Asunta y la carroña
No creo que la mayoría de los especiales informativos emitidos sobre el crimen de Asunta, la niña de Santiago, encaje en lo que el Papa llama cultura del encuentro, que propone la búsqueda de la belleza desde la comunicación. No es, desde luego, el caso de este caso, en el que el morbo, hilo conductor, se ha hecho con las riendas de la noticia en detrimento del respeto. Especialmente el que se merece la cría, cuyo cadáver es utilizado como pretexto por las cadenas para ganar cuota de pantalla con estrategia de serial a fin de dejar al telespectador con ganas de más.
Francisco pide que la identidad cristiana, el gen de Dios, fluya en la comunicación, pero gran parte del periodismo contemporáneo tiene padres desconocidos en materia de moral mediática, como demuestra el modo en que escarba en el lodazal de Santiago en busca de carroña informativa, lo que casa mal con la limpieza en a mirada que propone el Pontífice al gremio. El problema es que el periodismo espectáculo se ha convertido a sí mismo en protagonista. Tanto que si pudiera se plantearía ser el Niño en Belén, el novio en las bodas de Caná y el muerto en el entierro de Lázaro.