La carrera
La noche del sábado al domingo dormí con mis padres; mi padre está malucho y nos turnamos los hermanos para cuidarle. El caso es que hoy por la mañana (hablo del domingo, aunque quizá el lector lo lea en otro momento), hoy por la mañana, digo, he vuelto corriendo a casa a primera hora. No tardo más de 40 minutos (ni podría correr más tiempo), pero me lo paso muy bien y me hace recordar cuando entrenaba ¡qué tiempos! Al llegar a la Castellana, han dado la salida de la Carrera de las Empresas. Inmediatamente, he pensado lo bueno que sería meterme en la carrera, en la que corrían cuesta abajo, para hacer menos esfuerzo y llegar antes a casa. Pero la parte mala era que tenía que cruzar la calle y que no iba ya muy sobrado de fuerzas. Así que los he dejado y he seguido escuchando música, pensando en encontrarme de nuevo con los primeros corredores, ya bajando desde Plaza de Castilla. Ya había olvidado el tema cuando ha empezado a retumbar en mis oídos la canción Si te tengo a ti, de La Voz del Desierto (todavía no os he comentado que hablaré bastante de música en este blog). A la vez que escuchaba la canción, me he encontrado con las hordas de corredores que bajaban el paseo de la Castellana. En ese momento me he visto como cualquier cristiano, yendo aparentemente en contra de la sociedad. Ellos iban cuesta abajo, a toda velocidad, y yo podía seguir corriendo a duras penas. Para mí hubiera sido muy fácil dar la vuelta y correr con todos; seguro que hubiera ido más rápido. Pero no me ha dado la gana. En la carrera del día a día, tengo muy claro que con Cristo todo lo puedo, que si me agarro a Él no hay nada imposible. ¿Que casi no he dormido y estoy desentrenado? ¿Que me agarrota el cansancio? Me da igual. Cristo vive en mí. Y no penséis que iba solo: en mi sentido iban más corredores. Cuántas veces pensamos que estamos solos, que la sociedad está contra nosotros... Y no hay nada más falso. Somos la Iglesia, ¡Cristo nos fundó! no somos corredores solitarios. Cuando llegaba a casa he recordado el error de un amigo mío, que antes de ver la película La Pasión, dijo algo así como “si ya se sabe el final: se cargan al bueno”. Craso error; ¡¡Cristo ha resucitado!! Eduardo Palanca
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