El Via Crucis de los evangelios
Es de sobra conocida la oración del Vía Crucis, el Camino de la Cruz. Se trata de una meditación sobre cada uno de los acontecimientos que sucedieron a Jesús desde el momento en que fue condenado a morir en cruz hasta que fue sepultado tras su muerte. A menudo se realiza de forma comunitaria y en muchas ocasiones en forma de procesión, tanto interior como exterior al templo.
Está estructurado en 14 pasajes o momentos del relato que se denominan estaciones, y en cada una se suele acompañar una reflexión, una pequeña oración letánica y también un Padrenuestro: Jesús condenado a muerte. Jesús carga con la cruz. Jesús cae por primera vez. Jesús se encuentra con su Madre. Simón de Cirene carga con la cruz. La verónica limpia el rostro de Jesús. Segunda caída. Jesús se encuentra con las mujeres. Tercera caída. Jesús es despojado de sus vestiduras. Crucifixión. Muerte. Jesús puesto en brazos de su madre. Sepultura.
El problema (si se puede decir así) es que sobre la pasión de Jesús existen tantos relatos de la devoción popular o provenientes de fuentes diversas, desconocidas o no, que muchas veces damos por pasajes evangélicos hechos que no aparecen mencionados por ninguno de los cuatro evangelistas.
Resulta muy curiosa la reacción de sorpresa de alumnos o conocidos míos cuando, al igual que con otras historias bíblicas, les digo cuales de ellos no aparecen en las Sagradas Escrituras. Así, de las 14 estaciones del Vía Crucis clásico, seis no aparecen en ellas y una “a medias”.
Vamos a relatarlas: De los cuatro evangelistas curiosamente sólo uno, Juan, afirma que Jesús carga con la cruz, los otros tres, Mateo, Marcos y Lucas afirman que desde el primer momento es Simón de Cirene quien la transporta.
Estos tres es evidente que no, pero ni siquiera Juan habla de las “caídas” de Jesús en el trayecto bajo el peso de la cruz, ni primera, ni segunda, ni tercera...
Jesús se “encuentra” con su madre cuando ya está en la cruz, no antes, y el pasaje de la Verónica, que limpia el rostro herido de Jesús de tal manera que este queda impreso en el paño es de una gran belleza y emotividad, pero tampoco aparece mencionado.
También la tradición ha dulcificado el pasaje del encuentro de Jesús con las mujeres, que algunos titulan como que el maestro “las consuela” cuando en realidad lo que hace es anunciarles una serie de sufrimientos a causa de la persecución que ellas y sus hijos padecerán por su causa.
Y mención aparte merece el pasaje que conocemos como “la Piedad”, esto es, María recibiendo el cuerpo sin vida de su hijo al descenderlo de la cruz. Ciertamente ninguno de los evangelistas lo menciona como tal, aunque es de toda lógica suponer que ocurriera así ya que cualquier madre abrazaría desconsolada el cuerpo sin vida de su hijo que acabase de fallecer y difícil sería encontrar a alguien sin entrañas que fuese incapaz de respetar, aunque sólo fuese por un breve instante, ese momento.
El Santo Padre (nunca mejor dicho) Juan Pablo II, de felicísima memoria, hizo su propia “versión” del Vía Crucis, con un contenido netamente bíblico. Se trataba de formular un Vía Crucis en el que todas las estaciones aparecieran tal cual en los evangelios.
Pero Su Santidad lo que hizo fue “forzar” un poco su desarrollo. Primeramente empezó el relato del mismo con anterioridad a la condena, añadiendo como las cuatro primeras estaciones Getsemaní, el arresto, la condena del sanedrín y las negaciones de Pedro. Luego, siguiendo el relato, suprimió las ya citadas que no aparecen en la Biblia y añadió las de “Jesús flagelado y coronado de espinas”, “Jesús promete su Reino al buen ladrón” y “Jesús crucificado, su Madre y el discípulo” y añadió una decimoquinta estación incluyendo la resurrección.
Sorprendentemente una de las que eliminó también fue la de “Despojado de sus vestiduras”. Ciertamente la expresión no aparece como tal, en lo que sí coinciden los cuatro evangelistas es en indicar que una vez crucificado los soldados se repartieron sus vestidos. Es evidente por tanto que lo tuvieron que desnudar previamente, aunque no lo anotaron como tal.
¿Pero cual sería entonces el relato bíblico del Camino de la Cruz? Esto es, ¿cuales y cuantas serían las estaciones del Vía Crucis de manera que se incluyeran todos los acontecimientos y nada más que los acontecimientos que aparecen en los cuatro evangelios, desde la condena a morir en la cruz hasta la sepultura de Jesús?. La respuesta sería tan fácil (o tan difícil) como ordenar los que se narran en ellos en breves momentos o “estaciones”.
El relato de los mismos ocupa ciertamente poco espacio en la Biblia, medio capítulo de cada uno de los libros, la segunda mitad de Mateo 27, Marcos 15, Lucas 23 y Juan 19. Así que aprovechando estas fechas de Semana Santa voy a aprovechar para rememorar la Pasión y hacer mi propia ordenación y ya puestos a compartirla con aquellos que puedan leerlo. Lo titularé, como no podría ser de otro modo
Vía Crucis de los Evangelios
1ª Estación: Pilato entrega a Jesús para que sea crucificado (Mt 27, 26; Mc 15, 15; Lc 23, 24s; Jn 19,16). Poncio Pilato no formula una condena a muerte como tal, pero cede a las presiones y, tal como coinciden los cuatro evangelistas, entrega a Jesús para que lo crucifiquen.
2ª Estación: Los soldados hacen escarnio de Jesús y lo coronan de espinas (Mt 27, 27-31; Mc 15, 16-20). Los soldados romanos se llevan aparte a Jesús. Aunque previamente lo habían flagelado, ahora lo abofetean, escupen y se mofan de su condición de rey con gritos de salve y poniéndole una manta vieja como capa, una caña como cetro y, por corona cubren su cabeza con las ramas de un arbusto lleno de espinas.
3ª Estación: Jesús carga con la cruz (Jn 19, 17). Jesús sale de la ciudad con la cruz a cuestas.
4ª Estación: Simón de Cirene lleva la cruz de Jesús (Mt 27, 32; Mc 15, 21; Lc 23, 26). Simón regresa del campo cuando se encuentra con la comitiva y los soldados le obligan a cargar la cruz.
5ª Estación: Jesús se encuentra con las mujeres (Lc 23, 27-31). Las mujeres de Jerusalén lloran desconsoladas al ver a Jesús, pero él les anuncia que más llorarán por lo que hagan con sus hijos por su causa, de tal manera que envidiarán la suerte de las estériles.
6ª Estación: Jesús llega al Calvario y rechaza la bebida calmante (Mt 27, 33s; Mc 15, 22s). Antes de ser crucificado le ofrecen a Jesús una bebida sedante hecha a base de vino con hiel o mirra, pero Él lo prueba nada más, sin llegar a bebérselo, dando a entender que desea estar plenamente consciente en ese trance.
7ª Estación: Jesús es clavado en la cruz (Mt 27, 35 ; Mc 15, 24; Lc 23, 33; Jn 19, 18)
8ª Estación: Jesús contado entre malhechores (Mt 27, 38; Mc 15, 27s ; Lc 23, 32s ; Jn 19, 18). Otros dos condenados, delincuentes comunes, son crucificados a derecha e izquierda de Jesús, sin ninguna distinción de trato.
9ª Estación: Se reparten las vestiduras de Jesús (Mt 27, 35s; Mc 15, 28 ; Lc 23, 33 ; Jn 19, 23s). Los soldados, según la costumbre, se reparten las vestiduras de los crucificados, si están raídos los rompen para trapos. Pero la túnica de Jesús es de gran calidad, cosida de una sola pieza, y deciden echársela a suertes.
10ª Estación: Jesús pide clemencia al Padre para los que lo crucifican (Lc 23, 34). Desde la cruz Jesús suplica “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
11ª Estación: Jesús en la cruz señalado como rey de los judíos (Mt 27, 37; Mc 15, 26 ; Lc 23, 38 ; Jn 19, 19-22). Pilato coloca un cartel en la cruz en tres lenguas distintas, hebreo, latín y griego, donde se lee “Jesús nazareno rey de los judíos”. Pese a las protestas de los sumos sacerdotes, lo mantiene tal cual ordenó en un primer momento.
12ª Estación: Jesús sufre burlas e insultos desde la cruz (Mt 27, 39-43; Mc 15, 29-32 ; Lc 23, 35s). Muchos de los presentes insultan a Jesús y le gritan que se salve a sí mismo bajando de la cruz si realmente es quien dice ser.
13ª Estación: Jesús promete su Reino al buen ladrón (Mt 27, 44; Lc 23, 39-43). Uno de los ajusticiados se suma a los insultos pero el otro le recrimina y pide a Jesús que se acuerde de él en su reino. El maestro le contesta que ese mismo día estará allí con Él.
14ª Estación: Jesús entrega a María como Madre (Jn 23, 25-27). Jesús ve desde la cruz a su madre María y al apóstol Juan y le dice que la acoja como a su propia madre y ella a él como a su hijo.
15ª Estación: El cielo se oscurece (Mt 27, 45; Mc 15, 33 ; Lc 23 44). Como presagiando el fatal desenlace el cielo se oscurece y el sol queda eclipsado.
16ª Estación: Jesús clama ante la ausencia del Padre (Mt 27, 46-47; Mc 15, 34-35). Recitando el salmo 21 a voz en grito Jesús clama “Elí, Elí, lamac sabactaní” (Dios mio, Dios mio, ¿por qué me has abandonado?). Algunos al oírlo creen que está invocando al profeta Elías.
17ª Estación: Jesús sufre una fuerte sed (Mt 27, 48; Mc 15, 36; Lc 23, 44; Jn 19, 28). Probablemente con el desangrado Jesús sufrió una sed terrible, dolorosa, que le hace gritar “tengo sed” poco antes de fallecer. Los soldados al oírlo le acercaron una esponja empapada en vinagre.
18ª Estación: Jesús muere en la cruz (Mt 27, 50; Mc 15, 37; Lc 23, 46; Jn 19, 30). A voz en grito Jesús indica que sabe que todo está cumplido y acepta la voluntad del Padre, “entregando su espíritu”.
19º Estación: El velo del templo se desgarra en dos junto con otros prodigios. (Mt 27, 51-53; Mc 15, 38; Lc 23, 45). Nada más fallecer Jesús, el telón que separa el Sancta Sanctorum del templo, morada de Dios, se desgarra de arriba abajo, desapareciendo con él cualquier separación física entre Dios y los hombres, junto con otros signos como un fuerte temblor de tierra y apariciones de muertos
20ª Estación: El centurión reconoce la filiación divina de Jesús (Mt 27, 54; Mc 15, 39; Lc 23, 47). Tras ver los signos que acompañan a la muerte de Jesús y cómo Él fallece, el jefe de la guardia romana exclama que ese hombre era sin duda hijo de Dios.
21ª Estación: Una lanza atraviesa el costado de Jesús (Jn 19, 31-34). Para comprobar que efectivamente Jesús había muerto uno de los soldados atraviesa su costado con una lanza y al hacerlo brota de la herida sangre y agua.
22ª Estación: Los discípulos de Jesús contemplan a distancia su muerte (Mt 27, 50s; Mc 15, 45s; Lc 23, 48s)
23ª Estación: Jesús es sepultado (Mt 27, 57-60; Mc 15, 42-46; Lc 23, 50-53; Jn 19, 38-42). José de Arimatea, hombre rico, miembro del sanedrín pero también discípulo de Jesús, pidió permiso al gobernador Pilato para retirar el cuerpo y junto con Nicodemo y otros lo cubrieron en un sudario, lo depositaron en un sepulcro que tenía en la misma base de la colina y lo sellaron con una gran piedra.
Comentario posterior: Si alguno deseara utilizar este modelo de Via Crucis para algún tipo de celebración o acto pero considerase que es demasiado largo, una sugerencia sería centrarse en la figura de Jesús y omitir aquellas estaciones en los que tiene un papel pasivo y/o secundario. Así se podría, por ejemplo, obviar las estaciones 8, 9, 11, 12, 15, 19, 20, 21 y 22, obteniendo por ello otro más resumido con 14 estaciones (las mismas que el clásico y una menos que el de Juan Pablo II):
1. Pilato entrega a Jesús / 2. Los soldados hacen escarnio de Jesús y lo coronan de espinas/ 3. Jesús carga con la cruz/ 4. Simón de Cirene lleva la cruz / 5. Jesús se encuentra con las mujeres/ 6. Jesús rechaza la bebida calmante/ 7. Jesús es clavado en la cruz/ 8. Jesús pide clemencia al Padre para los que lo crucifican/ 9. Jesús promete su Reino al buen ladrón/ 10. Jesús entrega a María como Madre/ 11. Jesús clama ante la ausencia del Padre/ 12. Jesús sufre una fuerte sed/ 13. Jesús muere en la cruz/ 14. Jesús es sepultado