¡Directos al Paraíso!

Al ver la beatificación del joven Carlo Acutis me he emocionado; igual que cuando participé en la beatificación de las mártires concepcionistas. Son celebraciones de mucha gracia, de mucha paz, de mucha intensidad. Son ceremonias donde uno se acerca a Dios, atisba el cielo y se llena de amor divino. ¡Es algo trascendental, estremecedor, transformante! Podríamos seguir añadiendo sentimientos y expresiones que brotan al contemplar el momento en que se descubre el cuadro del nuevo beato para que a partir de ese instante podamos empezar a acogernos a su intercesión y darle culto de modo público, no sólo privado. ¡Es pura vida!

Estamos en los días de la novena a Santa Teresa y eso me hace unirlos a los dos. Un beato y una santa. La santa carmelita también pasa por el estado de beata antes de la canonización. Es el mismo proceso para todos. Seguro que no muy tarde veremos cómo también el beato Carlo Acutis llega a ser canonizado como según él mismo se lo dice en confidencia a su madre. Por eso miro al cielo, doy gracias y me dejo llenar de ese amor especial que se vive en momentos así. Octubre es el mes del Rosario, de la fiesta de Santa Teresita del Niño Jesús, de Santa Teresa de Jesús, de San Francisco de Asís al que tanto quería Carlo y también de la Virgen del Pilar.

Precisamente la fecha para celebrar al nuevo beato es el 12 de octubre, fiesta de la Virgen del Pilar y día escogido por la providencia divina para llamar junto así a Carlo Acutis cuando tiene apenas 15 años. La Virgen, a la que tanto amaba, va estar con él muy de cerca en su fiesta. ¡Van a estar unidos! Ahora entendemos mejor esa frase suya: “La Virgen María es la única mujer de mi vida”. En María, Carlo, encuentra todo su sentido y se halla a la vez con su Hijo al meditar cada día los misterios del rosario.  No se puede separar a la Madre del Hijo. Así lo vive Carlo cuando además de rezar el rosario, también acude a la celebración de la eucaristía; para él, “la Eucaristía es la autopista que lleva al cielo”. ¿Y qué hace Santa Teresa de Jesús sino acogerse a la Virgen cuando pierde a su madre de la tierra y vive con auténtica pasión cada eucaristía como nos lo relata en sus escritos, sobre todo en los capítulos 33-35 del Camino de perfección?

Si seguimos en unión entre el Carmelo de Santa Teresa y Carlo Acutis nos damos cuenta que el centro de nuestra vida es buscar, encontrar y mirar de verdad a Dios. Es la felicidad plena que da sentido a una vida entregada totalmente a Dios. ¡Es la vocación a la que todos estamos llamados!: ¡a ser felices, a estar con Dios, a mirar a Dios y a dejarnos mirar por Él, a decirle que lleve nuestra vida por donde quiera y como quiera! Sólo así seremos felices de verdad, sino la tristeza pronto se hará dueña en nuestro corazón egoísta. Hagamos caso a Carlo ¡y seamos felices!: “La felicidad es mirar a Dios. La tristeza es mirarte a ti mismo”.

Además hay que tener en cuenta ¡que aquí estamos de paso!, ¡que nos espera el cielo!, ¡que allí gozaremos durante toda la eternidad! Es el deseo de vivir eso aquí ya en la tierra. Esto nos recuerda Santa Teresa con sus versos: “Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero que  muero porque no muero”. ¡Vive con ansias plenas de ir al cielo! Lo mismo que Carlo, que recibe una luz especial antes de morir y graba un vídeo donde con toda paz comunica lo siguiente: “Estoy destinado a morir”.

¡Si vivimos así todo es mucho más fácil! ¡Seguro! ¡Es tan sencillo como ir de la mano de la Virgen, seguir los pasos de Cristo, buscar la felicidad verdadera y desear ir al cielo! Entonces, cuando vayamos a la eucaristía, donde se unen tierra y cielo, podemos proclamar unidos al nuevo beato, Carlo Acutis, con rebosante gozo, júbilo y entusiasmo: “¡Si nos acercamos a la Eucaristía todos los días, vamos directos al Paraíso!”.