Viernes, 22 de noviembre de 2024

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Belén Langdon es de Dios

por Fe y melodía

Pablo H. Breijo - No conozco de nada a Belén Langdon. Tengo gran amistad desde hace un tiempo con sus hermanos Borja y Carlos. Son dos cracks, como cualquiera de esta familia Langdon. Igual que el resto de sus hermanos, desde la más pequeña hasta el mayor. Igual que sus padres e igual que su abuela. Como digo, solamente conozco a Carlos y a Borja.

Cuando me enteré de que Belén estaba herida de gravedad empecé a seguir en internet las informaciones que iban surgiendo. La entrevista que en la Cadena Cope hicieron a Borja, la oración que la familia Langdon pidió por WhatsApp que se rezase o los mensajes en redes sociales. El sábado por la mañana me enteré del fallecimiento e, inexplicablemente, sentí un vacío en mi interior. En ese instante yo estaba rodeado por un número importante de personas, pero, durante unos segundos, noté que todo calló, no podía pensar en otra cosa mas que en una tal Belén Langdon. ¿Por qué? ¡No conozco de nada a esta chica, no la he visto en mi vida!



Gracias a Dios pude acudir en la noche del domingo 4 de noviembre al madrileño tanatorio Parque de San Isidro. Cuando llegué, acababa de finalizar la misa y una riada de familiares y amigos salían de la capilla. Allí me encontré con Carlos, algo emocionado pero que no dejaba caer sus lágrimas. Después apareció Borja, demostrando una impactante entereza solamente reservada a quienes saben realmente de qué va esta vida en la que vivimos. Abracé a ambos y les dije la misma frase: “Es el Plan de Dios”. Carlos me dio las gracias. Borja me respondió diciendo que “aquí hay algo. Pronto veremos los frutos”.

Entré a ver a Belén. ¡Qué guapos sois los Langdon! Estaba dormida en el sueño de la paz. Transmitía Amor. Estuve mirándola y rezando por ella mucho tiempo, quizá una hora. Recordaba los centenares de mensajes que días atrás había leído en Twitter. Uno de ellos decía “Belén, Dios te quiere tanto que no ha podido aguantar más y ya te ha llevado con Él”. Otro afirmaba “Dios es egoísta, siempre se queda con lo mejor”. Mi tiempo en el tanatorio lo defino con la palabra ‘paz’. Belén transmite paz. La paz que transmiten los santos. Me despedí de Borja y Carlos, y abracé a Nicolás, su padre. Es la primera vez que abrazo a los familiares de una santa, pensé.

El lunes 5 de noviembre a las 11 de la mañana se celebró la misa de exequias por Belén en la catedral de Alcalá de Henares. Mientras el féretro era portado por su padre, sus tres hermanos y otros familiares, los asistentes entonaban un canto cuya letra dice “qué alegría cuando me dijeron vamos a la Casa del Señor”. Belén quedó a los pies del altar, junto al cirio pascual, como Juan Pablo II en su funeral. El salmo fue el 23. “El Señor es mi Pastor, nada me falta”.

Celebró la Eucaristía el obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, quien comenzó su homilía con la breve frase que da título a este texto: “Belén es de Dios”. Y continúo diciendo que “la muerte de Belén no es un castigo, la vida de Belén es de Dios”. Como afirmó el obispo complutense, podemos imaginar los últimos pensamientos que tuvo Belén antes de ser aplastada en el ‘Madrid Arena’: “Señor mío, confío en Ti. No me abandones”.

En los primeros bancos de la catedral estaba sentada esa gran familia Langdon. Allí estaba su madre, Yolanda, como la Virgen María a los pies de la cruz de Cristo. Silenciosa como en el tanatorio la noche anterior, sabiendo que la vida de su hija ha sido entregada a Dios para que otras personas crean en Él. También su abuela, hablando sin cesar con Jesucristo preguntándole un ¿por qué no me has llamado a mí?

En su homilía, el obispo recordó lo sucedido en el hospital en el que Belén se apagaba despacito. “En la UCI formamos una corona de Amor, allí vi la Comunión de los Santos, allí vi el Cielo. Belén era guapa y murió guapa“, dijo Reig Pla.

Finalizada la misa, Borja Langdon agradeció las oraciones y las muestras de cariño de tantas y tantas personas de toda España. Dijo que “Belén y la familia estamos revestidos del Amor de Dios. En estos días no hemos parado de apreciar la presencia de Dios”.

Y mientras termino de escribir estas letras me caen dos lagrimones por la cara y no alcanzo a entender el porqué. Será que el Amor hace llorar… Belén intercede por nosotros, ¡gracias crack!


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