Amor y Verdad. Dos caras de la misma moneda.
Amor y Verdad. Dos caras de la misma moneda.
El conocimiento esencial de la Verdad, es decir, la participación en la propia Verdad, significa entrar en las entrañas de la Divinidad una y trina, y no simplemente alcanzar idealmente su forma exterior. Por eso, el verdadero conocimiento es conocimiento de la Verdad y sólo es posible a través de la transubstanciación del hombre, de su divinización, de la adquisición del amor como sustancia divina: quien no está con Dios no conoce a Dios. El conocimiento efectivo de la Verdad es pensable y sólo es pensable en el Amor, y, viceversa, el conocimiento de la Verdad se manifiesta por medio del Amor: quien está con el Amor no puede no amar. Aquí es imposible decir cuál es la causa y cuál es el efecto, porque lo uno y lo otro son sólo aspectos de una única realidad: la entrada de Dios en mí como sujeto filosófico y de mí en Dios como verdad objetiva (M. I. Rupnik. Teología de la Evangelización por la Belleza, III, 3. Colonna)
Amor y Verdad, parecen a veces conceptos irreconciliables. Lo curioso es que Dios es Amor y Cristo es la Verdad. ¿Cómo podemos decir que son irreconciliables si la Verdad y el Amor son aspectos de una misma realidad, sobrenatural, incontenible e incomprensible en su totalidad?
La misericordia se sostiene en el Amor. La Justicia se sostiene en la Verdad. No puede haber verdadera misericordia que no sea justa, ni verdadera justicia que no sea misericordiosa. Entonces ¿Por qué nos parece que Amor y Verdad son antagónicos? ¿Por qué nos parece que misericordia y justicia son imposibles que convivir unidos?
Hay que partir de nuestra incapacidad de ser verdaderamente misericordiosos, ya que no podemos nunca dar lo que nuestros hermanos necesitan. Podemos solventar algunas necesidades: materiales, anímicas o cognitivas, pero sólo Dios es capaz de dar verdadera misericordia. Sólo Dios es todopoderoso y omnisciente, por lo que sólo Dios puede dar lo que necesitamos y merecemos.
¿A qué podemos llegar nosotros, sin contar con la Gracia de Dios? Podemos llegar a ser cómplices que dan lo que quieren otras personas, pero somos incapaces de saber si ese querer es verdadera necesidad.
De igual forma que “el verdadero conocimiento es conocimiento de la Verdad y sólo es posible a través de la transubstanciación del hombre, de su divinización, de la adquisición del amor como sustancia divina”, la verdadera justicia sólo puede partir de esta divinización que es la conversión. La verdadera misericordia necesita del Amor, que es Dios mismo que actúa por medio de nosotros. Para que Dios pueda actuar a través de nosotros, necesitamos ser transparentes, limpios de corazón, alejados de toda hipocresía.
El Papa Francisco convoca el año de la misericordia. No nos dejemos embaucar por las voces que confunden la misericordia con la complicidad, dejando a la justicia como algo extraño y desechable. Dios es tan justo como misericordioso, porque es Amor y Verdad al mismo tiempo. Pretender suplantar a Dios creyéndonos capaces de verdadera misericordia, es como poco soberbio. Uno de los peligros de la Iglesia actual es la tentación de separar Amor y Verdad. Debemos estar atentos y no dejarnos confundir con los cantos de sirena que nos llaman desde el mundo.
“El conocimiento efectivo de la Verdad es pensable y sólo es pensable en el amor, y, viceversa, el conocimiento de la verdad se manifiesta por medio del amor: quien está con el Amor no puede no amar.”