Campaña de desprestigio
Las habas cocidas no son el aporte vaticano a la gastronomía mundial, pero El País considera que sí porque el arzobispo para los derechos del niño ha asegurado que en todas partes hay abusadores. Lo que significa, según el periódico, que desde la sede de San Pedro se activa el ventilador para expandir aire viciado. También le reprocha que el portavoz Lombardi asegure que nadie ama tanto a la infancia como Francisco, lo que, como es cierto, obliga a creer que para el diario independiente de la mañana fue Cebrián el que ordenó a su gente que no pusiera trabas a los niños que querían acercársele en busca de un autógrafo.
Francisco ha llamado a avergonzarse por los escándalos de la Iglesia. Y ya que no es pedir perdón sino perdonar la prerrogativa de la curia hay que elogiar el corajudo gesto, que, aunque el laicismo crea lo contrario, no tiene como objetivo frenar la campaña de desprestigio que sufre la Iglesia. El Papa sabe lo de menos es que la mujer del César parezca honrada. Lo importante es que lo sea, aunque frecuente tugurios de mala muerte en el extrarradio dle hombre.
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