Monseñor Pardo
Al nuevo obispo de Gerona, monseñor Francisco Pardo, le han recibido con el gesto torcido en la diócesis. Y todo por no bailar al son de la sardana nacionalista que unos cuantos quieren imponer como himno funesto de una cada vez más lacónica Iglesia catalana-catalanista. Iglesia –esglessia, que dirían ellos– de la que, por cierto, era buen exponente el antecesor de Pardo, Carlos Soler Perdigó (prelado de Gerona de 2001 a 2008). Por fortuna, a Soler lo dejó la Santa Sede fuera de juego a los 76 años: su pontificado episcopal ha producido tan pocos frutos que el Vaticano no le concedió ni el año de rémora que últimamente regala a los obispos cuando presentan la renuncia obligatoria a los 75 años. Ahora, claro, le toca a monseñor Pardo enmendar el desaguisado eclesial que tejieron entre Soler y Comprodón (primer obispo de Gerona, cuyo pontificado abarcó desde 1973 hasta 2001). Y esa no es una tarea fácil. Sobre todo, porque el enemigo lo tiene en su propia casa. Monseñor Pardo es un buen hombre, un buen sacerdote y uno de los artífices del milagro de Tarrasa, diócesis de nueva creación que cuenta con un seminario de enorme pujanza (28 seminaristas, todos de la diócesis, y 5 sacerdotes recién ordenados), amén de una vida parroquial que ya quisiera para sí Barcelona. Todo, merced a la labor de su obispo, monseñor José Ángel Saiz; al rector del seminario, don Salvador Cristau; y a monseñor Pardo, vicario de Tarrasa hasta que el Papa lo mandó a Gerona. Los tres son hombres de Dios que viven el Evangelio y predican a Cristo, pastores que adoran al Dios verdadero y no al dios-nación, ése que está dejando las parroquias catalanas esquilmadas. Como los nacionalistas de la Iglesia de Gerona –quizá la más catalanista de todas las diócesis de Cataluña– que ahora rodean a Pardo no le perdonan que se niegue a incensar al césar separatista, ya le han hecho varias jugarretas. Por ejemplo: en su homilía de toma de posesión, monseñor Pardo saludó a los presentes en catalán y prosiguió en castellano. Pero en la web de la diócesis, han colgado el texto en catalán. Y sólo en catalán. No parece que quien habla en castellano en el corazón del nacionalismo catalanista-eclesial, luego pida que en la web se cuelgue el texto en catalán. Monseñor Pardo tiene muchos frentes abiertos, como todo sacerdote recién nombrado obispo y como todo obispo recién aterrizado a una diócesis; él sabrá cómo empezar a poner orden. Pero, eso sí, urge que lo haga sin demora. Y que no se deje comer el terreno por vicarios, párrocos, secretarios y abades, que aman más el Estatut que el Evangelio. Desde aquí le damos tres pistas, más las que apunten nuestros lectores, sobre los campos en los que su intervención resulta apremiante: 1. En el seminario de Gerona sólo hay 5 seminaristas. En el curso 2007-2008 no sólo no entró ninguno nuevo, sino que uno de los que había decidió marcharse. Por algo será. 2. Los movimientos apenas tienen vida en Gerona. El Camino, los carismáticos, los focolares, Comunión y Liberación y Cursillos de cristiandad ya han obrado milagros de regeneración eclesial en otras diócesis. 3. Aunque sólo sea para facilitar las cosas a las diócesis hermanas, que traduzca al castellano la web de la diócesis (la única que tiene domino .cat y no .es ni .org) porque ahora sólo se puede leer en catalán. Al menos, que copie el modelo de Tarrasa, con versión en español y en catalán. Para todo ello, monseñor Pardo, cuente con nuestras oraciones. Y no se arredre como hicieron otros, que de usted depende, en buena medida, la salvación de sus feligreses. José Antonio Méndez