Sábado, 02 de noviembre de 2024

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Cristianos en riesgo

por ¿el día más bello?, hoy

"Un cristiano que no reza, o que reza superficialmente, es un cristiano en peligro". Ésta fue una de los primeras reflexiones que hizo Jacques Philippe, el pasado fin de semana, en unos ejercicios espirituales de día y medio, a los que acudimos más de 500 personas. Citaba con estas palabras a Juan Pablo II, que en la carta apostólica Novo Millenio Ineunte decía: "se equivoca quien piense que el común de los cristianos se puede conformar con una oración superficial, incapaz de llenar su vida. Especialmente ante tantos modos en que el mundo de hoy pone a prueba la fe, no sólo serían cristianos mediocres, sino « cristianos con riesgo »"

Y a raíz de esta observación, nos motivó en lo más profundo del alma a retomar esta vida de oración, de una forma profunda, pacífica y plena. Comparto aquí algunas de las reflexiones que hizo, e invito a los lectores que asistieron a este retiro, que también compartan lo que a ellos les llamó la atención.

Ya desde el principio nos advirtió que lo más importante es que cada uno tenga el deseo de renovarse en la oración. Y nos manifestó que no hay progreso espiritual, en el amor, sin la vida de oración. La oración nos hace entrar en la intimidad divina, a través de ella nos convertimos realmente en amigos de Dios. Es fuente de paz, de felicidad, y nos llena de confianza.

La oración es el secreto de un cristianismo vivo, que no teme el futuro, porque se renueva continuamente en la fuente divina.

Dijo que la comunidad cristiana, y por tanto también la familia -¡tomemos nota los padres!- debe ser ante todo Escuela de oración. De este modo fortalecemos nuestra fe y la de nuestros hijos.

Es indispensable, comentó, que encontremos en la oración la vida, la oración, la fuerza. Hay una llamada muy fuerte del Espíritu Santo para entrar en una vida de oración auténtica.

Y nos dio una serie de observaciones para animar a la vida de oración. No es fácil, y necesitamos una fuerte motivación. He aquí mis notas:

¿Por qué rezar? La primera razón no es una cuestión de utilitarismo. Primero es una llamada de Dios, luego nosotros nos limitamos a obedecer de forma sencilla y amante.

Si buscamos beneficio inmediato, podemos desanimarnos. Si rezamos porque estamos respondiendo generosamente a la llamada de Dios, "la cosa cambia".

Dijo que Dios nos llama primero al encuentro con él. Claro que requiere algo de esfuerzo, pero... ¡es tal gracia el poder rezar, porque significa confiar a Dios toda nuestra vida. Es tan hermoso poder confiárselo todo a Dios como niños a su padre...

La oración, subrayó, nos permite llegar a toda persona, ya sea que nos separen kilómetros de distancia o, a veces, las amargas incomprensiones humanas.

No es una varita mágica - dijo - pero es la certeza de que puedo llegar a esta persona donde está, con su necesidad, etc... Para las madres, es un nuevo alumbramiento, ya no humano, sino espiritual. Y nos exhortó a agradecer a Dios que nos pide oración. No es un deber; es un regalo extraordinario.

La oración preserva en nuestra vida cierta dimensión de GRATUIDAD. Tendemos a estar continuamente pensando en términos de eficacia, de rendimiento, de estrés... Y si desaparece la oración estamos en actividad permanente; ya no sabemos estar gratuitamente unos con otros. La oración nos ayuda a desarrollar una CAPACIDAD DE ATENCIÓN hacia los demás. A través de ella desarrollamos una sensibilidad interior, para estar presentes con los demás. Y mejora la calidad de vida, pues es el fundamento del amor. Y aquí enlazó con lo que hacemos con nuestros HIJOS. Hacemos mucho por un hijo - dijo - pero sin calidad de presencia. Falta calidad de atención, una disponibilidad de corazón. Que nuestros hijos comprendan que LO ÚNICO IMPORTANTE ES ESTAR CONTIGO. Incluso aunque no sea mucho rato.

Dar a los hijos una presencia más que un servicio.

La vida de oración nos prepara para la vida futura, porque a través de ella educamos el corazón. Es lo que haremos en la eternidad, maravillarnos de la bondad divina, adorar, extasiarnos ante la belleza...

Concluyo aquí por hoy. Mañana contaré la meditación sobre los frutos de la fidelidad a la oración.

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