La caja
Un cuchillo jamonero en manos de mi madre no contiene el mismo peligro potencial que en las palmas de Jack El destripador. Así que no culpemos al arma homicida, las pobres cerillas, de la propuesta de utilizarlas para quemar templos reflejada en esa caja de fósforos que el museo Reina Sofía expone con honores de Velázquez de la primera época.
El engendro artístico destaca que la única iglesia que ilumina es la iglesia que arde, lo que evidencia que las autoras no han leído Llama de amor viva, que es lumbre rimada, ascua espiritual. En descargo de las mismas juega la imposibilidad de que San Juan de la Cruz sea el escritor de cabecera de una progresía que entiende que la sensibilidad religiosa es un defecto lírico de derechas.
Como quiera que no pocos católicos han puesto el grito en su segunda residencia, el cielo, por la presencia de la caja, el museo pide que no se tome la frase de modo literal, sino como metáfora de un tiempo determinado, el 36, supongo, lo que es toda una invitación a que en la próxima exposición del Reina Sofía algún artista ario muestre un surtido de bombonas con forma de esvástica en homenaje al calorcito judio de Auswitch o a que un virginiano exponga la imagen de negros de peluche ahorcados para ensalzar la contribución del Ku-Klux-Klan a la industrial del cordel.
Como quiera que no pocos católicos han puesto el grito en su segunda residencia, el cielo, por la presencia de la caja, el museo pide que no se tome la frase de modo literal, sino como metáfora de un tiempo determinado, el 36, supongo, lo que es toda una invitación a que en la próxima exposición del Reina Sofía algún artista ario muestre un surtido de bombonas con forma de esvástica en homenaje al calorcito judio de Auswitch o a que un virginiano exponga la imagen de negros de peluche ahorcados para ensalzar la contribución del Ku-Klux-Klan a la industrial del cordel.
El museo se ampara en la libertad de expresión para justificar su postura. Ni que decir tiene que la libertad de expresión, entendida al modo progresista, es el derecho de la izquierda de llamar facha al católico y del católico a guardar silencio. Aunque tanto da que replicara porque esta gente asume cualquier calificativo con normalidad, así les llames estalinista. En lo que se nota que está satisfecha con la historia, aunque la historia no esté satisfecha con Siberia. Queda claro, pues, que el progresista considera que el Gulag es la variante soviética del campamento de la OJE y equipara la revolución cultural de Mao con la Lomce de Wert.
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