El pudor del macho alfa
La frase me da pudor con que contesta Pablo a Iglesias a Risto Mejide cuando le pide que diga cuál es su película favorita preludia una respuesta de alfombra roja, oso en Berlín, Palma en Cannes y Venecia sin ti. Una repuesta de intelectual que envuelve la sabiduría en aparente sonrojo ¿A cuento de qué el pudor?: a cuento de que es un filme de élite. La película que gusta a Iglesias, Las invasiones bárbaras, es un homenaje a mayo del 68 arropado por la banda sonora de la enfermedad terminal del protagonista, con el cáncer, la patología más parecida al adagio, en el papel de Ennio Morricone.
El pudor del macho alfa es, pues, quiera que no, el pudor de quien mira por encima del hombro a quienes prefieren Las que tienen que servir, de Forqué, a Las criadas, de Genet. El pudor del chico listo consciente de que sus gustos no son los de cualquiera, siendo cualquiera un posible votante de Podemos. Si es por eso, los mios tampoco, pero no me da pudor decir que, aunque adolescente durante el destape, me gusta más Eva al desnudo que Emmanuelle.
Si el pudor no le bloqueara el entendimiento Iglesias comprendería que la masa no repudia a líderes que admiren las colecciones del Reina Sofía, a menos, claro, que crean que la masa no está a la altura de las exposiciones. La masa busca líderes con los que se identifique en sus propósitos, no es sus gustos. Sé de qué hablo. Como he sido jornalero puedo asegurar que, si bien el campesinado adora a Alfonso Guerra, no tiene a Mahler como compositor de cabecera. Salvo que Mahler sea el autor apócrifo de Soy minero.
Si el pudor no le bloqueara el entendimiento Iglesias comprendería que la masa no repudia a líderes que admiren las colecciones del Reina Sofía, a menos, claro, que crean que la masa no está a la altura de las exposiciones. La masa busca líderes con los que se identifique en sus propósitos, no es sus gustos. Sé de qué hablo. Como he sido jornalero puedo asegurar que, si bien el campesinado adora a Alfonso Guerra, no tiene a Mahler como compositor de cabecera. Salvo que Mahler sea el autor apócrifo de Soy minero.
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