Dos líderes antagónicos y sus opinones sobre el Islam
por Wiederholen
Abajo las palabras de Winston Churchill y de Adolf Hitler sobre Islam. Ningún premio por adivinar quién era el gran admirador de Islam, … y quién no era …
"¡Cuán espantosas son las maldiciones que el mahometanismo coloca sobre sus seguidores! Además del fanático frenesí, tan peligroso en un hombre como lo es la rabia en un perro, ahí está la temible apatía fatalista. Hábitos impróvidos, desaliñados sistemas de agricultura, retardados sistemas comerciales y la inseguridad de la propiedad aparecen y existen dondequiera que los seguidores y discípulos del Profeta rigen o conviven. Un sensualismo degradado priva la vida de su gracia y refinamiento; lo que sigue es su dignidad y santidad. El hecho de que bajo la ley mahometana cada mujer debe pertenecer a un hombre como propiedad absoluta - sea niña, esposa o concubina - atrasa la desaparición final de la esclavitud humana hasta que la fe del Islam cese de ser un gran poder entre los hombres.
Los musulmanes, a nivel individual, pueden mostrar cualidades espléndidas. Miles han sido bravos y leales soldados de la Reina: todos saben cómo morir. Pero la influencia de la religión congela el desarrollo social de aquellos que lo siguen. No existe una fuerza retrógrada más grande en el mundo. Lejos de estar moribunda, el mahometanismo es una fe militante y proselitista. Se ha extendido a través del África Central, levantando guerreros sin miedo en cada paso; y si no fuera porque la Cristiandad está protegida por las sólidas armas de la ciencia - ciencia contra la cual en vano han combatido - la civilización de la Europa moderna podría haber caído, como cayó la civilización de la antigua Roma."
Winston Churchill, "The River War", primera edition, Vol.II, páginas 248-50 (Londres: Longmans, Green & Co., 1899)
Albert Speer, que fue ministro de la Guerra con Hitler, escribió unas memorias llenas de pesar sobre sus experiencias en la II Guerra Mundial, durante el cautiverio de 20 años, al que fue condenado por el Tribunal de Nuremberg. El relato de Speers incluye este texto, que capta el punto de vista racista de Hitler sobre los árabes, por un lado, y su entusiasmo por el Islam, por el otro.
Hitler se había quedado muy impresionado con un fragmento de la historia que le había relatado una delegación de distinguidos árabes. Según le contaron sus visitantes, cuando los mahometanos intentaron sobrepasar los límites de Francia para adentrarse en Centro Europa, durante el siglo séptimo, fueron replegados en la batalla de Tours. Si los árabes hubieran ganado esta batalla, el mundo sería mahometano en la actualidad, pues la suya era una religión que creía en la difusión de la fe mediante la espada y en el sometimiento de todas las naciones a su fe. Tal planteamiento encajaba a la perfección con el temperamento germánico. Hitler dijo que los conquistadores árabes, debido a su inferioridad racial, a largo plazo habrían sido incapaces de soportar la dureza del clima y las condiciones del país. Tampoco habrían podido someter a los nativos más vigorosos, de modo que finalmente habrían sido germanos islamizados y no árabes los que habrían liderado ese imperio mahometano. Hitler solía acabar siempre esta especulación histórica recalcando: "¿Veis? Ha sido una desgracia para nosotros tener la religión equivocada ¿Por qué no hemos tenido la religión de los japoneses, que ven el sacrificio por el emperador como el mayor bien? La religión mahometana también habría sido mucho más compatible con nosotros que el cristianismo. ¿Por qué tuvo que ser el cristianismo con su humildad y su debilidad?"