Navidad y defensa de la Vida
Una amiga que vive actualmente en EE.UU. me ha enviado esta simpática imagen de Jesús poco antes de tener lugar la primera Navidad de la Historia. Los cristianos creemos en un Dios que es infinitamente poderoso, inmenso, sabio, bueno... pero no es un Dios lejano, que vive al margen de las preocupaciones de los seres humanos. Dios quiso ser como nosotros, quiso tanto a esas criaturas que había hecho a "su imagen y semejanza", que compartió con ellas hasta sus limitaciones, y por eso quiso nacer como cualquier niño, creciendo durante nueve meses en el seno de su madre, María de Nazareth.
Si uno lee las fábulas de la mitología griega, rápidamente observa que los dioses que inventamos los hombres son personajes humanos, con las mismas pasiones y locuras que los seres humanos, que son solo caricaturas de seres humanos, como nosotros, pero mucho más.
Qué poco se parece eso a la imagen de un Dios real, que viene al mundo sin espectáculo, en un pueblo perdido de una provincia perdida del Imperio Romano. Así ha querido nacer Jesús, para que lo tratemos con más cercanía. Así ha querido experimentar nuestra humana condición para, si puede hablarse así, "entendernos" mejor, porque todo lo humano lo experimentó Jesús: hasta la incomodidad de un pequeño vientre materno.
Estamos en tiempo de preparación para la Navidad. Esta es una imagen muy real de lo que esperamos. Es la imagen de todos los niños del mundo, a los que deberíamos acoger con el mismo cariño que acogemos a Jesús. Ojalá no se repita la historia de la primera Navidad, ojalá no haya reyezuelos que "quieran matar al niño", y, como no pueden -porque no se puede matar a Dios- acaben haciéndolo con otros niños, que están como Jesús, esperando su navidad.