Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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Conversiones espectaculares y silencisas

por El Blog de Juan del Carmelo

        Lo normal es que el deseo de santidad…, le llegue a una persona, como el fruto de una vida, en la que consciente o inconscientemente, la persona cada vez se ha ido acercando más al amor del Señor llegando así el momento de sentir el alma de la persona de que se trate, el deseo de santificarse. Este momento, llamado conversión de un alma, puede presentarse en el alma suave o bruscamente. Nosotros hemos sido puestos por Dios en este mundo, cada uno en un lugar diferente y con una misión única y exclusiva que cumplir. Para el desarrollo de esta misión a cada uno nos ha dotado de un conjunto de posibilidades que hemos de utilizar y aprovechar para cumplir y alcanzar ese objetivo que Dios tiene dispuesto desde siempre, para nosotros.

       Todos estamos dotados de cuerpo y alma, pero generalmente son muchos más, los que se ocupan de su cuerpo marginando las necesidades de su alma. Más se busca la satisfacción de los deseos y apetencias de nuestro cuerpo y por lo tanto, la obtención de bienes materiales, más que la de bienes espirituales, que demanda nuestra alma. Pero se dan muchos casos en los que el Señor, por razón de las misteriosas razones que le mueven, dona la gracia de este bien espiritual llamado conversión, a determinadas personas, que muchas veces han llevado una conducta totalmente antitética, de la que tiene la persona que ama al Señor.

        Y es que, como decía un viejo fraile: Al Señor le gusta trabajar con materiales de derribo y de ello nos dejó plena constancia cuando dijo: “No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos: ni he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”. (Mc 2,17). Y sin apartarnos del título de este libro, también son palabras del Señor a Nicodemo: “En verdad, en verdad te digo que quien no naciere del agua y del Espíritu no podrá entrar en el reino de los cielos” (Jn 3,5). De acuerdo con que los exégetas, se refieren estas palabras del Señor al bautismo, pero. ¿Qué es el bautismo?, sino una primera conversión y tal como nos dice Jean Lafrance: “El hombre no acaba nunca de convertirse y por eso cada día tiene que renacer de agua y del Espíritu”.

       La actuación del Señor en la donación del bien espiritual que es la conversión, no es nunca igual ni semejante. Cuando el Espíritu Santo encuentra un alma bien dispuesta, se va adueñando de ella y la lleva por caminos de oración cada vez más profundos, hasta que las palabras resultan pobres, y estas dejan paso a la intimidad divina, en un mirar a Dios sin descanso y sin cansancio. La conversión de un alma, no tiene fechas ni límites y puede darse a unas distintas personas y en distintas  épocas de su vida. La actuación divina, no se produce en los hombres en unas edades determinadas, los trabajadores llamados a trabajar en la viña, fueron convocados a distintas horas del día. Todos tenemos almas igualmente diferentes como lo son también nuestros cuerpos, y diferentes son también nuestras  respuestas, a la convocatoria de una conversión. También es distinta la forma en que siempre  responden los convocados, que reciben el bien de una conversión, no existe un comportamiento homogéneo en sus conductas.

        Tampoco existen dos conversiones iguales. La conversión es muy dispar en su nacimiento en su desarrollo y lo que es más importante, en la posterior perseverancia que debe de tenerla el que ha recibido este bien espiritual, porque fervorines que se agotan a los dos días los hay a cientos. En términos generales se define la conversión como una Metanoia, que es un término griego, que expresa un cambio de opinión y más concretamente un cambio de mente. Se podría también estimar que la conversión produce un cambio en la escala de valores, por la que se rige la persona humana. Tradicionalmente a la conversión se la ha definido como un cambio de mente del converso, sin que sea necesario haber sido previamente un empedernido pecador, para que el Señor se fije en él y le done una conversión.

          La conversión no solo es posible, en la persona que lleva una vida depravada y que de pronto por un incidente o circunstancias que le afecta, se origina en esta persona una conversión. No es correcta la idea que generalmente se tiene de lo que es una conversión. Una conocida artista, célebre por sus pervertidas actuaciones, de la noche a la mañana, entra en un convento de carmelitas descalzas o el caso de un conocido político por sus diatribas contra la religión, pro abortista, pro homosexual y varias lindezas más, un día aparece la noticia de que ha entrado de novicio en un cartuja. La conversión puede ser de una persona, que vivía apartada del Señor y también de una persona que habitualmente toda su vida ha estado en gracia y amistad de Dios.

        Aunque estas últimas clases de conversiones, son menos ruidosas y no llaman tanto la atención, pero no por ello dejan     de ser una conversión. Porque como decían los Padres del desierto, solo se avanza en el desarrollo de la vida espiritual de uno, cuando continuamente se está inmerso, en una inacabada conversión. Hasta el más perfecto de los seres humanos, nunca alcanza ni alcanzará la perfección divina, y siempre estará necesitado de convertirse.  Y esto es así, porque la conversión en sí, es una invasión del Espíritu Santo en el alma humana y por ello, el alma de la persona que vive su desarrollo espiritual, está siempre viviendo una continua conversión, es como subir una escalera y en cada escalón que se sube, el alma se siente más invadida por el Espíritu Santo y está cada vez más convertida, porque siente la necesidad de subir más y más deprisa.

        Los Padres del Desierto, cada mañana cuando se levantaban decían: “Yo no he comenzado todavía a convertirme”, y como escribe Jean Lafrance: Solo este reconocimiento del corazón nos puede disponer a ser invadidos por el Espíritu Santo. Por ello, es necesario, si es que queremos avanzar en el desarrollo de nuestra vida espiritual, para alcanzar la vía unitiva, que diariamente pensemos en la necesidad que tenemos de convertirnos, para desterrar de una vez por todas esas faltas e imperfecciones, que aunque no nos matan  el alma y expulsan de ella nuestra inhabitación Trinitaria, si le hace la vida muy incómoda al Señor que tanto nos ama, e impiden que cumplamos sus deseos de:  “Sed, pues, perfectos, como perfecto es vuestro Padre celestial”. (Mt 5,48).

        La necesidad de que mantengamos, una continua conversión nos hace vivir en lo que podríamos denominar  estado de reconversión. El Señor, trata por dos veces en sus parábolas el tema de la conversión y así en la primera de ellas nos dice: "44 Es semejante el reino de los cielos a un tesoro escondido en un campo, que quien lo encuentra lo oculta y, lleno de alegría, va, vende cuanto tiene y compra aquel campo”. (Mt 13,44).El tesoro oculto lo descubre aquel que es sujeto de una conversión. Nunca ha buscado al  Señor pero de bruces sin el buscarlo se lo encuentra y vende todo lo que tiene para asegurarse lo que ha encontrado.

         Es el caso de San Pablo, que no solo buscaba al Señor para amarlo sino que lo perseguía y cuando lo encuentra, abandona su vida anterior, vende todo los que tiene, y sigue al Señor. Entregarse y seguir al Señor, nunca es una tarea fácil, Él te invita a seguirle, te busca y te llama, pero no te coacciona a que le sigas, ante todo es respetuoso con el libre albedrío que el mismo te dio. Puedes decirle no y no por ello te vas a condenar, solo que has renunciado a ser águila, limitándote a ser ratón de corta mirada. Es el caso der joven rico que abordo al Señor. Todo se ha de vender si se quiere poseer el tesoro, pero lo que vendamos, vale siempre infinitamente menos, de lo que recibiremos. Santa Catalina de Siena dice, que para los que creen en Jesús todo camino hacia el cielo es cielo. Si tropezamos con ese tesoro aquí, en la tierra, si encontramos esa relación de amistad, nos hemos encontrado con el reino de Dios.

        En la segunda parábola gemela de esta el Señor nos dice: 45 Es también semejante el reino de los cielos a un mercader que busca perlas preciosas, 46 y hallando una de gran precio, va, vende cuanto tiene y la compra”. (Mt 13,45-46). Ni el hombre de la anterior parábola que encontró el tesoro, ni el hombre de ahora, que hallo la perla, echaran de menos lo que antes poseían y que vendieron. En la primera parábola el hombre que encuentra el campo, no se afanaba en buscarlo, Dios se lo puso en su camino. En esta segunda parábola, el hombre no encuentra por casualidad es un comerciante que se afana en encontrar la perla maravillosa. En esta parábola, va ella más dirigida al que se afana en buscar al Señor, que al que lo encuentra sin haber puesto interés en encontrarlo, como es el caso de la  parábola del tesoro escondido. Jesús en esta  parábola,  hace brillar ante tus ojos la perla preciosa, que no es otra cosa que el secreto trinitario. Todas las demás perlas son hermosas, pero no son nada al lado de la perla preciosa por la que vendes todo. Para comprender esto tienes que recibir una luz extremadamente profunda sobre la santidad de Dios y sobre la nada del hombre. Poco a poco, Dios apartará su mano y le verás de espalda, porque su rostro no puedes verlo. Como Moisés, cae de rodillas sobre el suelo y pos térnate en adoración.

        La conversión no es, como algunos piensan, algo que dure un instante y al momento ya todo es distinto, porque Dios, le da la vuelta a uno como un calcetín. Si es verdad que el converso sufre un cambio total, pero este no es fruto de un instante, sino de un largo proceso, porque la fe tampoco le llueve a nadie en un instante desde el cielo, ella es también el fruto de un largo proceso de maduración y ambos procesos son siempre convergentes. El proceso de conversión es siempre un largo camino. “Su duración tal como escribe Slawomir Biela, ocupa el resto de la vida del converso y su velocidad de transformación, depende de la dureza, la oposición y lo áspero y duro que sea ese campo pedregoso, que para Dios es el corazón del hombre”. Y ocupa el resto de la vida del converso, porque este nunca alcanzará plenamente un perfecto sometimiento a la gracia divina, ya que esa misma gracia, descubre en nosotros nuevas zonas en las que está presente el mal.

        Frente a este mal, la gracia nos llama cada vez a una contrición más profunda, y por tanto a una apertura cada vez más profunda a la actuación de Dios y a la actuación de su gracia purificadora en nuestra vida Tengamos en cuenta una acertada recomendación de Rainiero Cantalamessa, predicador oficial de la Casa pontificia que nos dice: “Pero, no esperemos a nuestro funeral. La conversión  puede cambiar a los vivos, pero no a los muertos”.

        Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.

  1. Libro. BUSCAR A DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461164516
  2. Libro. RELACIONARSE CON DIOS.- www.readontime.com/isbn=v
  3. Libro. LA SED DE DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461316281 
  4. Libro. ASEVERACIONES DEL SEÑOR.- http://www.readontime.com/ROT/dagosola/aseveraciones-del-senor_9788461557097.html
  5. Libro. VIDA DE NUESTRA ALMA.- http://www.readontime.com/ISBN=9788461266364
  • 232x.-  ¿Cómo funciona eso del tesoro oculto?        08-09-10
  • 643s.-  ¿Qué es la conversión?          08-12-12
  • 298m.- ¿Cabe la conversión sucesiva?          18-01-11
  • 918m.- Conversión reconvertidos      10-06-14
  • 407x.-  Con este signo vencerás         24-08-11
  • 413l.-  Mirada de ratón, mirada de águila    05-09-11
  • 551j.-  Significado de la Cruz           07-05-12
  • 881v.-  # Zapatero a tus zapatos        28-03-14

          La fecha que figura a continuación de cada glosa, es la de su publicación en la revista ReL, en la cual se puede leer la glosa de que se trate.

            Si se desea acceder a más glosas relacionadas con este tema u otros temas espirituales, existe un archivo Excel con una clasificada alfabética de temas, tratados en cada una de las glosas publicadas. Solicitar el archivo a: juandelcarmelo@gmail.com

 

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