Jueves, 26 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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Franciscanos de María en Roma

por Palabaras para vivir

Cuando uno llega a un sitio donde todo está por hacer, quizá se puede sentir desanimado porque no sabe por dónde empezar o porque lo que tiene delante le parece tan grande que siente que sus fuerzas no van a ser suficientes para poder llevar a cabo la tarea que se le confía. Sin embargo, no es el único momento en que la sensación de desaliento puede embargar a una persona. Puedo ocurrir lo mismo, y aún peor, cuando se llega a un sitio donde, aparentemente, todo está hecho.
 Uno de estos sitios, desde el punto de vista pastoral, es Roma. Aquí está representada toda la Iglesia y todas las Iglesias. Por su historia y por lo que significa para la catolicidad, todos quieren, todos queremos estar presentes en la ciudad eterna. Hay muchísimas iglesias, sobre todo en el centro histórico, pero cada una de ellas está ya asignada, a veces desde hace siglos, a una congregación religiosa, a un movimiento de espiritualidad o a una diócesis o rito católico no latino. Hay muchísimos sacerdotes, pues la ciudad está llena de Universidades donde se forman los mejores clérigos de las diferentes diócesis y congregaciones del mundo. Hay muchísimas religiosas, pues todas las congregaciones tienen aquí su casa general y por lo tanto tienen una comunidad más o menos amplia, además de una casa de estudios. En definitiva, en Roma hay de todo y si hay un lugar en el mundo donde, aparentemente, no hay nada por hacer y ya está todo hecho, ese lugar es Roma.
Nosotros, los Franciscanos de María, hemos fundado una comunidad aquí por el mismo motivo que la han fundado los demás desde hace casi dos mil años: para estar cerca de San Pedro, cerca del Papa. Pero no se trataba sólo de estar en Roma, lo cual es más o menos asequible en función del dinero que se tenga para instalarse en una de las ciudades más costosas de Europa, al menos en lo que a los apartamentos se refiere. Se trata de estar en Roma y llevar a cabo aquí el carisma que el Espíritu Santo ha depositado en nuestra familia espiritual, el carisma del agradecimiento y de la defensa de la Iglesia y del Papa. Eso, aparentemente, era una tarea que rallaba en lo imposible.
La Divina Providencia vino en nuestra ayuda y no nos faltó en ningún momento el auxilio de la Virgen, pues, como decía San Juan Bosco hablando de los salesianos, “entre nosotros todo lo ha hecho María”. Así, muy pronto hemos encontrado trabajo en el Vaticano, colaborando con nuestra experiencia televisiva en el desarrollo de los medios de comunicación del Pontificio Consejo para la Familia. Esto nos aseguraba una misión relacionada con nuestro carisma y también un cierto ingreso económico. Pero nos faltaba algo muy importante, la pastoral directa. Aparentemente esto era mucho más difícil, casi imposible, debido a ese superávit de clero que hay en la ciudad eterna.
Sin embargo, una vez más, Dios vino en ayuda de nuestra debilidad y contra todo pronóstico y en un tiempo muy breve –apenas llevamos cuatro meses- nos han concedido el uso de una iglesia situada junto a nuestra casa, en pleno centro histórico. Se trata de San Lorenzo in Fonte, en Via Urbana 50, la iglesia construida sobre la cárcel donde fue encerrado San Lorenzo, el diácono español mártir, antes de ser quemado en la parrilla. En esta iglesia erigida en honor a un mártir español –murió en el 258-, los Franciscanos de María hemos empezado nuestra pastoral entre los hispanos de Roma. Ante todo, con la Santa Misa diaria y las confesiones antes de la Misa. De aquí, como punto de referencia, partimos para ofrecer nuestra atención pastoral no sólo a los hispanos que residen en la capital del mundo católico, sino también a todos los peregrinos de lengua española que acuden a Roma y no tienen un guía espiritual. El primer sábado de mes organizamos una visita a las catacumbas de San Calixto, con la celebración de la Eucaristía dentro de las mismas, en una de aquellas capillas que usaron para se mismo fin los cristianos, mientras eran perseguidos por los romanos. Otro sábado lo dedicaremos a acompañar a los peregrinos al Vaticano y, si se nos avisa con el tiempo suficiente, poder celebrar para ellos una Eucaristía en la cripta donde están enterrados los Papas. Otro sábado estará dedicado a visitar la bellísima basílica de Santa María la Mayor, cuyo hermoso artesonado está forrado con el oro que venía de América y que los reyes españoles regalaban a esta iglesia erigida en honor a María. Y otro, por fin, se visitará la espectacular basílica de San Pablo extramuros. Siempre que sea posible, en función del tiempo con que nos avisen, celebraremos la misa en español en cada uno de estos lugares sagrados que constituyen el corazón de la Iglesia en Roma.
A través de esto, aquí junto a San Pedro, junto al Papa, queremos ofrecer a todos nuestra experiencia religiosa, nuestra espiritualidad. Porque para nosotros lo verdaderamente importante es decirle a cada uno aquello que ha dado sentido a nuestra vida, transmitirles el mensaje que a nosotros nos ha cambiado: Dios existe, Dios te ama, ten esperanza porque Él ha dado la vida por ti. Y decirle a continuación: tienes que amar al Dios que tanto te ama, tienes que ser agradecido con Él y darle lo que él te pide y se merece.

http://www.magnificat.tv/es/node/2777/2
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