…Y así celebra la navidad (ahora en cautividad) Asia Bibi
por En cuerpo y alma
Después de haberles presentado ayer cómo celebraba Asia Bibia la navidad cuando era una mujer libre, (pinche aquí si aún no ha tenido ocasión de leerlo y desea hacerlo), todo lo libre que puede ser un cristiano en Pakistán, le propongo hoy conocer cómo la celebra desde que se halla encerrada en una celducha inhóspita y maloliente como es la que constituye todo su horizonte mientras ve cómo pende sobre ella una condena de muerte que habría sido injusta, crudelísimamente injusta, con ser ciertos los hechos de los que es acusada, no digamos cuando, como es la realidad, ni siquiera los ha cometido.
Con Asia Bibi, y concretamente con un extracto del libro “Sacadme de aquí” escrito por ella misma y por la periodista francesa Isabelle Tollet publicado por Libros Libres, les dejo por hoy. Ahí va:
“Esta mañana experimento una curiosa sensación, como si tuviera una taza de té ardiendo en la mano y a la vez ganas de estornudar. Estamos a 24 de diciembre y no sé si debo estar alegre o triste. En mi idioma, para decir “navidad” se dice “vada din” que significa “el gran día”. Pero cuando miro a mi alrededor y no veo más que mi celda llena de mis propios excrementos porque Zenobia no ha venido desde hace una eternidad, me cuesta mucho decir que hoy pueda ser un gran día. Recorriendo mi celda con los ojos no veo más que horror, y no siento más que un olor fétido. Estoy totalmente arrinconada, no puedo salir, tengo ganas de derribar los muros, de romper todo para que entre un poco de aire. Voy a tener que pasar la navidad sola, totalmente sola […]
Hoy me habría encantado tener una crucecita, o una capillita, para festejar el nacimiento de Jesús. Pero me siento desnuda y despojada. Señor, te voy a rezar muy alto durante todo el día, esperando que no te hagas el sordo esta vez y que me oigas, aunque sea desde el fondo de esta celda, que me gustaría estar como todos los cristianos del mundo, libre para celebrar el nacimiento de Cristo […]
En este momento, si de algún lado me llegan los recuerdos es por el vientre, que me hace un montón de ruido. Pensar de nuevo en esa tarta de navidad me sumerge en una tristeza infinita. Sé que la prisión no está lejos de la iglesia de Santa Teresa, por poder, podría ir incluso a pie.
Oigo el cliqueteo de llaves en la cerradura, esta vez con delicadeza. Quizás se trate de Zenobia… ¡Sí, es ella!
- ¡No sabía que tu estuvieras hoy por aquí, qué sorpresa!
- No quería dejarte sola, si hay un día en el que hay que hacer una obra de caridad, ese día es navidad, así que me las he arreglado para venir a trabajar.
Mientras le agradezco a Zenobia, la veo ponerse a la tarea y limpiar mi celda.
- ¿Qué estás haciendo? No te corresponde a ti hacer eso.
- No puedo dejarte hoy en este horror de celda, -me dice recogiendo mis deposiciones en una bolsa de plástico.
Ha traído además un desinfectante perfumado. Había olvidado que existía algo parecido a este olor de rosas.
- Es tan amable lo que has hecho por mí, eres tan buena… Espera, voy a ayudarte.
- No, no te muevas. Estás muy débil, debes guardar las fuerzas. Descansa.
Cuando Zenobia termina de arreglar la vajilla, me pasa un pequeño paquete envuelto en papel de aluminio. Lo abro como si fuera una niña impaciente.
- Es un trozo de tarta de navidad –me dice Zenobia- ¡Feliz navidad, Asia!
De los ojos me brotan las lágrimas.
- Gracias, gracias, no puedes ni imaginarte el bien que me has hecho…
- Es normal. Una navidad sin pastel de navidad no es verdaderamente navidad, y no porque estés encerrada aquí no tienes derecho a tu parte.
Estoy tan impresionada por tanta delicadeza…
- Sabes que hoy no es día de visita, pero Ashiq me ha telefoneado ayer por la tarde para que te diga que él y los niños van a pensar hoy en ti aún más que de costumbre, y que aunque no paséis juntos la navidad, eso no le va a impedir a todos estar cerca de ti y en tu corazón. Bueno, me voy, hace ya tiempo que estoy aquí y no hay que atraer los problemas. Feliz navidad otra vez. Pediré por ti en la iglesia”.
©L.A.
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