El País y Religión Digital: sectarios y ridículos
No voy a entrar en el caso de los abusos sexuales cometidos por un grupo de sacerdotes de Granada. Hay suficiente información en los medios y el obispo de Granada, Mons. Javier Martínez, ha explicado con transparencia cómo ha sido su actuación. Evidentemente, sólo puedo añadir mi muestra de repulsión hacia los actos de los que se están hablando.
Pero uno se asoma al entrañable El País, esa especie de Enciclopedia Álvarez del anticlericalismo, y se queda estupefacto. A las habituales dosis de maldad e ignorancia con que aliña el diario su información religiosa, se une esta vez la vergüenza ajena por el ridículo de un diario que aspiraba a ser serio (aunque quizás eso fue hace mucho) y que no llega ni al nivel de una gacetilla de estudiantes.
En concreto, en la crónica de José Antonio Hernández, se afirma en referencia al grupo de sacerdotes abusadores que "este clan, integrado por curas fundamentalistas y ultraconservadores, es conocido en Granada como Los Romanones, en alusión al nombre del presunto líder".
Claro, era un ingrediente que El País no podía dejar de lado: los abusadores (por cierto, con prácticas homosexuales, algo que la crónica no recoge), tenían que ser fundamentalistas y ultraconservadores. Les ha faltado añadir que probablemente eran ratzingerianos.
Pero el caso es que uno sigue leyendo en el link sugerido por El país, de Religión Digital, para enterarse más sobre quiénes eran esos tipos y la sorpresa no puede ser mayor. Esperaba que fuesen curas de sotana, que tras su aparente vida austera escondieran a un vicioso impenitente y que tuvieran vínculos con alguno de los típicos "ogros" del imaginario comecuras, como el Opus Dei o los curas defensores del rito tridentino. Pero no. Allí leo con asombro el artículo firmado por Jesús Bastante, un texto que desvela una caradura de dimensiones gigantescas.
En efecto, allí leo lo siguiente:
"Son una docena, entre sacerdotes y laicos (10 y 2). Son ultraconservadores de pensamiento, aunque con formas y prácticas muy modernas." Atención, no modernas, sino muy modernas. Vaya usted a saber qué es eso. En cualquier caso, estos ultramodernos resulta que también son ultraconservadores. Ahí queda eso. Y sin mover una pestaña.
Pero la cosa no acaba aquí. Resulta que, en palabras de Bastante, "Los sacerdotes no usan alzacuellos, tienen un alto nivel económico y disponen de muchos bienes, repartidos por Granada y la provincia". Vamos que estos "supercarcas" no es no llevaran sotana, sino que no llevaban ni siquiera alzacuellos, estaban forrados y vivían a todo tren, nos imagnamos que luciendo modelitos caros, y sus formas eran supermodernas. ¡Pues vaya ultraconservadores más raros!
Para acabar de arreglarlo, se nos informa de que "su líder era un ex-focolar", ya se sabe, los Focolares de Chiara Lubich, ese grupo ultrafundamentalista ante el que los seguidores de Monseñor Lefebvre parecen un hatajo de hippies.
Vamos, que había que soltar lo de ultraconservador a toda costa, como quien le echa sal al aliño, y poco importaba cuál era la realidad. Caña a los carcas aunque sea mentiendo como bellacos.
Primero sentí vergüenza, pero luego he de reconocer que me ha entrado la risa: ¡menudo ridículo!
Si alguien podía albergar alguna duda, ya la ha resuleto: El País y Religión Digital son fuentes totalmente desacreditadas, una combinación de sectarismo y desvergüenza que cae por su propio peso.
Pero uno se asoma al entrañable El País, esa especie de Enciclopedia Álvarez del anticlericalismo, y se queda estupefacto. A las habituales dosis de maldad e ignorancia con que aliña el diario su información religiosa, se une esta vez la vergüenza ajena por el ridículo de un diario que aspiraba a ser serio (aunque quizás eso fue hace mucho) y que no llega ni al nivel de una gacetilla de estudiantes.
En concreto, en la crónica de José Antonio Hernández, se afirma en referencia al grupo de sacerdotes abusadores que "este clan, integrado por curas fundamentalistas y ultraconservadores, es conocido en Granada como Los Romanones, en alusión al nombre del presunto líder".
Claro, era un ingrediente que El País no podía dejar de lado: los abusadores (por cierto, con prácticas homosexuales, algo que la crónica no recoge), tenían que ser fundamentalistas y ultraconservadores. Les ha faltado añadir que probablemente eran ratzingerianos.
Pero el caso es que uno sigue leyendo en el link sugerido por El país, de Religión Digital, para enterarse más sobre quiénes eran esos tipos y la sorpresa no puede ser mayor. Esperaba que fuesen curas de sotana, que tras su aparente vida austera escondieran a un vicioso impenitente y que tuvieran vínculos con alguno de los típicos "ogros" del imaginario comecuras, como el Opus Dei o los curas defensores del rito tridentino. Pero no. Allí leo con asombro el artículo firmado por Jesús Bastante, un texto que desvela una caradura de dimensiones gigantescas.
En efecto, allí leo lo siguiente:
"Son una docena, entre sacerdotes y laicos (10 y 2). Son ultraconservadores de pensamiento, aunque con formas y prácticas muy modernas." Atención, no modernas, sino muy modernas. Vaya usted a saber qué es eso. En cualquier caso, estos ultramodernos resulta que también son ultraconservadores. Ahí queda eso. Y sin mover una pestaña.
Pero la cosa no acaba aquí. Resulta que, en palabras de Bastante, "Los sacerdotes no usan alzacuellos, tienen un alto nivel económico y disponen de muchos bienes, repartidos por Granada y la provincia". Vamos que estos "supercarcas" no es no llevaran sotana, sino que no llevaban ni siquiera alzacuellos, estaban forrados y vivían a todo tren, nos imagnamos que luciendo modelitos caros, y sus formas eran supermodernas. ¡Pues vaya ultraconservadores más raros!
Para acabar de arreglarlo, se nos informa de que "su líder era un ex-focolar", ya se sabe, los Focolares de Chiara Lubich, ese grupo ultrafundamentalista ante el que los seguidores de Monseñor Lefebvre parecen un hatajo de hippies.
Vamos, que había que soltar lo de ultraconservador a toda costa, como quien le echa sal al aliño, y poco importaba cuál era la realidad. Caña a los carcas aunque sea mentiendo como bellacos.
Primero sentí vergüenza, pero luego he de reconocer que me ha entrado la risa: ¡menudo ridículo!
Si alguien podía albergar alguna duda, ya la ha resuleto: El País y Religión Digital son fuentes totalmente desacreditadas, una combinación de sectarismo y desvergüenza que cae por su propio peso.
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