Habemus santos
El laicismo aprovecha que Juan XXIII y Juan Pablo II no son los Zipi y Zape del catolicismo para resaltar sus diferencias ahora que van a ser canonizados juntos. Huelga decir que si el laicismo quiere Pontífices mellizos es porque para lograr su objetivo (eclessia delenda est) utiliza siempre el mismo discurso. De ahí que le cueste trabajo adaptarlo a la personalidad de cada Papa. Y aunque diga lo contrario le viene mejor atacar al que defiende el dogma que al que le desconcierta en materia doctrinal porque cree que es más fácil acertar a cocear una pared que un biombo.
El ejemplo es Juan Pablo II, retrógrado en lo moral y avanzado en lo social, según la etiqueta roja del laicismo, que obvia que su legado, preservado por Benedicto XVI, es el que hoy gestiona con acierto Francisco, quien no ha dudado en canonizar a quien los reaccionarios de izquierdas consideran de derechas. Junto a Roncalli, a quien, por cierto, la progresía considera uno de los suyos sin ningún motivo que lo justifique. Salvo que la progresía considere que bueno es sinónimo de Stalingrado.