El futuro es de los troncos
Ayer se presentó el Informe de Juventud en España 2008. A pesar del escaso tiempo del que disponía, he leído parte del cuatro tomo, donde se habla de la dimensión religiosa: n de principios y prácticas. Y he quedado gratamente sorprendido por las cifras. Hay ocasiones en las que pienso que somos pocos católicos. Luego, me digo a mí mismo: “pues los que Dios quiera”. Pero cada vez que leo estos informes o asisto a cualquier evento católico, me doy cuenta de somos muchos, y Dios quiere que seamos más. El domingo asistí con mi familia a la eucaristía en una parroquia de Torrejón, y nos encantó la cantidad de gente joven que estaba allí, Lo bien preparada que estuvo, ¡y la cantidad de gente que colaboraba! Y como esa parroquia hay muchísimas. Insistimos: en Torrejón, una zona que no se ha caracterizado históricamente por ser afín a la derecha o a eso que muchos llaman "ultracatolicismo"... Según el estudio antes citado, más del 60% de los jóvenes se declaran católicos. Es verdad que practicantes (qué poco me gusta esa palabra) se declara el 11,7%, pero ya tendrán tiempo de encontrarse con el Señor, si nosotros cumplimos bien con nuestra misión. Mi proceso de conversión, y creo que el de muchos de los lectores, parte de una familia católica. En un momento dado me revelé contra el Señor y le dejé de lado, hasta que alguien me acercó a Él de nuevo, y aquí estoy. No me sorprende que muchos de nuestros jóvenes (yo no entro por poco en este estudio) se declaren católicos “no practicantes”. Lo que en realidad es importante, es que vivan la vida –y que nadie me malinterprete–, que se equivoquen tantas veces como haga falta y que busquen. Que no se conformen con lo que el mundo les vende. Que aspiren a ser mejores, a configurar el mejor futuro de la sociedad. Desde que el mundo es mundo, los mayores han pensado que los jóvenes se cargarían el universo. Y creo que ha quedado demostrado que eso no sólo es falso, sino que ellos son, en realidad, los constructores del futuro. Y con Cristo, este mundo es y será una pasada. Eduardo Palanca