El ñu y los coptos
Hablar hoy a una sociedad con déficit de atención del cristiano copto es como hablarle del ala-pívot del Anataisuna. Todo el mundo, empero, sabe quién es Varufakis. El pulso entre Grecia y la Troika a cuenta del rescate interesa más que la matanza de ortodoxos perpetrada por el Estado Islámico. Lo que no deja de ser una equivocación si se tienen en cuenta las diferencias entre un corralito y una conquista. No hay que olvidar que es en Libia, a un par de olas de Italia, donde sufren los fieles la persecución inherente a la llamada.
Egipto, más sabio, entiende que la matanza es un acto de guerra global, no de terrorismo, por lo que pide apoyo a Occidente para la batalla. Pero Occidente, el ñu, propone estarse quieto. Huelga decir que como Occidente teme más al mosquito anófeles que al paludismo es porque le asusta más posibilidad de un atentado que la evidencia del 11-M. Por eso permite esas ejecuciones de cristianos grabadas en beta por un realizador que, desde luego, no es Rossellini. La puesta en escena de los encapuchados es pésima. Tanto, que parece que va a aparecer de un momento a otro Chuck Norris. Lástima, Óbama, que no sea así.
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