Lectura de la Misa de ayer Domingo, explica San Pablo cómo la conversión, es decir, el cambio del estado de pecado al de gracia o justificación consiste en la infusión de la gracia que hace Dios y también en el ejercicio activo de una vida cristiana. San Pablo sintetiza este proceso en tres etapas: 1. Deponer el hombre viejo y corrompido. 2. Renovar la mente. 3. Revestirse del hombre nuevo según Cristo. Despojarse del hombre viejo quiere decir no vivir como los que no son cristianos, en la vanidad de los sentidos, en la oscuridad del entendimiento, lejos de la vida de Dios y embrutecidos por la sensualidad y la avaricia. Renovar la mente. Lo primero que se impone en el converso es un cambio total de mentalidad en el modo de pensar sobre el mundo y sobre Dios. Revestirse del hombre nuevo significa poner en práctica la justicia y la santidad, es decir el orden moral y la virtud de la religión. San Pablo aún quiere detallar más y en la continuación de la Epístola desciende a conceptos prácticos y concretos. Para vivir en justicia y santidad es preciso que todos los cristianos imbuidos de la caridad de Cristo eviten la mentira, la ira y el robo; que imiten a Cristo en su amor, que aborrezcan los pecados de la carne y se dediquen a la oración. Por último, se extiende en normas para diversos estados particulares como el matrimonio. Podemos leer todo esto con provecho en el cap.4 de la Epístola a los Efesios. Todo ello se resume en el consejo de San Pablo: «Dejad que el Espíritu renueve vuestra mentalidad y vestíos de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios». 1. Si no vives en estado de gracia, esta renovación quiere decir que te pongas en estado de gracia mediante el Sacramento de la Confesión. Quien no vive en estado de gracia, no participa de la vida de Jesucristo. 2. Si vives en estado de gracia, la renovación quiere decir: — Que acomodes tus criterios a tu fe; que rechaces los criterios del mundo para seguir los criterios evangélicos. — Que purifiques tu intención buscando en todas las cosas la mayor gloria de Dios — Que purifiques tu afecto, a fin de que sólo te inspire y mueva la caridad de Dios. En una palabra, poner en práctica la plenitud de la vida en Cristo; vivir muriendo a esta vida temporal para adquirir la plenitud de la vida eterna en el reino de los cielos. El Señor espera nuestra conversión sincera y nuestra correspondencia cada vez más generosa. Pidamos alcanzar esta gracia de la nueva vida en Cristo poniendo por intercesora a la Santísima Virgen. Ella nos ayuda a pedir: “Renueva, Señor, las maravillas de tu amor”; haz que vivamos firmemente anclados en Ti”.
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