El duelo tras un aborto
por Esperanza Puente
El testimonio de Marta era tan estremecedor como el de cualquiera que lo haya vivido pero, para mí, conocerla supuso un paso de gigante en algo a lo que yo de manera inconsciente me había negado durante años: a pasar el duelo por la pérdida de mi segundo hijo. Ella me ayudó. Su fuerza interior, su jovialidad y su fortaleza me pusieron de manifiesto que tenía que hacerlo. Y un día, tomando café, me dijo: "Lo primero hay que hacer es ponerle nombre, ¿cómo le vas a llamar?". Sin apenas pensarlo le dije "Julia". "¡Ah, eliges niña! Muy bien, a partir de ahora tienes que hablar con ella, decirle que la quieres y la echas de menos". Me recorrió un escalofrío por el cuerpo y durante unos días no podía dejar de pensar por qué había elegido ese nombre, cómo iba a hablar con ella y qué le iba a decir. Le hice caso y desde lo más profundo de mi corazón empecé a hablar con ella: hoy tengo la certeza de que mi angelito está en el Cielo y que me acompaña y se encarga de decirle a Dios que me proteja. ¡Gracias Marta!
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