Qué divertido es leer la Biblia
Que sea altamente recomendable para católicos es evidente. Ella contiene, y así lo proclamamos, la palabra de Dios y como tal nos da a conocer la buena nueva, el amor, la vida en plenitud, los designios del creador para nuestra felicidad. Nos anima, nos consuela, nos conforta y también, como no, nos amonesta cuando nuestra vida se convierte en un ejercicio de egoísmo.
Pero además yo me atrevería a dar otro paso, la Biblia es de lectura altamente recomendada para todos, incluso los no creyentes y en especial para aquellos que simplemente les gusta leer. Recuerdo una cita pero no su autor (igual alguno lo podéis identificar) que decía algo asi como “es bueno leer la Biblia aunque no la entiendas, porque tus demonios sí la entienden”, así que su recomendación siempre es buena y si además va acompañada de que su lectura sea explicada y profundizada en y por la Iglesia, la recomendación se torna perfecta.
Los teólogos y exégetas hablan de la “doble autoría” de la Biblia, de Dios y de los hombres. De Dios por que contiene su palabra y es el Espíritu Santo quien la inspira y de los hombres en tanto y cuanto ha sido redactada por muchos autores de distintas épocas y estilos durante un milenio, cada uno con sus conocimientos y personalidad propios. La Biblia contiene por tanto diversos géneros literarios y temas de todos los estilos, poemas, refranes, acontecimientos históricos, hazañas bélicas, intrigas palaciegas y traiciones, misterios, milagros, incestos, sermones, asesinatos, normas y reglas de comportamiento, literatura erótica, actas judiciales... y también muchas narraciones divertidas, curiosas y humorísticas.
Con respecto a esto último estoy convencido de que ninguno de los autores que escribió la Biblia, y fíjate que los ha habido, tuvo la intención de crear relatos de humor, simplemente muchas de las situaciones que aparecen en las Sagradas Escrituras son divertidas de por sí y sus redactores no hicieron más que narrarlas tal cual. Si en el artículo anterior de este blog hablé de que Jesucristo no respondía a la imagen de blandengue y moñas que muchos tenían en la cabeza, con igual convicción afirmaremos que el Padre para nada responde a esa imagen seria y adusta que tantas veces nos han pintado, por la sencilla razón que Dios tiene muy buen humor.
Tengo que confesar que desde hace años barrunto la idea de escribir un libro titulado “La chispa de la Biblia” (no es que sea muy creativo, ¿o sí?) recogiendo, versionando y comentando los pasajes de las Sagradas Escrituras en este sentido, e incluso tengo ya algunos capítulos medio hilvanados en alguna carpeta de mi ordenador esperando a que me tome de una vez en serio (que paradoja) lo de completarlos. El día que así lo haga es probable que me den para una o varias trilogías. Pero mientras ocurre este acontecimiento, si es que finalmente llega a ocurrir algún día, propongo a los lectores de este artículo que se acerquen a los pasajes curiosos que cito a continuación con un breve resumen, que para muestra bastan 5 pequeños botones:
. El adivino Balaam, requerido para maldecir al pueblo de Israel, es incapaz de ver al Ángel de Dios que tiene en frente, mientras que su burra, que si lo vé, termina hablando y diciéndoselo. Ver libros de Números cap 22
.El rey Saúl persigue a David para matarlo cuando, en un apretón, entra en una cueva a hacer sus necesidades sin saber que su perseguido se encuentra escondido dentro. Aunque tiene ocasión para matarlo, David se acerca y le corta una punta de la capa mientras Saúl está a la faena sin que se de cuenta y luego se lo hace ver. Está en el libro Primero de Samuel capítulo 24
.A pesar de la respuesta seca de Jesús, María pasa de su hijo y le “obliga” a manifestar su gloria antes de lo previsto con un milagro (¡Bendita sea María). Lo podemos ver en el famoso episodio de las bodas de Caná en la primera parte del capítulo 2 del Evangelio de Juan.
. Jesús resucitado se aparece a sus apóstoles y estos tratan de esconderse muertos de miedo pensando que es un fantasma. Pasado el susto inicial y como no acababan de dar crédito a lo que veían, se tiene que comer los restos de la cena para demostrárselo. Está en Lucas 24, del versículo 36 en adelante.
. Tras un milagro de Pablo, los griegos creen que él y Bernabé son los dioses del Olimpo que han bajado en forma de hombres y deciden hacerles un sacrificio en su honor. A duras penas consiguen sacarlos de su error. Lo leemos en el capítulo 14 de los Hechos de los apóstoles.