Monseñor Reig
El sábado, la Conferencia Episcopal confirmaba que monseñor Juan Antonio Reig Plá había sido nombrado obispo de Alcalá de Henares. Confieso que yo apostaba por monseñor Jesús Sanz para ese episcopado, pero, más allá de mi error de cálculo, es una excelente noticia para la diócesis complutense. Y también para Reig Plá, que va a ganar bastante en salud, de la que no anda sobrado. Su nombramiento ha levantado polémica y ha mostrado dos cuestiones: cómo se resuelven los problemas vaticanos en la era de Benedicto XVI; y un sentido del humor del Nuncio desconocido hasta ahora. Empiezo aclarando lo del humor del Nuncio. Que más bien suena a coña marinera: El mayor problema que ha tenido hasta ahora monseñor Reig Plá es, como todo el mundo sabe, el de la universidad católica de Murcia. Pues bien, con tantas diócesis vacantes, ¿dónde lo manda Monteiro? A la diócesis universitaria por excelencia, con permiso de Salamanca. Que ya es casualidad, vamos... ¿Não queres caldo universitário? Pois toma três xícaras… Más allá de lo anecdótico, el envío de Reig a Alcalá arroja luz sobre un punto fundamental, que algunos han querido mirar desde un pozo de sombras: cómo se resuelven en el Vaticano los problemas irreconciliables en una diócesis, made in Benedicto XVI. A muchos les hubiera gustado que en el litigio UCAM-Obispado, que es tanto como Mendoza-Reig, el Papa hubiese desautorizado al primero (saltándose las cuestiones jurídicas y legales que lo amparan) y hubiese encargado para Reig una mitra blindada y un traje de Marzinger-Z. Un obispo cañero, bronco, militarizado, dispuesto a liarse a baculazos y enconar aún más la ya tensa situación. Algo así habría institucionalizado el problema de la UCAM per secula seculorum, y habría llevado a la diócesis a una permanente situación de "Y tú más". Con esta medida, el próximo obispo podrá enfrentarse a la situación de cero, quizá con directrices vaticanas que Reig ya no habría podido acometer porque la relación con Mendoza era de todo menos fluida. Si el Nuncio no marra el nombramiento y desde Roma se dan instrucciones claras, veremos la versión murciana de lo que está haciendo Piris en Lérida con los bienes de la Franja. Obispo nuevo, soluciones nuevas. El inicio del fin de los problemas ancestrales en las diócesis: donde haya que poner firme a los deanes, se les pondrá; donde haya que salir de una Caja de Ahorros, se saldrá; donde haya que poner a un nuevo obispo, se pondrá; donde haya que mantenerlo, se mantendrá. No me parece mala esta política, siempre que no se huya de los problemas y se tenga el arrojo de cantarle la gallina a quien proceda, que en este caso procede con Mendoza. Reig, además, se merecía un descanso de tanto litigio. Es un hombre bueno, cercano, sencillo, inteligente, que gana en el trato de tú a tú y que mira a los ojos con honestidad. Que te llama por tu nombre, cuando lo conoce, o lo pregunta con confianza, si le eres desconocido. Tiene sus cosas, claro, pero ya dice mucho de él el que tenga una poltrona en la capilla para poder pasar largos ratos de oración, estudio y trabajo… Si escribe una carta, lo hace ante el Sagrario. Si prepara una conferencia, lo hace ante el Sagrario. Si estudia un documento sobre la vida, lo hace ante el Sagrario. Si llora sus disgustos o agradece sus alegrías, lo hace ante el Sagrario. Amén de que es una de las voces episcopales más autorizadas en lo relativo a la defensa de la vida y de la familia, así que su cercanía a Madrid será muy provechosa con los años que nos esperan de sufrimiento político en ambos frente. Seguro que en Alcalá notarán que suple una de las pocas carencias de su predecesor: Reig es un pastor mucho más afectuoso y cercano que monseñor Catalá. Un buen nombramiento, en suma, para Alcalá; para Reig e incluso para Murcia, que podrá sacudirse con el tiempo de los poderes fácticos diocesanos. José Antonio Méndez