Domingo, 22 de diciembre de 2024

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De Papá Noél, mucho menos pagano de lo que acostumbramos a creer

por En cuerpo y alma

 

            Yo sé que entre algunos españoles Papá Noël no goza de la mejor de las reputaciones, lo que halla una de sus razones de ser en la competencia que ejerce contra unos personajes maravillosos que se intrincan en el ser más íntimo de la cultura española: los Reyes Magos. (pinche aquí si desea conocerlo todo sobre Melchor, Gaspar y Baltasar). Pero es que más allá de que a España llegue tarde porque el corazón de los españoles ya está conquistado por los simpáticos y entrañables Magos de Oriente, lo cierto es que el personaje hunde sus raíces en las más antiguas tradiciones cristianas, por mucho que a algunos divierta imaginar a Papá Noel como un personaje progresista y laico con el que se superar las rancias y obsoletas tradiciones cristianas de tan urgente erradicación en la sociedad. Un propósito en el que hallan un inesperado aliado en tantos cristianos cuya antipatía por el personaje les lleva a ignorar premeditadamente el cristianísimo origen del orondo domador de renos. 

            Y es que lejos de ser así, desde el punto y hora que “noël” no significa otra cosa que “navidad” en francés, el propio nombre del personaje lleva implícito un homenaje a la Navidad. Una Navidad que no es ni puede ser otra que la de Jesús de Nazaret, como demuestra algo tan evidente como que el día grande del orondo Papa Noel no sea otro que aquél en el que los cristianos celebramos el nacimiento de Jesús. Desde este punto de vista, el error radica en no haber traducido su nombre, como se ha hecho con tantos otros productos importados, al completo, llamándolo “Padre Navidad” o “Papá Navidad”, como en inglés se le llama “Father Christmas” o en italiano “Babbo Natale”, y no simplemente “Papá Noel”, tan poco sugerente en una España donde son muy pocos los que hablan o conocen la lengua francesa. 

            Pero es que por si ello fuera poco, el origen de “Padre Navidad” no remonta sino a otra figura, la de San Nicolás, de raigambre indubitablemente cristiana, un San Nicolás que nace hacia el año 280 en Myra, en la actual Turquía, en una familia acomodada, a cuyos padres se los lleva la peste y que, conmovido por la desgracia, reparte sus bienes entre los necesitados y se ordena como sacerdote con apenas 19 años de edad, llegando a ser obispo de su ciudad. La figura de San Nicolás se vincula muy estrechamente con los niños: en una ocasión, tras rezar por unos niños que habían sido acuchillados se produce su curación; en otra, a un pobre padre de tres hijas que no podía casarlas por no poder pagar la dote con las que debía acompañarlas, Nicolás le entrega una bolsa con monedas de oro, contándose que entraba por una ventana y ponía la bolsa dentro de los calcetines de las niñas, colgados sobre la chimenea para secarse. Muerto en el año 345 es venerado desde muy antiguo, siendo, de hecho, uno de los primeros santos que no es mártir.

            Si en oriente se le conoce como San Nicolás de Mira en atención a sus orígenes, en occidente se le conoce más como San Nicolás de Bari en atención a su destino final, pues cuando en 1087 los musulmanes invaden Turquía, los cristianos se llevan sus reliquias a la ciudad de Bari en Italia. 
 

Tumba de San Nicolás en Bari

            Como quiera que sea, San Nicolás va a terminar registrando gran tradición en Bélgica, donde su fiesta se celebra el 6 de diciembre, y en los Países Bajos, donde se celebra el 5 del mismo mes, y donde se acompaña precisamente con regalos a los niños. Por cierto que el San Nicolás holandés cargado de regalos para los niños no viene de cualquier sitio, sino de España, desde donde llega a bordo de un barco para una vez en tierra, tomar un caballo llamado “Amerigo”, tradición que como tantas otras cosas (entre otras el himno holandés donde todavía hoy se recita “honor al rey de España”) muy probablemente hunda sus raíces en los tiempos en los que España y los Países Bajos compartieron corona. Curiosamente, con la Reforma Protestante y su condena del culto hagiográfico, San Nicolás buscará y hallará “refugio” en las zonas católicas del país. 

            Es muy posible que la llegada de unos holandeses al Nuevo Mundo, donde fundan en 1625 la ciudad de Nueva Amsterdam que cedida a Inglaterra en 1674 por virtud del Tratado de Westminster conocemos hoy como Nueva York, se halle en la base de la transformación de San Nicolás en el Santa Claus que tan indisolublemente se funde con Father Christmas o Papá Noel. Parece que es en la obra de Washington Irving “Historia de Nueva York” (1809) donde por primera vez la palabra holandesa “Sinterklaas” con la que se designa al santo en la lengua neerlandesa se anglofoniza en el extraño Santa Claus, que posteriormente abreviado, da el aún más confuso “Santa” con el que se conoce en Estados Unidos. 

Habdon Sundblom

           En 1823, un poema de Clement Clarke Moore lo presenta como un duende que regala juguetes a los niños en la víspera de Navidad –ya no el 6 de diciembre- y que se transporta en un trineo tirado por renos, lo que no deja de ser un remedo de los camellos de nuestros reyes magos. Hacia 1863, adquiere la fisonomía con la que hoy le conocemos gracias al dibujante alemán Thomas Nast, que diseña el personaje para sus tiras navideñas en el Harper’s Weekly. Y en 1931, la empresa Coca-Cola encarga al pintor Habdon Sundblom una cocacolización del personaje para su utilización en la publicidad corporativa, lo que lo vincula a los colores de la marca, colores que por otro lado, no le eran “tan nuevos” en su condición de obispo. 

            La figura de Papá Noel o Santa Claus es debatida y combatida no sólo en España, donde la tradición de los Reyes Magos es muy sólida, sino en muchos otros países donde compite con tradiciones también muy antiguas, por cierto, en algunos con el propio San Nicolás al que debe su nacimiento. Pero a decir verdad, -y con ello no pretendo descalificar a quienes lo hacen pues, antes al contrario, me cuento entre los más recalcitrantes reyesmaguistas-, es que el tema estaría más relacionado con cuestiones culturales, nacionales y regionales, que propiamente religiosas, plano en el que, al igual que los Reyes Magos en España, San Nicolás-Santa Claus-Papá Noel no deja representar una forma más de cristianización de la bella y antigua costumbre de hacer regalos a los niños en una época concreta del año, el solsticio de invierno, algo muy arraigado que ya veíamos ocurrir en una fiesta tan pagana como las saturnales romanas.

 

            ©L.A.

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