Carbono y Creación
Dado que en Madrid no hay playa a ver a quién responsabiliza el honorable Artur Mas de que Barcelona sea inundada por el Mediterráneo dentro de 5.000 años, cuando, según la previsión de la revista National Geographic, la capital catalana será por el efecto del lento tsunami un parque acuático con chaflanes. Puede que para esa fecha también sea una nación independiente, pero posiblemente seguirá fuera de la Unión Europea por esa tendencia castellana a la dilación, así que es de prever que durante su trayecto al fondo del mar no le haga la ola a España, lo que impedirá que el seny sea declarado patrimonio inmaterial de la humanidad a título póstumo.
National Geographic asegura que también serán víctimas de la pleamar Nueva York y Miami, lo que dejará a Pekín como capital tecnológica y a los cubanos desafectos sin horizonte. También acabará con Mallorca, así que los alemanes tendrán que tostarse en la Selva Negra. Y con Cádiz, que es capaz de hacer una letrilla de carnaval a costa de su propio naufragio. Sea como fuere, la responsabilidad no será tanto de Madrid como del hombre en general, baile o no el chotis, que ha olvidado mirar a la Creación con los ojos de Dios. De ahí el deshielo, que no es una consecuencia térmica de la guerra fría, sino del calentamiento global, producido a su vez por la emisión de carbono a la atmósfera, para contento de un verano que ya invade el otoño, lo que explica que en pleno noviembre escriba este artículo casi en manga corta.
National Geographic asegura que también serán víctimas de la pleamar Nueva York y Miami, lo que dejará a Pekín como capital tecnológica y a los cubanos desafectos sin horizonte. También acabará con Mallorca, así que los alemanes tendrán que tostarse en la Selva Negra. Y con Cádiz, que es capaz de hacer una letrilla de carnaval a costa de su propio naufragio. Sea como fuere, la responsabilidad no será tanto de Madrid como del hombre en general, baile o no el chotis, que ha olvidado mirar a la Creación con los ojos de Dios. De ahí el deshielo, que no es una consecuencia térmica de la guerra fría, sino del calentamiento global, producido a su vez por la emisión de carbono a la atmósfera, para contento de un verano que ya invade el otoño, lo que explica que en pleno noviembre escriba este artículo casi en manga corta.
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