Católicos negros camino de la santidad

Corren tiempos en los que la cuestión racial ha vuelto al primer plano de las noticias. Las diferencias son evidentes: si en tiempos de Martin Luther King las protestas aspiraban a una sociedad “ciega al color de la piel”, esto es, en la que el color de la piel no significase privilegio ni discriminación alguna, en nuestros tiempos de Black Lives Matter las protestas son para reclamar privilegios para quienes tienen la piel de determinado/s color/es. 

En estos tiempos no está de más recordar que no es necesario sumarse a una horda de vándalos o derribar estatuas para aportar tu granito de arena en la mejora de la situación. Hay otros caminos, y el mejor y más eficaz de todos es la santidad. Es lo que nos explica el libro coordinado por Michael R. Heinlein titulado Black Catholics on the Road to Sainthood (Católicos negros camino a la santidad).

El libro recoge las vidas y espiritualidad de los seis católicos negros de los Estados Unidos cuyas causas de beatificación han sido introducidas por la Iglesia Católica: el venerable Pierre Toussaint, la venerable Henriette Delille, el venerable Padre Augustus Tolton, la Sierva de Dios Madre Mary Lange, la Sierva de Dios Julia Greeley y la Sierva de Dios Hermana Thea Bowman.

En una entrevista para The Catholic World Review, Heinlein explica que todos ellos tienen en común haber tenido que enfrentarse al sufrimiento provocado por el racismo, tanto el que encontraban en la sociedad como el que se infiltraba en ocasiones incluso dentro d ela propia Iglesia. Su forma de enfrentarse al racismo es ejemplar. Comenta Heilein:

“Estos hombres y mujeres no devolvieron odio contra el odio. No se regodeaban en su sufrimiento. Más bien, a través del misterio de la cruz, transformaron su sufrimiento en algo vivificante y fructífero.

En Pierre Toussaint, vemos a un hombre libre que es esclavizado elegir la generosidad y la caridad en lugar de dejarse amargar por sus circunstancias. La madre Henriette Delille fue una mujer persistente y perseverante que no aceptó un "no" como respuesta cuando supo que Cristo la llamaba a entregarle su vida por completo, incluso cuando fue rechazada por primera vez en la vida religiosa a causa de su raza. El padre Augustus Tolton ofrece un modelo de unidad e integración y, especialmente, de armonía racial dentro de la Iglesia, a pesar de sus propias experiencias de continuo rechazo y maltrato a manos de muchos en la Iglesia.

En la Madre Mary Lange, se nos presenta una mujer creativa y pionera que es un modelo de humildad, obediencia y oración. En Julia Greeley, nos encontramos con una encarnación viva de lo que significa hacer nuestro el corazón de Cristo. La hermana Thea Bowman desprendía una alegría evangélica contagiosa y una determinación por defender la dignidad de todos, incluso ante su propia enfermedad terminal”.

Y añade:

“Estos hombres y mujeres se enfrentaron a retos insondables. Pero se purificaron en el fuego. Perseveraron a pesar de la persecución. Y lo hicieron por el simple hecho de ser otros Cristos. Cuando se examina una cuestión compleja como la de la raza bajo esta luz, el camino a seguir parece mucho más evidente”.

Desde luego.