Viernes, 22 de noviembre de 2024

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La fe de los niños. La fe de un niño

por Una Jarra de Barro

 Jesús en el evangelio menciona en alguna ocasión a los niños, tampoco muchas, la verdad sea dicha. Lo hace para ponerlos como modelos para alcanzar el Reino

«Dejad a los niños que vengan a mí, porque de los que son como estos es el Reino de los Cielos. Después, les impuso las manos, y se fue de allí» (Mt 19, 14).

«Y abrazaba a los niños, y los bendecía imponiendo las manos sobre ellos» (Mc 10, 16).

«Él llamó a un niño y lo puso en medio de ellos, y les dijo: Y el que reciba a un niño como este, en mi nombre, a mí me recibe» (Mc 18, 2-5).

Aunque tampoco olvida Jesús la actitud puñetera que tienen algunos a la hora de llevar la contraria, como cuando compara la generación que rechaza al Señor se haga lo que se haga con los niños que se quedan parados a la hora de bailar o que no siguen el juego de los demás:

“ Se parece a los chiquillos que, sentados en las plazas, se gritan unos a otros diciendo: Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado endechas, y no os habéis lamentado.” (Mt 11, 16b17).

La imagen del niño es siempre muy evocadora: el que está aprendiendo, el que tiene inocencia, el que cree todo lo que se le diga… e incluso análisis más sesudos recordarán que el término griego que se utiliza para niño es pueri, que también significa esclavo, con lo que hablaría de la humildad, del que es más inferior en la capa social «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios y prudentes, y se las has revelado a pequeños» (Mc 10, 21).

Del contexto social podemos recordar que en tiempos de Jesús las mujeres, los esclavos y los niños eran a efectos legales meras propiedades del varón, sin ningún tipo de derechos.

Pero sin duda la mejor explicación del concepto de la fe de los niños me la dio mi hijo mayor Israel, hoy en día todo un adulto, cuando apenas contaba con 7 u 8 años. Su padrino, un amigo nuestro muy allegado, acababa de quedarse en paro y le dije que rezara para que pronto encontrase un nuevo empleo. Al cabo de un mes se produjo la buena noticia y fui a comunicársela a mi hijo

-¿Sabes?, tu padrino ya ha encontrado trabajo

-Claro, ya lo sabía

-¿Te lo había dicho la mamá?

- No… se lo había pedido a Jesús.

Así de natural, así de sencillo, así de potente. La fe de un niño.

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