Domingo, 24 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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Hacer y decir, aprender y enseñar,…

por Echad vuestras redes...

Hoy comenzamos el año escolar 2012-2013 en siete comunidades autónomas españolas, en los niveles de educación infantil y primaria. Es buen momento para reflexionar acerca de la enseñanza y el aprendizaje, no sólo de niños y adolecentes sino también de adultos.

Como profesor de Religión Católica, y padre de familia, quiero decir ante todo que uno aprende a ser padre, profesor, catequista,… educando a sus hijos, alumnos, catecúmenos,… Como bloguero católico, y estudiante de último año de Ciencias Religiosas, también afirmo que uno aprende a evangelizar, a dar testimonio,… siendo previamente evangelizado, impactado por la experiencia de fe de los demás.

No siendo lo mismo recibir que dar, escuchar que hablar,… parece que una cosa nos prepara a la otra, porque en la medida que sabemos recibir y escuchar adecuadamente estamos preparándonos así a expresarnos acertadamente también.

De todas formas ser un buen comunicador no es garantía de ser un buen testigo. Si a las dotes naturales y adquiridas de una buena comunicación juntamos las de la exigencia de la propia coherencia, veracidad, fiabilidad,… caridad, sí es posible que podamos dar un buen testimonio.

Pero no nos interesa aquí dar fe de algo que puede ser más o menos interesante, sugerente y atractivo, que dependa un poco de la actualidad del momento, una reflexión sobre esa noticia de carácter más o menos externo o periférico al sentido religioso de nuestra vida.

A mí me preocupa del todo que el testimonio que trate en cada uno de los posts o artículos de mi blog esté centrado en lo único necesario: Jesucristo. Si no le pongo en el núcleo más hondo de mi reflexión, si no incorporo algo que me implique o comprometa personalmente, ¿qué testimonio evangélico y de Iglesia estoy dando? ¿cómo puedo llamarme entonces bloguero católico?

A la vez que comunico, a la aldea global donde vivo, lo que veo y juzgo como cuestiones a superar o aportaciones para mejorar, yo he de superarme a mí mismo y procurar estar mejor formado y dispuesto al cambio óptimo. Pienso que en el mismo juicio a lo externo estoy implicado personalmente. Ésta es una experiencia que se me repite con frecuencia: esta opinión que he expresado, este gesto que he tenido, ¿ha estado más lleno de mis prejuicios que de mi amor a la verdad? ¿soy consciente que no puede haber verdad sin caridad y caridad sin verdad? ¿hasta qué punto aquello que critico es también criticable en mí?

Por otro lado, la urgencia de la evangelización a la que se nos llama, ni nació ni depende de nuestra voluntad, como tampoco su fruto, pequeño o grande. Me explico: no por ser incoherentes a nivel práctico, muchas veces, estamos eximidos del anuncio de aquello incluso que no practicamos por debilidad y pecado nuestro. La tarea nos trasciende totalmente y se nos pide ser medio, mediación, instrumento, eso sí, cada vez lo más limpio y purificado de toda adherencia de vanagloria que esté en nuestra mano, pero también libre de sentimiento de impotencia desmedida o excesiva culpabilidad.

La evangelización, a nivel no sólo de testimonio, sino de doctrina, de dar razón de nuestra fe en comunión con la Iglesia, de argumentar y defenderla ante propios y extraños, requiere no sólo ser testigo fiable sino conocedor de aquel contenido que se pretende transmitir.

No comunicamos una serie de leyes o normas de convivencia, un estilo de vida fascinante, unas palabras más o menos bonitas, unos mensajes agradables unas veces y otras quizá no tanto,… sino una vida divina, una presencia real de Dios entre nosotros, una compañía de Alguien que ha cambiado de rostro concreto siendo el mismo ayer, hoy y siempre,…

El saber teología católica, ciencias religiosas, en cada una de sus diversas áreas de conocimiento debe ser una tarea y un compromiso constante, lo mismo que debe ser el cultivo de nuestra vida de oración y compromiso en la sociedad y nuestro entorno más concreto de la familia, vecinos, trabajo,… No podemos separar aquello que nos dice la Iglesia debemos transmitir y reflexionar juntos, el Evangelio, cada vez de forma más fiel y transparente, con aquello que vivimos en el día a día.

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