De una escena en Tierra Santa que me ha llamado la atención

 
 
            Me topé con ella por casualidad, tratando de informarme un poco sobre la visita del Papa a Tierra Santa. Y ahí estaba, en el Jerusalem Post del que la extraigo: protagonistas, el Papa Francisco; el tantas veces primer ministro y ministro israelí de Asuntos Exteriores Simon Peres, actual Jefe de Estado; y el tantas veces primer ministro israelí, actual titular del cargo, Benjamin Netanyahu.

 

 

            Como puede Vd. ver, Francisco se expresa en español, probablemente y como ya tuvimos ocasión de analizar (pinche aquí si desea rememorarlo), el primer papa de la historia que lo hace, aunque españoles hayan sido al menos tres de los obispos romanos a lo largo de la historia: el importantísimo Papa Dámaso (pinche aquí para conocerlo mejor), Calixto III (haga lo propio aquí para conocerlo a él) y Alejandro VI, al que tendremos que dedicar algún día una entrada en esta columna. Y un cuarto que, aunque no español, fue rey de España antes de ser papa (pinche aquí y sabrá de quién le hablo).
 
            Junto a él un Benjamin Netanyahu que es hijo del historiador judío del mismo nombre, Benjamin Netanyahu que fue, además, un notable hispanista y un gran estudioso de la historia de España, dejándonos una gran biografía de ese gran judío español que fue Isaac Abravanel (puede Vd. conocerlo mejor pinchando aquí) y una gran obra sobre la Inquisición española. Ignoro si de ascendiente sefardí, aunque muy probablemente sí (pinchando aquí conocerá la diferencia entre judíos sefardíes y judíos asquenazíes).
 
            Testigo de la escena, Simon Peres, cuyo apellido delata, aquí sí, a las claras, su procedencia y ascendencia sefardí, y en consecuencia, española. Curioso apellido, por cierto, este “Peres” en la persona de un judío, pues a nadie se le oculta que Peres, Pérez, significa “hijo de Pedro”, lo que revela que en algún momento en la historia de la familia de D. Simon, hubo un Pedro, nombre que, como se sabe, no es judío y que a mayor abundamiento, no sólo no es judío, sino que es el más cristiano que pueda existir, pues es el único “creado” por el propio Jesús en aquella célebre escena (ver Mt. 16, 1319) en la que instituye la Iglesia en una ciudad siria que entonces se llamaba Cesarea de Filipo y hoy se llama Banias.
 
            En fin, detalles secundarios que probablemente no tengan mucha importancia, pero que a mí me han llamado la atención, embarcado como me hallo en esa ardua cruzada en que consiste hacer recuperar a estos extraños compatriotas míos que se regodean en la miseria de unos orígenes que no sólo no conocen, sino que en algunos casos ignoran premeditadamente, el orgullo de lo que son, y la importancia de nuestra historia y de nuestra cultura españolas en el mundo y en la entera evolución de la Humanidad.

            Que hagan mucho bien y que no reciban menos.
 
 
            ^©L.A.
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