Esteva y Descartes
Hay quien considera que el papel de Ortega en la filosofía es comparable al de Santiago Esteva en la natación. Esteva, nuestra única opción de diploma olímpico en los setenta, no era Mark Spitz. Ortega, nuestro mayor pensador, no es Descartes. Hay que puntualizar que en este país tampoco Descartes sería Descartes, sería Ortega, mientras que en Francia Ortega sería Ortega. No es un trabalenguas, sino una conclusión.
El motivo por el que esta nación desprecia el talento no hay que buscarlo en Sálvame, sino en el periodismo serio, que, incapaz de analizar sin sectarismo, minimiza el valor del personaje que no comparte su opinión. Esta forma de observar es muy de cíclope. El cíclope mira muy bien de frente, pero le falta visión periférica. Hubo un tiempo en que el periodista no era así, pero el de hoy no se emociona con el gol de Señor ni con la legalización del PCE. Al periodista de hoy le da lo mismo España.
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