El Papa renuncia. Es el Plan de Dios. ¡Viva Cristo Rey!
por Fe y melodía
Pablo H. Breijo - Muchos afirmaron en su día que la elección del alemán Ratzinger “estaba cantada”. El vínculo que tenía con el hoy beato Juan Pablo II era enorme y es normal que fuese elegido Papa en menos de 24 horas. Hoy 11 de febrero de 2013 -día de la Virgen de Lourdes-, Benedicto XVI ha renunciado al pontificado. He conocido la noticia a través de Twitter, concretamente en el perfil del periodista mexicano Andrés Beltramo. En un primer momento pensé que alguien había “hackeado” la cuenta de este vaticanista, pero rápidamente he visto que no era él el único que hablaba sobre la renuncia.
Recuerdo que el 20 de abril de 2005 me junté en la puerta de mi facultad con dos amigos para ir a misa de 10 de la mañana para dar gracias a Dios por la elección de Ratzinger como nuevo Papa, elegido el día anterior. El verano de ese año tuve ocasión de viajar a Colonia (Alemania) para participar en la Jornada Mundial de la Juventud. Era la primera vez que muchos veíamos al sucesor de Juan Pablo II. Al año siguiente, Benedicto XVI viajó a Valencia (España) con motivo del Encuentro Mundial de las Familias. Allí pude colarme con un pequeño grupo de amigos en una zona restringida y verle a pocos metros.
En los años siguientes vi a través de la televisión cómo ejercía su magisterio. Tuvo momentos difíciles como el discurso de Ratisbona, que algunos colectivos musulmanes consideraron una ofensa. Y decenas de viajes entre los que cabe destacar Australia, Polonia, Tierra Santa, África, Estados Unidos, España -estuvo en Compostela, Barcelona y Madrid-, o su breve pero importante estancia en México y Cuba.
Desde diciembre de 2011 y durante seis meses tuve la oportunidad de trabajar en Roma informando sobre lo que ocurre día a día en el Vaticano. Fue una experiencia vital breve pero fantástica. Allí tuve ocasión de ver casi cada semana en vivo a Benedicto XVI. Ya fuese en una audiencia pública, en el Ángelus que reza cada domingo o en una ceremonia religiosa.
Desde hace más de un año he podido saber por fuentes oficiales y oficiosas que Benedicto XVI no estaba bien de salud. En una ocasión, yo estaba viendo una de las audiencias públicas que el Papa celebra los miércoles en el Aula Pablo VI del Vaticano cuando uno de los ojos del pontífice se desvió completamente hacia un lado. Me impactó mucho y pude deducir que el estado de salud no era el adecuado. También se pudo observar cómo en las ceremonias religiosas el Papa se trasladaba en silla gestatoria o en viajes ayudándose de un bastón. Además, era conocido que padece problemas de corazón.
La última vez que le vi como Papa -a partir del 28 de febrero volverá a ser solamente Ratzinger- fue el jueves 31 de mayo de 2012 en los jardines vaticanos. El arcipreste de la basílica de San Pedro, el cardenal Angelo Comastri, invitó a rezar el rosario junto a Benedicto XVI en una réplica de la gruta de Lourdes que hay en el Vaticano. El Papa apareció al final, rezó con los asistentes, dirigió unas palabras, dio la bendición, saludó y marchó entre aplausos.
Casi nueve meses después, como si se tratara de un embarazo, el Papa ha renunciado. ¿Y ahora qué? El próximo 28 de febrero a las 20:00 horas la sede pontificia quedará vacante. Será entonces cuando el cardenal camarlengo, Tarcisio Bertone, se convierta en Jefe de Estado Vaticano y se convocará el cónclave para elegir al nuevo sucesor de San Pedro y vicario de Cristo en la tierra.
117 cardenales participarán en la elección del nuevo Papa. 61 europeos, 33 americanos, 11 africanos, 11 asiáticos y 1 de Oceanía. Entre ellos están los papables, es decir, los que se dice que podría ser el nuevo Papa. No hay nada seguro en este sentido pero las quinielas se suceden. Cardenales como el estadounidense Dolan, el italiano Scola o el canadiense Ouelet tienen bastante papeletas cardenalicias para dirigir la barca de San Pedro a partir del mes de marzo. Dios les ayude.
Recuerdo que el 20 de abril de 2005 me junté en la puerta de mi facultad con dos amigos para ir a misa de 10 de la mañana para dar gracias a Dios por la elección de Ratzinger como nuevo Papa, elegido el día anterior. El verano de ese año tuve ocasión de viajar a Colonia (Alemania) para participar en la Jornada Mundial de la Juventud. Era la primera vez que muchos veíamos al sucesor de Juan Pablo II. Al año siguiente, Benedicto XVI viajó a Valencia (España) con motivo del Encuentro Mundial de las Familias. Allí pude colarme con un pequeño grupo de amigos en una zona restringida y verle a pocos metros.
En los años siguientes vi a través de la televisión cómo ejercía su magisterio. Tuvo momentos difíciles como el discurso de Ratisbona, que algunos colectivos musulmanes consideraron una ofensa. Y decenas de viajes entre los que cabe destacar Australia, Polonia, Tierra Santa, África, Estados Unidos, España -estuvo en Compostela, Barcelona y Madrid-, o su breve pero importante estancia en México y Cuba.
Desde diciembre de 2011 y durante seis meses tuve la oportunidad de trabajar en Roma informando sobre lo que ocurre día a día en el Vaticano. Fue una experiencia vital breve pero fantástica. Allí tuve ocasión de ver casi cada semana en vivo a Benedicto XVI. Ya fuese en una audiencia pública, en el Ángelus que reza cada domingo o en una ceremonia religiosa.
Desde hace más de un año he podido saber por fuentes oficiales y oficiosas que Benedicto XVI no estaba bien de salud. En una ocasión, yo estaba viendo una de las audiencias públicas que el Papa celebra los miércoles en el Aula Pablo VI del Vaticano cuando uno de los ojos del pontífice se desvió completamente hacia un lado. Me impactó mucho y pude deducir que el estado de salud no era el adecuado. También se pudo observar cómo en las ceremonias religiosas el Papa se trasladaba en silla gestatoria o en viajes ayudándose de un bastón. Además, era conocido que padece problemas de corazón.
La última vez que le vi como Papa -a partir del 28 de febrero volverá a ser solamente Ratzinger- fue el jueves 31 de mayo de 2012 en los jardines vaticanos. El arcipreste de la basílica de San Pedro, el cardenal Angelo Comastri, invitó a rezar el rosario junto a Benedicto XVI en una réplica de la gruta de Lourdes que hay en el Vaticano. El Papa apareció al final, rezó con los asistentes, dirigió unas palabras, dio la bendición, saludó y marchó entre aplausos.
Casi nueve meses después, como si se tratara de un embarazo, el Papa ha renunciado. ¿Y ahora qué? El próximo 28 de febrero a las 20:00 horas la sede pontificia quedará vacante. Será entonces cuando el cardenal camarlengo, Tarcisio Bertone, se convierta en Jefe de Estado Vaticano y se convocará el cónclave para elegir al nuevo sucesor de San Pedro y vicario de Cristo en la tierra.
117 cardenales participarán en la elección del nuevo Papa. 61 europeos, 33 americanos, 11 africanos, 11 asiáticos y 1 de Oceanía. Entre ellos están los papables, es decir, los que se dice que podría ser el nuevo Papa. No hay nada seguro en este sentido pero las quinielas se suceden. Cardenales como el estadounidense Dolan, el italiano Scola o el canadiense Ouelet tienen bastante papeletas cardenalicias para dirigir la barca de San Pedro a partir del mes de marzo. Dios les ayude.
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