Decálogo para un descanso fructífero
En este tiempo de severa crisis de trabajo y de valores, puede parecer frívolo hablar de vacaciones de verano. Y sin embargo, aquí están, son necesarias. Hay un descanso humanizado y estimulante que no consiste en cruzarnos de brazos sino en descubrir nuevos caminos, en confeccionar nuevas hojas de ruta, en otear horizontes luminosos. En unos versos perdidos, alguien proclamaba: "A veces, por las venas de las cosas, sube una luz azul, cual de presencia, que las enciende misteriosamente, con halo de atracción que sólo eleva...". Será esa "luz azul" nuestro mejor descubrimiento en estos dias serenos de la época estival. A vuela pluma, podríamos trazar una hoja de ruta para lograr ese descanso fructífero que nos enriquezca.
Primero, ama la naturaleza: el sol, el campo, el agua, la sombra, la vida, que también el poeta derramaba en sus versos: "Y es la rosa y el trino, y es el árbol en flor o despojado, y es la espuma en placidez de arena o rota en roca, y los ojos dolientes de este miño, que hallamos por la calle".
Segundo, valora el trabajo y el descanso, considérate siempre "sembrador de ideales altos y de inquietudes fecundas".
Tercero, santifica el tiempo, es decir, dale sentido como marco precioso para vivir y realizar nuestros proyectos. El tiempo es un lujo en nuestras manos. No seamos de los que "matan el tiempo", sino de los que lo viven como don precioso.
Cuarto, abre horizontes a tu vida. Las vacaciones son para regenerarse, oxigenarse, romper la monotonía. Sería muy triste no hacer nada.
Quinto, goza del mundo y de la vida. Si vas a la playa, nada en el mar y vive; si vas a la montaña, respira el aire puro y admira la maravillas de la creación.
Sexto, enriquece el tiempo: contempla de noche las estrellas, anda un poco, camina, pasea serenamente, contempla los bellos atardeceres.
Séptimo, enriquécete a ti mismo, leyendo un buen libro, reflexionando sobre lo que has leído, tomando apuntes, iluminando tu mente y aprendiendo, no tanto de lo que pasa a nuestro alrededor sino de lo que debiera pasar, según los cánones de la justicia y del amor.
Octavo, no des vacaciones a Dios, búscale en silencio y descubre su presencia en tantos paisajes nuevos como nos interrogan sobre el sentido de nuestros pasos y de nuestro caminar.
Noveno, ensaya nuevos gestos en tu vida, por ejemplo, escuchar más a los demás; por ejemplo, sonreír a un prójimo inoportuno; por ejemplo, ofrecer ayuda a quien encontramos en apuros.
Décimo, configúrate de nuevo, diseña nuevos modelos de proceder y actuar para después del descanso y coloca en tu agenda una consigna: la vida es realización de nuestros proyectos y aspiraciones, pero tambien y sobre todo, la construcción de un mundo nuevo y mejor, comenzando por nosotros mismos, por nuestra familia, por nuestro pueblo o ciudad.
Así, este puñado de sugerencias sobre la marcha, podrán permitirnos un descanso fructífero: el éxito sobre nosotros mismos.
Primero, ama la naturaleza: el sol, el campo, el agua, la sombra, la vida, que también el poeta derramaba en sus versos: "Y es la rosa y el trino, y es el árbol en flor o despojado, y es la espuma en placidez de arena o rota en roca, y los ojos dolientes de este miño, que hallamos por la calle".
Segundo, valora el trabajo y el descanso, considérate siempre "sembrador de ideales altos y de inquietudes fecundas".
Tercero, santifica el tiempo, es decir, dale sentido como marco precioso para vivir y realizar nuestros proyectos. El tiempo es un lujo en nuestras manos. No seamos de los que "matan el tiempo", sino de los que lo viven como don precioso.
Cuarto, abre horizontes a tu vida. Las vacaciones son para regenerarse, oxigenarse, romper la monotonía. Sería muy triste no hacer nada.
Quinto, goza del mundo y de la vida. Si vas a la playa, nada en el mar y vive; si vas a la montaña, respira el aire puro y admira la maravillas de la creación.
Sexto, enriquece el tiempo: contempla de noche las estrellas, anda un poco, camina, pasea serenamente, contempla los bellos atardeceres.
Séptimo, enriquécete a ti mismo, leyendo un buen libro, reflexionando sobre lo que has leído, tomando apuntes, iluminando tu mente y aprendiendo, no tanto de lo que pasa a nuestro alrededor sino de lo que debiera pasar, según los cánones de la justicia y del amor.
Octavo, no des vacaciones a Dios, búscale en silencio y descubre su presencia en tantos paisajes nuevos como nos interrogan sobre el sentido de nuestros pasos y de nuestro caminar.
Noveno, ensaya nuevos gestos en tu vida, por ejemplo, escuchar más a los demás; por ejemplo, sonreír a un prójimo inoportuno; por ejemplo, ofrecer ayuda a quien encontramos en apuros.
Décimo, configúrate de nuevo, diseña nuevos modelos de proceder y actuar para después del descanso y coloca en tu agenda una consigna: la vida es realización de nuestros proyectos y aspiraciones, pero tambien y sobre todo, la construcción de un mundo nuevo y mejor, comenzando por nosotros mismos, por nuestra familia, por nuestro pueblo o ciudad.
Así, este puñado de sugerencias sobre la marcha, podrán permitirnos un descanso fructífero: el éxito sobre nosotros mismos.
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