Prosa de riachuelo
La prosa de riachuelo, transparente y sin pretensiones, del Papa Francisco revela que tiene claro que los nenúfares son un estorbo a la hora de bañarse. De su primera exhortación apostólica los lectores destacan que no requiere exégesis, pues escribe como habla y habla con el corazón en la mano, es decir, dice lo que siente en el idioma del amor, que es el inglés de los sentimientos.
En su exhortación pide abrir los templos con un doble objetivo, que el mundo entre a la Iglesia y que la Iglesia salga al mundo, defiende la vida del no nacido y el perdón a la madre abortista y critica un sistema económico depredador que genera exclusión a la par que plusvalías. Eso es tan así que si alguno cree lo contrario es que confunde a la yakuza con el matasuegras.
El Papa abona con espíritu el texto de modo que no sirva de base para la ponencia marco del próximo congreso federal del PSOE. No es una exhortación social, sino católica. Su apuesta por los marginados es real, no retórica, y no se circunscribe a los pobres. Esta espiritualidad le une a los libros de Jesús de Nazaret escritos por su predecesor. Con Benedicto y con Francisco a Dios se le entiende todo. Lógico: escribir con renglones torcidos no implica que tenga letra de médico.