Más de mil sacerdotes ingleses hacen oír su voz
La cosa va en serio. Más de 1.000 sacerdotes católicos (1.054, incluyendo a 13 obispos) firmaron la semana pasada una carta abierta publicada en el Daily Telegraph argumentando que los planes del gobierno británico a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo “restringirán severamente la capacidad de los católicos de enseñar la verdad sobre el matrimonio en público y en sus propias escuelas”, añadiendo que las “excepciones” que el gobierno va prometiendo son un “sinsentido” (la experiencia, además, nos enseña que las excepciones son eso, anomalías, y que tarde o temprano se acaba imponiendo la aplicación estricta de la ley). Y comparan la iniciativa de Cameron con otra también relativa al matrimonio: la de Enrique VIII y su voluntad de que la Iglesia reconociera su divorcio. Ya sabemos en qué acabó: en siglos de dura persecución de los católicos en los territorios británicos.
La carta, además, tiene una fuerza e importancia especial, pues la han firmado sacerdotes de todo tipo y condición: jóvenes y viejos, de lugares geográficos muy diversos, de “sensibilidades” sociales, litúrgicas e incluso doctrinales diferentes... pero que han cerrado filas en torno a este asunto tan delicado para el futuro de la libertad de la Iglesia. Por cierto, también se han apuntado, en proporción grande, los ex anglicanos recientemente adscritos al Ordinariato. Un buen signo de unidad de la Iglesia.
Parece que el “conservador” David Cameron no sólo está en guerra en este asunto contra los “fundamentalistas”, sino contra la totalidad de la Iglesia católica en Gran Bretaña. Uno de los firmantes de la carta, el Reverendo Andrew Pinsent, un teólogo de la Universidad de Oxford, ha declarado lo siguiente: “Somos muy sensibles a este asunto históricamente pues la Reforma empezó en Inglaterra por un asunto concerniente al matrimonio. Enrique VIII podría haber sido perdonado por su adulterio, pero él no quería eso; lo que quería era controlar el matrimonio y redefinir lo que era y no era matrimonio. La Iglesia, al no ceder en este punto, se vio sometida a tres siglos de prueba y persecución muy difíciles. Nos tememos que lo que está sucediendo ahora es que se están promoviendo una serie de leyes que violarían nuestra libertad de conciencia”.
No le falta razón. Esta vez, sin embargo, la persecución no se limitará a las islas británicas.