Los perros...
Si ladran los perros, Sancho, es que cabalgamos. Siempre me ha gustado esa cita del Quijote. Ahora la traigo a este blog abusando de mi memoria, así que correré el riesgo de no mentarla literalmente. Lo que me importa es lo que significa. Y, sobre todo, lo bien que encaja en el contexto del viaje del Papa a Tierra Santa. Más aún. En el contexto que rodea a Benedicto XVI últimamente. Porque están ladrando muchos, muchos perros. Leo por la Red que al Papa le están criticando algunos israelíes y vetando algunos musulmanes. Concretamente, el Jerusalem Post y Haaretz, dos importantes diarios israelíes, cargan hoy contra Benedicto XVI en sus portadas, por el peregrino motivo de no considerar que su discurso de ayer ante el Monumento en Memoria de las Víctimas de Holocausto no fue lo bastante categórico. Le recuerdan, además, su pasado en las Juventudes Hitlerianas (como si a un señor de 60 le recuerdan hoy que hizo el servicio militar franquista...); lamentan que no mencionó a los alemanes (como él) y a los nazis como responsables de la Soá... ¡¡y que no pidió perdón en nombre de la Iglesia!! Que, como todo el mundo sabe, es la que ordenó construir los crematorios y las cámaras de gas... Los musulmanes no se quedan atrás. El Consejo de Bienes Religiosos Islámicos impidió que la llegada del Papa a la Explanada de las Mezquitas y a la Cúpula de la Roca (el tercer lugar sagrado del islam) se retransmitiera por televisión. Y la Yihad le acusa de favorecer a Israel y a los "ocupacionistas". Pues, qué quieren que les diga. Que me quedo mucho más tranquilo. Si ni unos ni otros están contentos, es que algo bueno tiene este viaje pontificio: no se le baila el agua a nadie. Sólo se predica el mensaje de paz que predicó Cristo en aquellos mismos lugares. Si los miembros de la Yihad, o los administradores de la sharia, o los sionistas radicales aplaudieran al Papa, me preocuparía tanto como que un discurso del Pontífice encajase en los postulados de ICV, el Ministerio de Igualdad o las empresas de condones. Si ladran estos perros, es que la Iglesia cabalga por donde debe. Jesús. Qué alivio... José Antonio Méndez
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