Nuestro momento
Estos días, la alopecia está haciendo estragos en mi calor corporal. Me empeñé en salir a correr el martes y volví congelado. Hoy he cogido la moto y, con casco y todo, no consigo entrar en calor de la frente para arriba. Aún así, estoy atento a lo que está ocurriendo en el mundo. Y éste anda algo despistadillo. ¡Qué ocasión para nosotros! Yo me quejo muchas veces de lo difícil que es dar testimonio, pero ahora no, ni mucho menos. Vivimos unas fechas en las que nos es muy fácil hablar de Dios. Los gobernantes tan fabulosos que tenemos, y que no nos merecemos, están consiguiendo que todo el mundo hable de Cristo. ¿No es alucinante cómo se pelean entre ellos? Que si hay que quitar los crucifijos, que si las fosas comparadas con las beatificaciones, que vamos contra la Iglesia, que por qué vamos contra ellos, que si la Madre Maravillas, que si aborto, que si eutanasia, que si sí, que si no… Y nosotros, mientras tanto, aquí estamos. ¿O no estamos? Muchas veces me pregunto si somos como los forofos del equipo de fútbol que nunca gana, y cuando lo hace, parece que todo el mundo ha sido siempre de ese equipo, pero llevan toda su vida callados para que no les metan caña. “Yo voy a misa, pero no influye en mi vida. Primero tengo mi familia, mi trabajo, mis amigos, y luego soy católico” ¡Pues bórrate, hombre! Yo no quiero ser de esos. Deseo con todas mis fuerzas dar testimonio al mundo, donde el Señor me ha puesto: en mi trabajo, aunque esté deseando cambiar; con la “desaceleración” del mundo y con el vecino, sea encantador o el más pesado. ¡Pero si está chupao! Han conseguido que todos los periódicos hablen de temas que nos conciernen. Aunque sólo fuese por la cantidad de veces que podemos decir quién fue la Madre Maravillas, cómo vivió y por Quién vivió, ya merece la pena este follón de la placa. Está genial comentar si tal obispo ha votado a cual portavoz, si me gusta o no me gusta, pero donde se ve a un católico de verdad, seguidor de Cristo, es dando el callo por Él y uniendo a sus seguidores, no separándolos. ¿No he comentado que se me va el calor por la cabeza? Será por eso que la sangre no me hierve de indignación, sino de ganas de dar caña evangelizadora a los que me ponga el Señor delante. Cristo está con nosotros, para dar testimonio de que ha resucitado. Eduardo Palanca
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