Si vis pacem, vita cura
"Si vis pacem, para bellum". Eso decían los romanos y eso parecen creer aún muchos grandes de este mundo, con sus arsenales a rebosar y la continúa amenaza a los vecinos enseñándoles los dientes o, directamente, mordiéndoles.
Para Benedicto XVI, en cambio, "si vis pacem, familia cura", si quieres la paz cuida la familia. O también "vita cura", "fac iustitiam". Si quieres la paz, intenta que a tu alrededor y en el mundo se defienda la familia, la vida y haya justicia. Este es el resumen del precioso mensaje que ha escrito para la Jornada Mundial de Oración por la Paz que, como todos los años, se celebrará el próximo 1 de enero.
No se puede tener paz mientras se está produciendo una hecatombe contra los no nacidos, por ejemplo. No se puede tener paz mientras la familia no reciba el apoyo que necesita y se esté diluyendo continuamente debido a las presiones que recibe de fuera. No podrá haber paz mientras subsistan las injusticias sociales, los abusos del capitalismo salvaje, la corrupción entre los dirigentes de los pueblos. La paz no vendrá, pues, por el camino de las armas sino por el de la verdad y la justicia.
Si nos fijamos en otro acontecimiento que ha conmovido al mundo y lo comparamos con esto, nos damos cuenta enseguida de la enorme hipocresía de la mayoría. La matanza de Newtown, con esa enorme cantidad de niños y adultos asesinados, nos ha interpelado a todos, y dicen que ha hecho llorar a Obama. Realmente, lo ocurrido es para llorar de verdad, al margen de si te enfocan o no las cámaras de televisión. Pero hay una enorme incongruencia y no poca hipocresía al llorar por esas víctimas inocentes y estar favoreciendo a la vez la matanza nada menos que de millones de víctimas, también inocentes, mediante el aborto. Es absolutamente condenable lo que sucedió en Newtown, ¿pero no lo es lo que sucede en todas las clínicas abortistas de Estados Unidos y del resto del mundo? ¿No es hipócrita llorar unas muertes mientras se provocan otras? Además, las matanzas que se repiten en Estados Unidos y en otros sitios del mundo están relacionadas con la degeneración moral en que está sumido Occidente, y una parte importantísima de esa degeneración tiene su raíz en la aceptación colectiva del aborto y su consiguiente legalización. ¿Si una madre puede matar a su hijo en medio del aplauso del público, que lo considera un derecho y la felicita como a una heroína, quién podrá sentirse seguro? ¿Si el cariño de la madre ha desaparecido, de modo que el sitio más peligroso hoy para el ser humano es el vientre materno, a qué cámara de seguridad podremos recurrir para sentirnos protegidos?
No llores por mí, Obama, han debido decir los niños asesinados en Newtown. Llora más bien por esos cientos de miles que hoy mismo van a ser asesinados por el aborto con tu beneplacito. "Si vis pacem, vita cura, familia cura, fac iustitiam".
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